Las creadoras de ‘Nadie nos va a extrañar’: “Las historias de adolescentes son universales. Uno nunca termina de crecer”
La codirectora, la guionista y la mente creativa de la serie adolescente mexicana detallan las claves que la han llevado a alcanzar el número uno en Amazon Prime en México
Año 1994. Cintas de casete, VHS y vochitos en las calles de Ciudad de México. Es el primer día de Memo (interpretado por Axel Madrazo) en una escuela preparatoria. Es un niño rico, sin muchos amigos y un tanto introvertido, pero pronto formará parte de un grupo de cuatro amigos eruditos que buscan lidiar con los problemas de la preparatoria de una manera particular, traficando con tareas y trabajos con sus compañeros. Todo ello, sin dejar de lado el huracán de emociones propias de esa etapa de la vida, una trama que se complica si los personajes no son los más populares de lugar. “Mantener el perfil bajo”, dirán en todo momento.
Es la trama de Nadie nos va a extrañar, la serie adolescente de ocho episodios estrenada el pasado 9 de agosto que ha logrado posicionarse en el número uno en Amazon Prime en México. Una de las directoras, Catalina Aguilar, la cocreadora, Adriana Pelusi, y la cabeza creativa de la serie, Silvana Aguirre, desmenuzan algunas de las claves que han llevado a la historia de los cinco adolescentes mexicanos a copar lo alto de una de las plataformas de contenido de referencia actual. “Las historias de adolescentes son universales. Uno nunca termina de crecer”, dejará como pista durante la conversación Aguilar.
Pregunta. ¿Cómo nace Nadie nos va a extrañar?
Adriana Pelusi. Gibran Portela (el otro guionista) y yo llevamos muchos años de ser amigos. En una ida a tomar cervezas, decidimos que queríamos escribir una serie. Lo que nos motivó primero es que fuera una serie sin celulares, que son como un impedimento dramático para los guionistas actualmente. Yo venía de escribir una serie, Control Z (2020), donde a los chicos les pasaban cosas muy grandilocuentes. Siempre decía que nunca había tenido una orgía, ni había muertos en mi prepa, ni nada por el estilo. Y queríamos escribir algo que le pasara más a los jóvenes, que les pasara de verdad. Allí surgió la idea.
P. ¿En qué creéis que puede diferenciarse de otras series de adolescentes?
A.P. Pensamos en chicos que no serían los protagonistas de las otras series. Nuestros chicos son todos muy monos y atractivos, pero no serían los protas. En las series mexicanas de jóvenes, por ejemplo, los protas tienden a ser niños ricos de dinero, de familias importantes, que hacen cosas como exacerbadas, que tienden a ser como todos blancos, tienden a ser todos guapísimos, tienden a hacer también como sus tramas. Si alguien es gay, no es el protagonista, es el amigo del protagonista, pero no la trama central.
P. Quizás la forma de enfrentar a los chicos populares sea diferencial.
A.P. Los bulean (acosan), los molestan y les dicen cosas y es difícil la vida para ellos, pero no es que ellos se sientan víctimas de lo que les sucede. El mundo todavía no está al nivel que requieren estos chicos, pero están bien consigo mimos. También quisimos darle la vuelta a los bullies (acosadores). Tienen posibilidades de redención, las chicas en especial. No son las chicas malas, como de Mean Girls y demás. Tienen sus propios problemas, también quieren tener amigos y que las quieran.
P. ¿Y por qué 1994? Fue una fecha convulsa para México.
A.P. Justo fue por eso. Queríamos un año que se sintiera como se sentían ellos. Como que las cosas igual van para mal, pero hay esperanzas. También es un guiñito para el espectador, que sabe lo que va a pasar al final del año. Ellos (los protagonistas) no lo saben, pero las vidas de varios están por cambiar todavía más.
P. La adolescencia es una época complicada. ¿Qué dificultades supone a la hora de crear un personaje?
A.P. Gibran y yo nos sentíamos como se sentían ellos cuando estábamos chavitos, entonces nos fue fácil como conectar. A lo mejor todavía nos sentimos un poquito así, que no pertenecemos del todo. Somos guionistas, siempre somos los raros en la fiesta. No estamos ahí siempre, no somos los más sociales ni los que hacemos las cosas correctas. Somos un poco los outsiders. Creo que nosotros llegamos a un punto con los adolescentes, pero lo que hace que se sientan vivos también fue el trabajo que hicieron Catalina y Samuel (Kishi, codirector) con los actores. Eso le da un plus, porque también podía haberse sentido como acartonados y planos.
P. ¿Hubo dificultades al tratar con los actores?
Catalina Aguilar. Lo que hubo fue mucha diversión, mucha conciencia de que queríamos hacerle justicia a cómo estaban escritos los personajes, creados de una manera muy orgánica, muy única. Cada uno tiene una voz muy especifica. Nuestro castin estuvo muy consciente de empezar a castear actores muy jóvenes, que estuvieran tan cerca de esa edad y que se sintieran como el personaje de la manera más orgánica posible. Luego trabajamos mucho con ellos en ensayos, que se volviera un grupo de compañeros y luego un grupo de amigos. Personalmente fue un amor inmediato. Te enamoras de esos personajes. Creo que tiene que ver con que las historias de adolescentes se vuelven universales, como que uno nunca termina de crecer. Es una etapa particularmente álgida. Esas etapas de cohesión las tenemos todo el tiempo.
P. El castin de la serie es muy joven, a menudo se utilizan perfiles más adultos.
C.A. Fue completamente intencional. Venía de la visión de Silvana, de hacerle justicia a lo que está escrito en los guiones. Muchas veces lo que pasa cuando tienes actores más grandes es que pierden esta inocencia, de estar abiertos al mundo. Es una mezcla fantástica lo que hay en estos personajes, lo que dice Adriana, en efecto quizás son buleados y no son los más populares del colegio, pero saben muy bien quienes son, y creo que si tuviéramos actores menos auténticos o menos auténticamente de esa edad eso se volvería un poco pesado. Lo que hay aquí, para mí, es frescura, absoluta.
P. Preocupación por los exámenes, dudas existenciales… Son cuestiones extrapolables a los adolescentes actuales, ¿lo escogieron precisamente por ello?
A.P. Queríamos tratar temas interesantes para los adolescentes de ahora, pero pensar en cómo serían para los adolescentes de esa época. No es lo mismo salir del clóset en esta época que salir del clóset en esa época. No es lo mismo, como todas estas cuestiones del body shaming (crítica por el físico) y de la posibilidad con respecto al cuerpo. No hay un concepto de salud mental. Era interesante plantear esos problemas y esos conflictos porque entonces son conflictos más naturales.
P. Salir del clóset continúa siendo complicado. ¿Plantear cómo sería en los 90 plantea dudas en el personaje?
A.P. Sí, porque creo que no tiene idea de qué le está pasando.
C.A. Justo, fue muy impresionante platicarlo con el actor, porque pensamos historiográficamente qué representaciones de la homosexualidad hubiera visto un chavo de esa edad, mexicano, en el año 94. Y son todas trágicas, burlas. Definitivamente no hay exactamente un modelo a seguir para entender esas emociones. Por suerte, y con lo complicado que es el tema incluso el día de hoy, los adolescentes tienen muchos lugares a los que asomarse, ejemplos en la vida pública. Esa posibilidad como una posibilidad feliz y cotidiana en el 94 no lo hubiera tenido.
Pensamos historiográficamente qué representaciones de la homosexualidad hubiera visto un chavo, mexicano, en el año 94. Y son todas trágicas, burlasCatalina Aguilar, codirectora de 'Nadie nos va a extrañar'.
P. Algunos personajes adultos no expresan sentimientos ante las complicaciones, la masculinidad frágil. ¿La serie trata de plasmar esa realidad arraigada en la época?
Silvana Aguirre. Dentro de la serie, si hay una diferencia entre los adultos y los adolescentes. La forma en la que vive el duelo el padre de Alex (uno de los personajes que perdió a su mamá) es creyendo que tiene que ser totalmente fuerte para sus hijos. Eso implica no expresar emociones y no permitir que el duelo se viva en familia abiertamente. Hay una diferencia con la necesidad de su hijo adolescente.
P. ¿Cómo plantear un tema delicado como el suicidio sin caer en el sensacionalismo?
A.P. Hablamos con un especialista. Pensamos anclarlo en el personaje, en no mostrar demás ni hacer regodeo de ese momento. Tratar de mantenerlo lo más cercano al personaje posible, que se entendiera la decisión como algo de ese personaje. No queríamos que se sintiera como una cosa que hacemos justo para llamar la atención, es consecuencia de que va sintiendo el personaje a lo largo de la serie. Si ves la serie sabiendo lo que pasa al final, puedes encontrar justo estos pasos. Era importante para nosotros no crear un universo en el que sintiéramos que estábamos culpando a otros personajes.
P. Da la sensación de que la música aparece como hilo conductor.
C.A. Sin duda. Fue una cosa que venía desde los guiones. Tiene mucho significado en términos de la especificidad de las bandas que escuchan nuestros personajes. Samuel Kishi lo dice de manera muy puntual en términos de crear universos sonoros en los que sientas una conexión específica con la persona que está habitando esa música y con la época, que sin duda fue una época de oro para el pop y el rock en español.
P. ¿Qué parte de realidad hay en la serie?
A.P. Está hecha como de pedacitos de todos, de toda la producción. Yo insistí mucho, hasta el grado de que creo que me odiaban con lo de supervisión musical, porque quería Los dioses ocultos (una canción de la banda mexicana Caifanes), era la mía de cuando estaba chavita. En general, cómo nos sentíamos y cosas que hacíamos. Me decían: “¿Cómo puede emocionarse con una enciclopedia británica Tenoch (uno de los personajes)?”. Uno de los momentos más importantes de mi vida fue cuando entré a la universidad y tenían toda la enciclopedia británica. Si hay un montón de cosas que se fueron enriqueciendo.
S.A. Este proyecto nació lleno de amor y de estrella, y el rodaje fue un placer para todo. Cada personaje leía el material y se involucraba personalmente trayendo sus experiencias de adolescencia.
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