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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

México ante Gaza: el antecedente cardenista

La política de Cárdenas en materia exterior fue posterior al nacimiento de la doctrina Estrada (1930), lo que demuestra que cada presidente puede interpretar desde su narrativa propia el actuar del país

Claudia Sheinbaum, presidenta de México, durante una conferencia de prensa matutina.

Parar la masacre. Tras casi dos años de ofensiva del ejército israelí en Gaza y sus hostilidades en Cisjordania, la comunidad internacional va tarde. Tarde para los más de 64.000 asesinados –sin contar a quienes yacen bajo los escombros—, pero aún a tiempo para los palestinos que sobreviven al genocidio más documentado de la historia y accesible a cualquiera vía streaming. Todo lo que se desvíe de este objetivo es distracción que cada día roza más la complicidad.

Por eso resulta irrisorio que, a estas alturas, muchos líderes internacionales se centren en la retórica de “los dos Estados”, mientras continúan bombardeos equivalentes en nivel de destrucción a seis Hiroshimas y una declaración oficial de hambruna por parte de la ONU. ¿Qué Estado palestino se pretende reconocer, un cementerio en ruinas? Lo mismo con llamados genéricos a la paz y condenas vacías que evitan señalar al perpetrador de crímenes de guerra (véase el tuit de la SRE de México del 24 de agosto).

Los ministros israelíes Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich ya no ocultan sus objetivos. Netanyahu no los desacredita —necesita de su apoyo para sobrevivir políticamente— y Trump los avala con hechos. El más reciente: la revocación y denegación de visas a la Autoridad Palestina para impedir su participación en la Asamblea General de la ONU este mes en Nueva York.

Ningún genocidio se ha detenido solo con declaraciones de condena, e Israel ha dejado claro que este no será la excepción. Pero ha perdido el relato, y eso es irreversible. Hoy lo que cada nación tiene en juego es cómo va a pasar a la historia en el capítulo más oscuro de este siglo y que, como advierte Moustafa Bayoumi, “está reventando el orden mundial”.

Si bien México reconoció el Estado de Palestina desde 2012 y en 2024 se sumó a la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia contra Israel, resulta insuficiente dado que esto último corresponde a un proceso punitivo de largo plazo y la urgencia hoy es salvar vidas. Por eso, el argumento con el que la presidenta Claudia Sheinbaum justifica la pasividad de México frente a Israel merece revisarse. En conferencia de prensa el pasado junio, al ser cuestionada al respecto, invocó el artículo 89 constitucional como límite del marco de acción en política exterior de todos los presidentes. También aprovechó para añadir “que ha habido algunos más entreguistas que otros”. De acuerdo, pero también los ha habido más valientes y esa es la disyuntiva que hoy le toca afrontar.

El presidente Lázaro Cárdenas, durante el golpe franquista, no dudó en apoyar la legitimidad de la República Española con acciones concretas que forman parte del imaginario colectivo de la solidaridad mexicana con las causas justas. Isidro Fabela, representante de México en la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, denunció en 1937 la “agresión exterior” contra España como “guerra ilegal”.

Discurso y política del Estado mexicano fueron de la mano, incluso a contracorriente de la mayoría internacional.

La política cardenista en materia exterior fue posterior al nacimiento de la doctrina Estrada (1930), de la que emana el artículo 89 vigente. Esto demuestra que dicha doctrina no limita, sino que permite a cada presidente interpretar desde su narrativa propia el actuar de México según las circunstancias. Otro ejemplo fue el cierre de su consulado honorario, distanciamiento y sanciones impuestas a Sudáfrica por el apartheid en los setenta, estableciendo relaciones diplomáticas plenas hasta 1993, ya con Mandela liderando la transición democrática del país africano.

Además, en la visión de Genaro Estrada —canciller mexicano durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio y autor de la doctrina homónima— el principio de “no intervención” nacía como respuesta contra el colonialismo y el abuso del poder de las potencias mundiales. Paradójicamente, las violencias que acontecen en el territorio entre el río Jordán y el mar Mediterráneo (no desde octubre de 2023, sino desde 1948), son producto de un proyecto de colonización que, como señala el historiador israelí Ilán Pappé, ha iniciado su declive.

La construcción de una paz justa y duradera en esa región requiere precisamente una perspectiva decolonial de análisis y de acción política donde los países del Sur Global, con tradiciones emancipatorias compartidas, tienen un papel clave y el llamado histórico a articularse.

Sheinbaum ha demostrado un talante prudente que le sirvió para, por ejemplo, la negociación del acuerdo “menos malo” durante la guerra arancelaria de Trump. Pero frente a Palestina, la presidenta que ha hecho del “humanismo mexicano” su narrativa sexenal no puede confundir prudencia con tibieza y equidistancia cuando la asimetría de poder es tan abrumadora y el mundo atestigua insoportables niveles de crueldad contra población civil.

Cualquier antecedente cardenista es valioso a la narrativa de la 4-T, que nombra a aquel periodo como “la tercera transformación”, y de cuyos valores los morenistas se autoproclaman sucesores. Ese es un terreno fértil para un giro narrativo de Sheinbaum, acompañado de acciones concretas: llamar de inmediato a consultas al embajador mexicano en Tel Aviv, suspender relaciones diplomáticas y comerciales y escalonar a la ruptura total si Israel continúa por su deriva de destrucción que incluso lo arrastra a sí mismo.

Claudia Sheinbaum goza de la legitimidad de ser la presidenta más votada de la historia democrática del país. Aunque el actual tablero geopolítico y un aparente pragmatismo inmediato la contengan, puede confiar en que la sociedad que representa no le reprochará que México defienda la vida. En Gaza nos jugamos nuestra humanidad. Es tiempo, presidenta.

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