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Trata de personas, complicidad estatal y feminicidios: un documental retrata el horror oculto tras la web de Zona Divas

‘El Portal’, una miniserie de Netflix, da voz a las supervivientes y a las familias de las víctimas de esta red en línea que captaba a mujeres de Sudamérica para llevarlas a México, donde eran explotadas sexualmente

Un fotograma del documental 'El portal'.
Un fotograma del documental 'El portal'.Netflix
Andrés Rodríguez

Kenni Finol, de 23 años, abandonó Venezuela con un objetivo: no ver morir a su madre. Esta padecía una condición del corazón y debido a la crisis económica, social y política que persiste en ese país desde hace más de dos décadas, era difícil conseguirle los medicamentos que la ayudaban con su padecimiento. Partió hacia México con un fin que trataría de cumplir a pesar de todo. Sus hermanas recuerdan que crecieron entre mucha pobreza y “malandraje” en el barrio 1 de mayo, en el Estado de Zulia. Uno de los máximos deseos de Kenni era comprarle una casa a su progenitora, porque la había agobiado mucho tener que mudarse constantemente durante su infancia. “Con lo poco que tenía, era muy inquieta con esa actitud que tenía y sex appeal”, recuerda Massiel, su hermana mayor.

Finol fue captada por personas a cargo de una web que ofrecía servicios de escorts a través de internet. La web zonadivas.com, en funcionamiento a través de distintas URL’s desde 2001, se presentaba como un catálogo en línea que ofrecía servicios de compañía y le daba un contrato, refrendado por un notario, que indicaba que el trabajo lo realizaba de forma libre y voluntaria y que su único convenio entre ambas partes era de publicidad. Con el tiempo, la joven venezolana se convirtió en la imagen de este negocio. “Era la muñeca más cara de la vitrina. Extrovertida, alegre, bellísima”, la recuerda un amigo, quien además era su estilista.

Por fuera parecía una historia en la que Finol, bajo sus propios términos, había encontrado la forma de sacar a su familia adelante. Sin embargo, el trasfondo ocultaba una experiencia de horror. “Kenni lloraba mucho. Decía que el cuerpo le dolía demasiado. No nos contaba todo tan cruel como fue en realidad. Entrar a esa vida es fácil, pero que difícil es salir”, recuerda su hermana. Su cadáver, con señas de tortura y el rostro completamente desfigurado, apareció el 25 de febrero de 2018 en la colonia Jardines de Santa Clara, en Ecatepec. Su muerte formó parte de una ola de feminicidios en la capital, todas mujeres que se encontraban dentro del catálogo de zonadivas.com, una organización criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres extranjeras.

Cinco años después de los sucesos, El Portal, la historia oculta de Zona Divas, una miniserie documental de Netflix —disponible desde el 5 de septiembre—, da voz a las supervivientes y a las familias de las víctimas de esta red de explotación sexual. “Algo que creo que es muy importante de la serie es que mucho de este caso se ha abordado desde la investigación de la Fiscalía, desde los documentos del caso, lo que se sabía del modus operandi de captación para todo lo que se ve en respecto a la trata, al trabajo sexual forzado, pero creo que hasta ahora no se había recuperado las voces de las sobrevivientes”, recalca Fernanda Valadez, quien junto a Astrid Rondero estuvieron a cargo de la realización de la producción documental.

Fernanda Valadez, el 4 de septiembre en Ciudad de México.
Fernanda Valadez, el 4 de septiembre en Ciudad de México.Isaac Esquivel (EFE)

Finol, Wendy, Génesis, Andreína y Karen, quienes fueron asesinadas entre 2017 y 2018, “ninguna se fue por llenar su ego y darse una vida de lujo”, según recuerda uno de sus allegados en la serie. Estas abandonaron sus países por la situación precaria en la que se encontraban o por ayudar a un miembro de su familia. Brenda Stewart, una de las mujeres que logró separarse de Zona Divas, contaba ante la cámara para la serie: “Todos los días se iba muriendo alguna o era una por semana. La percepción era que iban a morir todas. Era una especie de El juego del miedo”.

No fue el caso de todas, pero una gran mayoría de las mujeres que fueron captadas por el portal, fueron convencidas con condiciones que al momento de su llegada a México no eran las que habían acordado. A muchas de ellas las despojaron de su documentación y otras fueron forzadas a prostituirse a pesar de que se les habían ofrecido trabajos de limpieza y de tareas del hogar. Las obligaban a cumplir jornadas extenuantes con hasta 10 servicios al día para cubrir la deuda por los pasajes de avión, por el servicio de vivienda, transporte, sesiones fotográficas y el espacio publicitario que se les otorgaba dentro de la página de zonadivas.com.

Candice Miller, otra de las mujeres que logró escapar de la red de trata, recuerda que si cobraban 2.500 pesos por servicio, les descontaban 400 por el taxi, 700 por la comida y los administradores de la página se quedaban con 1.000 de comisión. Posteriormente descubrieron que en el departamento donde dormían en literas, una encima de la otra, la renta costaba 10.000 pesos, sin embargo a cada una le cobraban 7.500. La web zonadivas.com, administrada y creada por Ignacio Santoyo El Soni y José Antonio Villeda El Toni, contaba con al menos 25 pestañas dentro de la página en las que se ofrecía los servicios de 35 mujeres en cada una.

Una amiga de Wendy, que mantiene el anonimato en la serie, revela que tras tres meses y haber cubierto la deuda que habían asumido por ser llevadas hasta México, les seguían cobrando por cosas no estipuladas. Decidieron irse a Puebla, pero las bloquearon de la página. Comenzaron las amenazas, diciéndoles que si no iban a trabajar con ellos era preferible que dejaran el país.

“Queríamos volver a Venezuela, pero no podíamos trabajar. No teníamos dinero para los vuelos. La única forma de trabajar era con Soni. Siempre que pasaba algo con cualquier chica o cualquier problema con la agencia, te bloqueaba y el requisito que ponía para volver a la página era una fiesta con drogas, hacer tríos, estar mujer con mujer para satisfacer sus deseos sexuales. Wendy y yo lo hicimos. Fuimos a una fiesta con Soni y ese día tuvimos que tener sexo con él sin protección. Era la única forma que teníamos de trabajar”, recuerda.

Un fotograma del documental.
Un fotograma del documental.Netflix

La investigación, que comenzó hace tres años y se refleja en cuatro episodios, cuenta con un material de archivo que permite al público adentrarse en el proceso de trata en distintos países y el rastro de ese viaje en el que es “muy difícil de juntar las piezas”, explica Rondero. “La serie nos muestra cómo son enganchadas y cómo ellas, después dentro de esa misma vorágine que es la trata, terminan ellas un poco en algunos casos replicando o siendo parte de esa cadena que, al final, eso no las hace menos víctimas. La Fiscalía aquí en México debería reflexionar para que este delito realmente persiga las cabezas y no a las mujeres que han sido tratadas. Si uno analiza históricamente las personas que se encuentran presas, la mayor parte de ellas son mujeres”, afirma la codirectora.

La serie documental pone también el foco sobre el involucramiento del Estado, a través de la Fiscalía y el Instituto Nacional de Migración, para que estos grupos criminales hayan podido operar de manera impune. Asimismo, El Portal recurre a material de archivo de las conversaciones entre las víctimas y sus familias, así como testimonios de hombres que fueron clientes de zonadivas.com.

“Lo importante del documental es poner estos temas en la mesa, en el diálogo social para que visibilice la cadena completa. Luego pasa que son temas tabú que no se hablan, y entonces están pasando al lado de ti o en tu colonia, en tu cuadra, con tu vecino, tu primo y como que nadie se da cuenta y nadie lo quiere ver. Creemos que al exponer la cadena completa, incluso gente que lo consume, o que conoce gente que consume, va a ser un poco más consciente también de todo lo que implica esto que tienen en frente”, explica Ivonne Gutiérrez, una de las productoras.

Una de las dificultades, cuenta Valadez, fue la restricción por parte de la Fiscalía a la información de varios de los casos, lo que ocasionó que el trabajo de investigación se empantane en distintos momentos del proceso. Esto también, en parte, porque las mujeres que fueron forzadas por esta organización criminal no tenían la libertad ni la confianza de acudir o pedir ayuda a las autoridades porque estos eran “un enemigo”, ya que la policía y las autoridades migratorias las extorsionaban. “El riesgo que corrían por la corrupción de las autoridades era muy grande”, complementa la codirectora.

“Es una estructura que no fue vulnerada, más al contrario fue atomizada. Eso fue una de las cosas importantes que fuimos entendiendo en el equipo. No es una estructura piramidal o una estructura criminal de una sola cabeza, sino son múltiples células operando paralelamente, lo cual lo hace muy complejo, que aunque Zona Divas fue desmantelada, no así esta red criminal de muchas cabezas que sigue operando en México”, afirma Rondero.

Tanto las directoras, como el equipo de producción e investigación se tomaron con mucha responsabilidad abordar esta producción desde el género de True Crime, un formato que se ha vuelto popular en los últimos años para reactivar o profundizar en sucesos o investigaciones criminales que conmocionaron a la sociedad o que no tuvieron una resolución definitoria.

“La investigación fue muy rigurosa y cuidadosa de cómo se presentaron estos crímenes. Al final de cuentas, es importante tener mucho cuidado de no romantizar al criminal y el crimen. Era bien importante para nosotras mantener un rigor periodístico, la ética. Cuidar mucho el no revictimizar y todas las cuestiones en las cuales se puede caer al hacer un True Crime”, precisa Gutiérrez.

México es un país de origen, de tránsito y de destino de víctimas de trata con fines de explotación sexual. De 2015 a 2023, en el país se ha registrado 4.633 mujeres víctimas, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El 41% de las víctimas consiguen escapar y ponerse en contacto con las autoridades por iniciativa propia a medida que las respuestas institucionales son insuficientes, según el Informe Mundial sobre Trata de Personas 2022. “Creo que es un formato [el True Crime] que particularmente en Latinoamérica y en México podría poner en la discusión la impartición de justicia, que sabemos que está en el 98% de impunidad. Por eso un caso como el de Zona Divas es un botón de muestra de la situación tan vulnerable en la que se encuentran las mujeres particularmente víctimas de trata”, finaliza Rondero.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México
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