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Jaime Maussan, un periodista de otro planeta: “Méteme a debatir con cualquier científico, lo voy a hacer pedazos”

El defensor de la existencia de los ovnis más famoso de México recibe a EL PAÍS en su casa, subterránea y fusionada con la naturaleza, para hablar de su encuentro con aliens, cuando escuchó a la Virgen de Guadalupe o su intervención en el Congreso

Jaime Maussan
Jaime Maussan en su casa en el Desierto de los Leones, en Ciudad de México, el 11 de enero.Aggi Garduño
Alejandro Santos Cid

Jaime Maussan ha visto cosas que nosotros no creeríamos. Extraños sucesos que, para el ojo no entrenado, pueden parecer irrelevantes e inconexos, delirios incluso, pero que para él, tres décadas de carrera descifrando el cielo y sus mensajes ocultos en vídeos de baja resolución o solitarios avistamientos de madrugada, son pistas irrefutables de la existencia de vida más allá de la Tierra. La primera vez fue una noche de 1991 en la Basílica de Guadalupe en que la misma Virgen le habló, muy enfadada, dentro de su cabeza. Se llevó un susto de muerte. Los escépticos dirán que es mentira; los ingenuos lo llamarán milagro. “Creo que es un fenómeno que podría estar más relacionado con presencias inteligentes”, refuta él. Porque, ¿qué es, en el fondo, el Antiguo Testamento, sino la historia de un ser de otra galaxia, llegado a nuestro planeta a través de un portal interdimensional —como, por cierto, el que esconde el volcán Popocatépetl, que Maussan monitorea con una cámara— para sembrar las ideas que salvarán a la humanidad de su autodestrucción? “¿Tú cómo me puedes explicar a Jesús?”, reta, y cita el Evangelio de Juan, 18:36-40: “Mi reino no es de este mundo”.

Es un día cenizo de enero en Ciudad de México, lluvioso, con algo de niebla, de esos ideales para contactar con inteligencias extraplanetarias. Maussan recibe en su hogar, excavado en una colina del Desierto de los Leones, un alarde arquitectónico de vivienda sostenible fusionada con el bosque. Tres casas subterráneas, unidas por largas galerías bajo las que corren riachuelos y las raíces de los árboles se funden con los cimientos; habitaciones redondas acabadas en cúpulas, construidas con ladrillos de adobe tecnificado, cocinados a partir de la tierra que extrajeron en la obra; una torre sacada de una novela de Philip K. Dick, revestida de cobre y en forma de pirámide cuadrada, forrada en el interior con la madera de un tronco seco que antes se alzaba en este mismo lugar; otras dos cabañas de madera de más de 150 años rehabilitadas. Tres décadas en la tele hablando de marcianos dan mucho dinero.

Él va como suele ir: chaleco de explorador, pantalones crema, la barba bien delineada, el pelo pulcramente blanco, de anuncio, la raya a la izquierda. Está en uno de los salones de la casa, en la torre, sentado en un sofá de cuero marrón. Cada tanto su walkie-talkie suena con algún mensaje de su seguridad privada, tres personas que vigilan la finca las 24 horas, o de los trabajadores, cuatro o cinco personas que mantienen a punto las tres hectáreas de propiedad.

Comedor en una de las cabañas de la finca de Jaime Maussan.
Comedor en una de las cabañas de la finca de Jaime Maussan.Aggi Garduño

La primera vez que fue testigo de las inteligencias que nos rodean, aquel mano a mano con la Virgen de Guadalupe, solo oyó una voz en su cabeza. Narra la experiencia casi palabra por palabra a como ya se lo contó hace un tiempo a la periodista Adela Micha: grababa un programa sobre la Virgen en la Basílica, se quedó solo con su imagen porque el resto del equipo salió a fumar, la miró a los ojos y fue cayendo en ellos, como si sus iris fueran un pozo, hasta que sintió un golpe en la nuca y una voz que le decía: “¿Qué quieres de mí?”. Por alguna razón, este hombre sin miedo a revelar lo oculto no contó la experiencia en público hasta más de dos décadas después.

Tendrían que pasar algunos años para ver con sus propios ojos la siguiente pieza del rompecabezas. Una noche del último año del pasado milenio, Maussan dormía ya dentro de su saco de dormir en algún punto de la sierra de La Rumorosa, rocas y desierto pelado en la frontera entre Tecate y California. Un par de años antes, tres montañistas perdidos tuvieron que pasar la noche en esos parajes. Como escuchaban a las víboras acercarse, se refugiaron en un árbol a esperar la luz de la mañana. Desde ahí vieron a unos seres fosforescentes rodearles en actitud amistosa. Tras la pista de esos extraños humanoides de colores, Maussan acudió al lugar junto a los tres jóvenes, un guía y un miembro de su equipo, pero después de un día de agotadora marcha por el desierto, ya no tenía el cuerpo para ovnis. Sus acompañantes lo despertaron a las dos de la mañana:

—Jaime, ven, ven, ven, ven.

“Yo no hacía caso, hacía como que no escuchaba, me siguieron llamando hasta que: ‘Bueno, ¿qué quieren?’”

—Ven a ver esto

—Si es un ovni grábenlo, mañana lo veo.

—No, no, no, no, no, ven ahora.

Jaime Maussan en su habitación, con paredes circulares de ladrillo de adobe tecnificado y techo en cúpula.
Jaime Maussan en su habitación, con paredes circulares de ladrillo de adobe tecnificado y techo en cúpula. Aggi Garduño

Así que, enfadado, medio dormido, salió a ver. Y ahí estaban, en una cañada bajo el campamento, dos de los seres fosforescentes. “Traía una cámara de visión nocturna de esas de primerísima generación y traté de grabar, pero no se grabó. Estaban como platicando. Sus ojos brillaban muchísimo. Cinco minutos después se desvanecieron. ¿Que si hablé con ellos? No. ¿Que si he tenido comunicación con seres? No. ¿Que si tengo redes telepáticas? No, no, no”. Porque Maussan, en realidad, es un tipo pragmático. Si le preguntan, responderá que no es ufólogo, sino periodista. “Sigo siendo escéptico, pero el que investiga y encuentra no se puede hacer el tonto”. De hecho, su teoría sobre Cristo tiene raíces en el astrofísico ruso Nikolái Kardashev y su famosa escala para medir el desarrollo de las civilizaciones: Jesús de Nazaret era un ser de tipo III, “seres eternos, pueden ir de una galaxia a otra por su nivel de desarrollo”.

Momias y fraudes

Pero vayamos por partes. ¿Quién es Jaime Maussan? Alguna vez fue un periodista al uso, tres veces ganador del Premio Nacional de Periodismo; su trabajo, reconocido en el Capitolio de Washington; pionero en la cobertura medioambientalista, reportero de mirada aguda para temas sociales. En los 80 se cruzó en su camino un suizo que decía tener pruebas de la existencia de ovnis. Maussan las encontró convincentes y le hizo un reportaje para 60 Minutos, donde trabajaba. Ahí cambió todo. Había saboreado el gusto por lo extraterrestre y los problemas estrictamente terrícolas sabían a poco ya. En 1991 batió récords en la televisión mexicana como invitado a ¿Y usted que opina?, de Nino Canún, 11 horas y media de programa en directo debatiendo sobre marcianos. Al día siguiente, “medio México hablaba de ello”. Le llovieron las invitaciones para dar conferencias por medio mundo. Televisa le ofreció su propio programa, Tercer Milenio, que continúa 30 años después.

En 2023, su cara apareció en los principales periódicos internacionales. The New York Times, The Guardian, The Independent, Al Jazeera... Había sido invitado al Congreso mexicano para intentar convencer a los diputados de la existencia de vida extraterrestre. No fue solo, llevó dos momias que él defiende, como se defienden los asuntos que son a vida a muerte, que pertenecen a una civilización extraterrestre, encontradas en Perú en 2017. El consenso de la comunidad científica es que se trata del mayor fraude de una carrera llena de ellos. Él dice que esos comentarios ya no le importan, que el tiempo pondrá a cada uno en su lugar, pero es un camino solitario el de Maussan, desgastante, casi bíblico, según como se mire, en el que se enfrenta a los falsos profetas y la falta de fe, a los repetidos insultos del público y el establishment científico, que lo llevan, de tanto en tanto, a estallar ante algún periodista poco propenso a creer. Da igual, él tiene una misión: “La guerra que estamos enfrentando es muy difícil, pero la vamos a ganar. En beneficio de la humanidad”.

Habla de los drones que han sobrevolado la costa este de Estados Unidos que para él, claramente, no son drones, sino, de nuevo, inteligencias. “Hemos sido tan lavados del cerebro que cuando se habla de esto parece que uno se acerca a la locura”.

—¿Quién nos ha lavado el cerebro?

—Los gobiernos, especialmente el de los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque es un cambio de paradigma. ¿Te imaginas que en 1947 cuando se encontró la nave en Roswell con los seres se hubiera dicho con honestidad que había caído una nave extraterrestre en la Tierra? El mundo sería muy distinto. Yo creo que se cometió un gran crimen al engañar a la humanidad.

Una torre de madera recubierta de cobre con forma de pirámide cuadrada forma parte del conjunto de casas de Maussan.
Una torre de madera recubierta de cobre con forma de pirámide cuadrada forma parte del conjunto de casas de Maussan.Aggi Garduño

Así es Maussan. No hace falta preguntarle mucho, porque él solo se pregunta y se responde, constantemente, una especie de monólogo interno en voz alta, con público más que interlocutores. Serán los años en la tele. Vuelve a los portales interdimensionales como el del Popo, por cuyo cráter, al parecer, circulan objetos voladores. “No puedo demostrarlo, pero resulta evidente que son utilizados por otras inteligencias para llegar de manera instantánea desde lugares muy lejanos a la Tierra”. Y añade: “No hay que alucinar ni nada, hay que ver las cosas como son”. A veces puede ser gracioso.

Otras veces no lo es tanto. Como cuando asegura que su nueva línea de suplementos alimenticios a base de algas marinas mantiene con vida a niños con leucemia a los que la quimioterapia no les funciona, una afirmación peligrosa y mil veces rebatida por la comunidad médica cuando, de tanto en tanto, aparece algún nuevo y milagroso pseudomedicamento de herbolario. “Casi desaparece la diabetes, pero no desaparece. Casi desaparece el cáncer, pero no desaparece”, matizará después. “Yo mismo soy un ejemplo. Tengo 71 años, voy a cumplir 72, y estoy como nuevo, hermano, no tengo una sola enfermedad”, dice, mientras estornuda. “Bueno, me dio gripa. Pero no tengo mala próstata, ni el hígado, ni los riñones, ni el corazón. Tengo muchísima energía. Trabajo todos los días de 10 a 12 horas”.

Otro tema sensible es el supuesto descubrimiento de las momias extraterrestres de Perú, las que presentó en el Congreso. Thierry Jamin, un explorador francés al que la comunidad científica suele añadirle el prefijo “pseudo” —pseudohistoriador, pseudoarqueólogo—, dijo haberlas descubierto en 2017. Maussan se interesó. Fue a investigarlas con un grupo de “científicos”. “Encontramos que había cadáveres momificados o más bien desecados de seres de dos especies distintas, una de 60 centímetros, las otras prácticamente humanas, con tres dedos enormes en cada mano y en cada pie, las cabezas alargadas, los huesos muy gruesos, la cuenca de los ojos muy grande”. Dice que hicieron análisis de ADN y de Carbono-14, que los restos tenían una antigüedad de entre 1.000 y 2.000 años.

“Hay dos posibilidades. Una, que sea una especie distinta que apareció así súbitamente y desapareció sin dejar rastro. La otra es que sean extraterrestres. ¿Por qué creo que son extraterrestres? Porque la mayoría tienen implantes de metales muy raros dentro del cuerpo”. Hay una tercera posibilidad, en la que concuerda la comunidad científica internacional, además del Gobierno de Perú: que las momias sean un fraude. Cuando se le señala esto, Maussan se agita, sube la voz, gesticula nerviosamente. Hay un punto de agresividad y de cansancio por ser cuestionado de nuevo. Los científicos, dice, están en su contra, tienen miedo de que el descubrimiento cambie la historia de la humanidad.

Recreación de una de las supuestas momias extraterrestres que Maussan presentó ante el Congreso de México en 2023.
Recreación de una de las supuestas momias extraterrestres que Maussan presentó ante el Congreso de México en 2023.Aggi Garduño

—¿Por qué?

—Me detestan en muchos sentidos, porque les digo la verdad, porque ellos no investigan. Méteme a debatir con cualquier científico, lo voy a hacer pedazos.

Así que ha denunciado al Gobierno de Perú, un juicio que le está costando una fortuna, pero una bien invertida, porque no hay manera de que los peruanos ganen, augura. “Los cuerpos no fueron modificados, esa es una mentira enorme, pero no se habían encontrado con una persona tan decidida como yo. Quiero llevar los cuerpos a las mejores universidades, que determinen si son reales o no. Cuando lo hagan, la humanidad se va a ir de espaldas”.

Y así transcurre el resto de la entrevista, más de una hora y medio de charla por esos derroteros. Después, les mostrará a los periodistas su impresionante residencia, se tomará las últimas fotografías para el artículo y, antes de despedirse, hablando ya de todo un poco, comentará de pasada:

—¿Y qué te pareció lo de [el presidente de Venezuela, Nicolás] Maduro? El tipo está realmente demente.

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Sobre la firma

Alejandro Santos Cid
Reportero en El País México desde 2021. Es licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad Autónoma de Madrid y máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre la actualidad mexicana con especial interés por temas migratorios, derechos humanos, violencia política y cultura.
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