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Como juguetes, comida o composta: el árbol de Navidad encuentra una forma de desecharse de forma sustentable en el zoológico

Desde hace 20 años, parques como Africam Safari, en Puebla, o Zoofari, en Morelos, han encontrado formas de aprovechar los pinos naturales, que se descartan tras las fiestas de fin de año, en favor de las especies que albergan

Campaña del parque Africam Safari de conservación de vida silvestre en Puebla, México.
Campaña del parque Africam Safari de conservación de vida silvestre en Puebla, México.Africam Safari
Andrés Rodríguez

La escena es divertida y a la vez enternecedora. Los cuidadores del parque Africam Safari, en Puebla, cargan y caminan sosteniendo en sus manos pedazos de pinos naturales. A medida que se acercan al área de los elefantes, estos, al notar la presencia del personal del zoológico, comienzan a levantar sus trompas como señal de espera y felicidad al ver lo que cargan. Al recibirlos, algunos de estos mamíferos comienzan a jugar con los retazos, mientras que otros los despedazan para comer pedazos de ramas y hojas que aún se mantienen relativamente frescas. Los árboles provienen de distintos hogares que, tras el final de las fiestas navideñas, encuentran un segundo uso para ser desechados de forma sustentable.

La campaña del parque de conservación de vida silvestre en Puebla, que se viene realizando desde hace 20 años, nació con el objetivo de que los árboles que se usan durante las fiestas decembrinas no terminen en el relleno sanitario o abandonados en lotes baldíos o en la calle, motivo por el que se busca darles un uso sustentable y para actividades de enriquecimiento del comportamiento animal.

Los pinitos de Navidad llegan al parque, se limpian, dependiendo de la actividad que se vaya a utilizar, se pueden cortar en trozos o dejar enteros. Y se le proporciona a los animales para que jueguen y gasten energía. O también para que lo mastiquen. No propiamente como un alimento, sino más bien como una botana. Para ellos es interesante, porque representa un sabor completamente diferente al cotidiano”, afirma Gloria Rodríguez, supervisora de seguridad y medioambiente en Africam Safari.

Por cada abeto que se entrega a Africam Safari en los puntos de acopio, el parque obsequia un cupón para que dos personas puedan visitar sus instalaciones. La recolección de pino se realizará hasta el 15 de febrero. Estos árboles favorecen a especies como los chimpancés, leones, elefantes, bisontes, a diferentes tipos de antílopes, venados, pecaríes, entre otros.

Otros de los usos para los árboles de Navidad en Africam Safari son para que algunas aves aniden; o también para retirar las ramas y elaborar composta como mejorador de suelo en los terrenos alrededor del parque y en la región natural de Valsequillo para regenerar el suelo y la vegetación. “También utilizamos los troncos para formar barreras. Estas nos permiten retener la superficie para evitar la erosión hídrica principalmente del suelo”, complementa Rodríguez.

Desde hace 20 años, el parque Africam Safari es punto de acopio de los pino de Navidad para comida de los animales que alberga.
Desde hace 20 años, el parque Africam Safari es punto de acopio de los pino de Navidad para comida de los animales que alberga.Africam Safari (Africam Safari)

Retorno de los insumos al proceso productivo

En el Centro de Conservación Zoofari, en Cuernavaca, Morelos, también han adoptado esta misma iniciativa desde hace aproximadamente 10 años. Inicialmente, la socializaban solo entre los colaboradores de la institución, pero este año decidieron hacerla accesible al público que entregue su abeto en el parque Barranca Chapultepec, para recibir un acceso gratis a sus instalaciones.

“El contar con árboles de Navidad secos nos es de gran ayuda porque es un complemento para el ramoneo [cortar o hacer podas de ciertos árboles]. Los animales gozan y lo disfrutan mucho, porque es un aroma diferente y solo les ofrecemos una vez al año. Además ofrecemos una solución para que no acaban abandonados sin saber qué hacer con ellos”, explica Marcos Oteiza, director de Zoofari.

La recomendación de Oteiza para los que quieran colaborar, que pueden hacerlo hasta el 30 de enero, es que, desde luego, sea un árbol natural, que no venga pintado, ya que algunos son decorados con pintura blanca, que no lleve adornos, ni alambres, clavos, o ganchos. “Nada que pudiera dañar a los animales que vayan a consumirlo”, añade.

Desde que comenzó la campaña hace dos décadas en Puebla, en Africam Safari calculan que se han recuperado más de 120.000 árboles. La meta que se han fijado este año es intentar recolectar al menos 5.000 pinos. Según la Comisión Nacional Forestal, en 2024 se comercializaron más de un millón de árboles para las fiestas decembrinas, de los cuales 200.000 provienen de plantadores mexicanos, mientras que el resto son importados de Estados Unidos y Canadá.

De acuerdo con la Organización No Gubernamental One Tree Planted, un abeto natural que termina como abono, en astillas o como leña para fogata, genera 3,5 kilogramos de huella de CO2; o casi lo que equivale un recorrido de 14 kilómetros en la línea 4 de Metrobús, en Ciudad de México, desde la estación de Buena Vista a la parada de San Lázaro, en la alcaldía Venustiano Carranza, según datos de un informe de El Poder del Consumidor.

Roberto Lindig, especialista en restauración ambiental en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, hace hincapié en la importancia de pensar en todo el ciclo de vida del árbol de Navidad. No sólo en su producción y su venta, sino qué se va a hacer con él. “Si se arroja a este a un basurero de relleno sanitario, no es el mejor uso que se puede dar de ese árbol. No se puede convertir en productos útiles y yo creo que establecer esa cadena de aprovechamiento sería muy importante”, dice.

Sin embargo, si ese árbol natural no es desechado apropiadamente y termina descomponiéndose en un basurero, su huella se incrementa significativamente a 16 kilogramos. “Es muy valiosa esta actividad y cada año se suman diferentes municipios. El objetivo es buscar un retorno de los insumos naturales al proceso productivo. Al separar los arbolitos del proceso de desecho en un deposito sanitario se genera menos daño al medio ambiente. Es como una economía circular”, finaliza Rodríguez.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México
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