El enigma Salinas Pliego
El magnate, que este sábado prepara un acto masivo por su cumpleaños, combina duros ataques al Gobierno y coqueteos con entrar en política, con propuestas de negociación para saldar sus deudas millonarias con el fisco


Ricardo Salinas Pliego lleva ya un tiempo enfrascado en una campaña política. Durante los últimos meses, sus intervenciones públicas han ido subiendo de tono y frecuencia, con ataques a todo lo que huela a izquierda, feminismo o políticas sociales. Pero sus intenciones detrás de tanto ruido son por ahora un enigma. De fondo corren sus pleitos con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), al que debe 74.000 millones de pesos por impuestos no pagados. El dueño del Grupo Salinas, el quinto hombre más rico de México, ha ido combinando los ataques al Gobierno con propuestas de negociación para saldar sus deudas. Una estrategia del palo y la zanahoria que este sábado tendrá un nuevo capítulo. El magnate ha anunciado un gran evento en Ciudad de México para celebrar su 70 cumpleaños. Un baño de masas donde, salvo sorpresa, seguirá calentando el ambiente.
Como aperitivo, el pasado sábado organizó un acto más íntimo, con familiares y amigos, en una de sus haciendas en Malinalco, Estado de México. En medio de una decoración para la ocasión, con fotos de billetes con la cara del empresario, imágenes de Margaret Thatcher o ilustraciones de bitcoin gigantes, Salinas Pliego lanzó uno de sus ataques más duros: “Creo que es momento de otro reto, entrar en otra etapa y, ¿por qué no? Es hora de sacar a los zurdos de mierda y mandarlos a chingar a su madre”, dijo ante unos 300 invitados que lo vitorearon: “¡Presidente, Presidente!”.
Lo estruendoso de su último mensaje contrasta con el anterior, apenas un mes antes. Con un tono conciliador y sereno, el empresario lanzó un guante a la presidenta , Claudia Sheinbaum, desde su cuenta de X: “Le propongo que su equipo y el mío se sienten en una mesa de negociación abierta, seria y transparente, donde podamos encontrar puntos de acuerdo y construir soluciones justas para que las empresas de mi grupo paguen lo que es justo y corresponde, ni más ni menos, de acuerdo con la ley”. La presidenta respondió durante su conferencia matutina subrayando que “esto no es un asunto de negociación en lo oscurito, es un asunto de ley”.
El nudo del conflicto es una ley antigua, de los años ochenta, que permitía a los grandes grupos empresariales deducir parte de sus pérdidas en el pago de impuestos. Hace una década, una reforma fiscal revisó esa fórmula y el Grupo Salinas salió a deber. En la misma mañanera donde Sheinbaum rechazó la propuesta de negociación, se dieron detalles de los casos, que acumulan nueve ejercicios fiscales, comprendidos entre 2008 y 2013, antes incluso del primer Gobierno morenista. Tras superar distintas fases judiciales, están ahora en manos de la Suprema Corte.
El empresario es dueño de un conglomerado que incluye, entre otras compañías, a la red de tiendas Elektra, dedicada a la venta de electrodomésticos a plazos; Banco Azteca, enfocado en personas de bajos recursos; o TV Azteca, la segunda televisión más vista del país. Salinas, con una fortuna valorada en unos 5.000 millones de dólares, se presenta como víctima de una persecución política, o en sus palabras “del régimen morenarco”, y ha llegado a deslizar que plantea demandar a la presidenta por “difamación y daño moral”. El careo entre ambos ha sido una constante durante los últimos meses. La mandataria insiste en que se trata de un asunto legal, y ha reprochado al empresario “la difamación [al Ejecutivo] que él hace todos los días a través de la televisora [TV Azteca] o de sus redes sociales”.
Otro punto álgido de la polémica sucedió en la simbólica celebración de la Independencia. El 15 de septiembre, mientras Sheinbaum se preparaba para dar su primer Grito desde Palacio Nacional, Salinas publicó un video en sus redes, una suerte de contragrito. Acompañado de su esposa, María Laura Medina, y flanqueado de una bandera de México, otra de la Virgen de Guadalupe y una pantalla de televisión a sus espaldas con el lema “Vida, propiedad y libertad”, llamó a los mexicanos a “definirse” entre dos opciones: entre el “comunismo” de Morena, que llevaría a México hacia un destino de “miseria” como en Venezuela o Cuba, y hasta lo comparó con la Rusa soviética o la China de Mao. O por otro lado, la “innovación, la competencia, la mejora continua” y la “prosperidad”.
Calificó al Gobierno como “un régimen que se muestra criminal y corrupto” y conminó a los mexicanos a unirse a su movimiento, instando a registrarse en su página web y adherirse a sus principios. Se refería al Movimiento Anticorrupción y Anticrimen (MAAC), lanzado por él mismo unos días antes, con evidentes ecos al MAGA de Donald Trump. Acompañado de empresarios, políticos y periodistas, todos en la trinchera de la oposición más visceral frente al obradorismo, el magnate presentó un decálogo para pasar de “la dictadura a la democracia”, una especie de manual de autoayuda anarco-capitalista.
Asistentes a aquel acto cuentan a este diario, bajo condición de anonimato, que el clima general fue de sorpresa. “Es habitual que, como una vez al año, convoque al equipo de periodistas y analistas de TV Azteca para pulsar el clima político y dar también un discurso sobre liderazgo y emprendimiento. Muchos no nos esperábamos el anuncio de este movimiento”, cuenta uno de los asistentes. Durante el acto hubo turno de preguntas: “¿Se va a lanzar a la presidencia?”. A lo que respondió con evasivas. Igual que a la pregunta sobre si fundaría un partido político.
Otro de los asistentes, del círculo cercano del empresario, opina que el objetivo es “dar la batalla ciudadana por las ideas”. Subraya que Salinas está casi obsesionado con el legado que dejará más allá de sus empresas. “Quiere propiciar una proyecto político libertario-capitalista que se oponga a la hegemonía de Morena”. Sobre los posibles siguientes pasos, considera que “todo dependerá de cómo falle la Suprema Corte sobre sus casos con el SAT y de la disposición de la presidenta Sheinbuam para negociar” .
Hace no tanto, Salinas tenía una buena relación con el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Incluso formaba parte de su grupo de asesores económicos. El empresario asegura incluso que llegó a un acuerdo con el exmandatario para saldar sus deudas fiscales. Pero aquello se frustró con la llegada al mando del SAT del nuevo director. “Yo tenía un pacto para pagar 7.500 millones de pesos. Pero luego se echan para atrás y me dicen que diez veces más, de ahí salen los 74.000 millones”, dijo en una entrevista reciente. En la misma entrevista, Salinas volvió a jugar al despiste pero sin descartar presentarse como candidato presidencial en 2030. Y volvió a cargar contra el Gobierno: “Me quieren quebrar porque soy una voz incómoda para el régimen morenarco”. El enigma Salinas sigue de momento sin resolverse.
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