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Encuentran los cadáveres de 11 personas en una camioneta en Chilpancingo

El hallazgo se produce horas después de que el Ejército anunciara un operativo para ubicar a 17 personas, supuestamente secuestradas por el grupo criminal Los Ardillos. Entre los muertos hay dos mujeres y dos menores

Integrantes del Ejercito mexicano resguardan las instalaciones de la FGE tras el hallazgo de una camioneta con los cuerpos de once personas, este jueves en Chilpancingo, Guerrero.
Integrantes del Ejercito mexicano resguardan las instalaciones de la FGE tras el hallazgo de una camioneta con los cuerpos de once personas, este jueves en Chilpancingo, Guerrero.José Luis de la Cruz (EFE)
Pablo Ferri

La Fiscalía del Estado de Guerrero ha confirmado este jueves el hallazgo de 11 cadáveres, la noche del miércoles, en la batea de una camioneta en Chilpancingo, la capital. Quien fuera que manejara el vehículo, lo dejó abandonado sobre el bulevar Vicente Guerrero, nombre que toma la autopista México-Acapulco, a su paso por la ciudad. Lo hizo a la altura del Parador del Marqués, en el sur. Según medios locales, el hedor que desprendía la camioneta alertó a vecinos y viandantes. Las autoridades llegaron al lugar en la noche y se llevaron el vehículo a las instalaciones de la Fiscalía.

Este jueves, la agencia investigadora ha confirmado el hallazgo de los cuerpos en la camioneta, nueve hombres, dos menores de edad, y dos mujeres. En un comunicado publicado poco antes de las 7.00, la dependencia señala que “un equipo especializado en identificación humana de la fiscalía realiza, bajo el protocolo de perspectiva de género, los trabajos técnicos y científicos necesarios para la plena identificación de los cuerpos”. La dependencia no aclara en qué estado han encontrado los cadáveres, pero sí ha dicho que ha iniciado una investigación por homicidio.

Además de dibujar el estado de las cosas en Guerrero, la macabra escena interpela los últimos acontecimientos del centro del Estado. Desde finales de octubre, diferentes integrantes de una familia de Chautipan, una comunidad de Chilpancingo, han desaparecido en las inmediaciones de El Epazote, en Chilapa. Los primeros, el 21 de octubre, seis en total, parece que salieron de Chautipan a vender trastes de cocina, ocupación habitual de la familia. Pero ya no volvieron. En días siguientes salieron otros dos grupos para buscar a los primeros, hasta sumar 17. Ninguno volvió.

La Fiscalía del Estado implementó un operativo de búsqueda, e incluso ofreció recompensas por información que pudiera ayudar en la ubicación de los desaparecidos. Este miércoles, el comandante de la 35ª Zona Militar, el general Jorge Pedro Nieto Sánchez, elevó el tono y señaló de la desaparición al grupo criminal Los Ardillos, que tiene su bastión en Quechultenango, entre Chilpancingo y Chilapa. El jefe militar anunció el despligue de cientos de soldados para dar con el paradero de los desaparecidos. El hallazgo del miércoles por la noche en la capital podría estar vinculado a las desaparición de los 17 y los operativos de búsqueda, instancia que deberán confirmas las autoridades.

Un equipo forense acude al Parador del Marqués, en la autopista México-Acapulco donde fue encontrada la camioneta con los cuerpos de once personas.
Un equipo forense acude al Parador del Marqués, en la autopista México-Acapulco donde fue encontrada la camioneta con los cuerpos de once personas.RR SS

Más allá de los detalles de la búsqueda y los señalamientos del Ejército, el caso prueba la descomposición del centro del Estado, de Guerrero en general, y de tantas otras regiones de México, sometidas a un régimen mafioso, en que grupos criminales tratan de concentrar la mayor cantidad de poder posible, mediante el control de actividades económicas, legales e ilegales. El centro de Guerrero, por ejemplo, vivió una guerra sin cuartel a principios de año, entre los mismos Ardillos y Los Tlacos, grupo criminal antaño vinculado a la producción de opio, en la sierra. Unos y otros peleaban por el control de rutas de transporte, mercados, tianguis...

En aquella ocasión, las cosas parecían arreglarse, intervención de la iglesia mediante. Las peleas cesaron y los muertos dejaron de regar las calles. Pero el equilibrio duró apenas unos meses. En las elecciones de junio, la coalición PRI-PAN-PRD arrebató la alcaldía de Chilpancingo a Morena. El nuevo alcalde, Alejandro Arcos, asumió el cargo a principios de octubre, pero apenas unos días después apareció asesinado en la capital, su cabeza en el toldo de su camioneta. Arcos moría asesinado, igual que lo hizo, días antes, su secretario de Gobierno, número dos del ayuntamiento, y antes aún, el militar que iba a encabezar la policía municipal.

Aunque las autoridades no han señalado directamente a nadie de los atentados, el Gobierno federal apunta a Los Ardillos, grupo que comanda Celso Ortega. Según varias fuentes consultadas estos últimos dos años, Ortega es un personaje de gran importancia política en la región. El presunto líder criminal ha apoyado al PRI en el centro del Estado, en estas elecciones y en las anteriores. Su hermano, Bernardo, ha sido una de las figuras más importantes del PRD en la zona. El secretario de seguridad Federal, Omar García Harfuch, señaló que, antes de morir asesinado, Arcos había acudido a una reunión sin escoltas, en un área dominada por Los Ardillos...

Ese es el contexto de la desaparición de los 17 de Chautipan y la aparición de 11 cuerpos en Chilpancingo, anoche. En redes sociales se ha especulado sobre los motivos de la desaparición de los primeros, siempre en la lógica de lo que hicieron o dejaron de hacer, de los errores que cometieron, como si desaparecer o morir asesinado sea un castigo lógico y aceptado. En esta ocasión, el error o el delito fue que los 17 o parte de ellos habrían estado espiando a Los Ardillos en su territorio, por mandato de un grupo rival. Sea por ese motivo u otro, lo cierto es que la violencia en el Estado está desatada, y no solo en el centro. En Acapulco, cinco personas de una familia murieron asesinadas en su casa el lunes, y otras dos resultaros heridas.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).
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