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Liberado Osiel Cárdenas Guillén, sanguinario jefe del Cartel del Golfo y Los Zetas

El capo de 57 años, uno de los criminales más poderosos y temidos de México, sale de una cárcel de alta seguridad en Estados Unidos tras purgar una condena de 21 años

El narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén durante su extradición a Estados Unidos, en enero de 2007.
El narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén durante su extradición a Estados Unidos, en enero de 2007.
Elías Camhaji

La larga espera de Osiel Cárdenas Guillén ha terminado. El narcotraficante de 57 años, líder histórico del Cartel del Golfo y una figura clave en el ascenso de Los Zetas a las primeras ligas del mundo criminal, fue liberado este viernes tras purgar una condena de 21 años de cárcel, de acuerdo con las autoridades de Estados Unidos. También conocido como El Ingeniero o El Mata Amigos, Washington lo acusó de comandar un vasto imperio criminal que movió toneladas de marihuana y cocaína, obtuvo ganancias millonarias y sembró terror en ambos lados de la frontera durante los años 2000.

Cárdenas Guillén fue capturado en marzo de 2003 en medio de un tiroteo que hizo llover fuego durante horas en la ciudad fronteriza de Matamoros (Tamaulipas), su tierra natal y principal base de operaciones. Llevaba al menos cinco años al frente del Cartel del Golfo, que históricamente ha dominado las rutas de droga que entran por el sur de Texas. Los orígenes de la organización se remontan a los años de la prohibición y al tráfico de whisky en la década de 1930, pero su presencia se catapultó después de que sellaron un pacto de protección con las fuerzas del orden en México y una alianza con el Cartel de Cali de Colombia a finales de los 90. La prensa mexicana afirma que Cárdenas Guillén se ganó el apodo de El Mata Amigos por estar detrás del asesinato de Salvador Gómez Herrera, uno de sus aliados más cercanos y antiguo jefe de la organización criminal.

El ingeniero empezó desde abajo: trabajó primero para policías federales, adiestrando perros entrenados para detectar drogas, hasta subir en los rangos del grupo criminal como uno de los principales lugartenientes. Al momento de su caída era considerado el narco más poderoso de México, con más de 300 hombres a cargo de su seguridad. “Con él ya era mucho lo que estaba pasando”, declaró el general Clemente Vega, secretario de la Defensa Nacional, al confirmar el arresto. La detención se dio más de dos años antes del inicio de la guerra contra el narco que ha dejado cientos de miles de muertos en las últimas dos décadas en México.

El capo estuvo cuatro años en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez (Estado de México), la misma prisión de la que se fugó Joaquín El Chapo Guzmán en 2015. Pese a estar tras las rejas, siguió a la cabeza del cartel por medio de sus abogados. El Estado de Tamaulipas, su principal feudo, era uno de los territorios más codiciados por los carteles rivales por su cercanía a Estados Unidos y sus 370 kilómetros de frontera con Texas. Eso fue lo que le llevó a reclutar a un grupo de militares de las fuerzas especiales como sicarios a finales de los noventa: Los Zetas, que irrumpieron en la geopolítica criminal de México como el brazo armado del Cartel del Golfo.

Cárdenas Guillén era considerado un jefe criminal particularmente violento, que llevaba la riendas del cartel con puño de acero. Estados Unidos también le atribuía el intento de secuestro y asesinato de un agente de la DEA en 1999, de un agente encubierto del FBI que fue atrapado por sus hombres y de amenazar a un agente texano que obstaculizó la llegada de casi una tonelada de marihuana. El capo tenía también buena mano para los negocios y el lavado de dinero, al comandar una larga red de distribución de drogas que se extendía hasta grandes ciudades como Houston o Atlanta. En la época de bonanza, introducía entre cuatro y seis toneladas de cocaína cada mes. Llegó a ganar 41 millones dólares en un periodo de tres meses y medio tan solo en la zona metropolitana de Atlanta.

La Casa Blanca ya lo había puesto bajo la mira desde principios de los noventa, pero lo acusó formalmente hasta 2000. Tuvo que esperar siete años más para su extradición a Texas. Fue en 2010 cuando se declaró culpable de cinco cargos por narcotráfico, lavado de dinero y agresión a un agente federal. La juez lo condenó a 25 años de prisión, cuatro los purgó en México y 21 en diversas cárceles de Estados Unidos, así como a una multa de 50 millones de dólares. Su última parada fue en la penitenciaria de Terre Haute, en Indiana, donde fue trasladado en 2020. En México, la alianza entre el Cartel del Golfo y Los Zetas, que introdujeron la estructura y disciplina marcial a sus viejos aliados, se rompió el mismo año en que se le dictó sentencia. La ruptura se dio tras varios años de tensiones, encendidas por el asesinato de Ezequiel Cárdenas alias Tony Tormenta, su hermano, acusaciones de traición y el propio ascenso de los Zetas, que se hicieron uno de los actores más poderosos en los primeros años de la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012) y la guerra contra el narco.

El pago de la millonaria multa fue un acto de “justicia poética”, en palabras de las autoridades estadounidenses. Poco más de 29 millones de dólares fueron destinados a 12 corporaciones policiales de Texas que trabajaron durante más de 10 años para verlo caer. Cada jefe policial posó en 2012 con un cheque gigante, en sumas que iban desde los 1,1 a los 5,9 millones de dólares. Cárdenas Guillén escondía montañas de efectivo en sótanos y escondites: la justicia estadounidense realizó al menos 10 decomisos distintos durante las investigaciones, el mayor por 4,5 millones de dólares. Juan Jesús Guerrero Chapa, llamado el abogado del narco y una figura clave en el manejo de sus finanzas, fue asesinado en 2013 afuera de un centro comercial de Texas, una venganza después de que se filtrara que había colaborado con Estados Unidos.

El cerco contra el círculo cercano de El Ingeniero se ha estrechado desde su detención, incluso contra su familia. Osiel Cárdenas Jr., su hijo, se declaró culpable de tráfico de armas en 2022 y condenado el año pasado a nueve años de prisión. Rafael Cárdenas, su sobrino, fue sentenciado a 20 años por tráfico de drogas y lavado de dinero en 2014. José Alfredo Cárdenas El Contador, su sobrino y supuesto líder del Cartel del Golfo, fue detenido en 2022 al salir de un parque de diversiones de Ciudad de México. Tras múltiples dilaciones, un juez dio luz verde a su extradición este mes, aunque todavía debe ser aprobada por la Cancillería mexicana. Dos hijos de El Contador, Alan Alexis y Axel Alfredo Cárdenas, fueron acusados del secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses en Matamoros, el año pasado.

La sentencia contra Cárdenas Guillen contempla cinco años de libertad supervisada en Estados Unidos y se ha reportado que sigue bajo custodia de las autoridades migratorias. En las próximas horas se definirá si permanecerá en territorio estadounidense o será deportado a México, donde tiene varios procesos judiciales y órdenes de captura vigentes. En febrero obtuvo un amparo para no ser detenido por tráfico de armas en una causa que data de 2003. Cumplido el término en suelo estadounidense, las miradas están puestas en sus cuentas pendientes al sur de la frontera.

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Sobre la firma

Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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