Alex Anwandter, cantante: “Las identidades en el arte se mercantilizaron y se usan para vender”
El cantante chileno estrena su quinto disco, un intento de escapar de los ritmos de publicación que marca la industria musical y reflexiona sobre el cansancio con las etiquetas LGTBI, los discursos actuales y trabajar junto a Julieta Venegas
La industria musical actual tiene una regla no escrita, pero que se sigue casi siempre al pie de la letra: publicar un álbum, hacerle promoción y llevarlo de gira a todos los lugares posibles, descansar y sentarse a escribir el próximo material. Entre un disco y otro suelen pasar dos o tres años. Alex Anwandter (Santiago, Chile, 1983) quiso romper este esquema. Apenas 12 meses después de estrenar El diablo en el cuerpo, en mayo del 2023, regresó con Dime precioso, un nuevo disco que se gestó mientras el pasado todavía sonaba en los oídos de sus fanáticos.
La razón de esta premura es sencilla y hasta obvia: “Siempre estoy haciendo música”, admite a EL PAÍS. “Lo diferente esta vez fue que no quise esperar realmente. Quería romper esa desconexión que existe entre un artista y su público, que siempre está escuchando lo que hiciste tipo dos o tres años atrás”. Por eso, ve a Dime precioso, estrenado el 24 de mayo de este año, como una forma de asomarse a lo que ocurría en su mente cuando estaba promocionando su disco anterior: muchas de las canciones fueron escritas durante ese periodo.
El proyecto solista de Anwandter nació en 2011 con Rebeldes, y desde entonces se escuchan varios de los pilares que lo definen como artista: sonidos pop, ritmos bailables, letras que hablan sobre la fiesta, pero también sobre la experiencia LGTBI, metiendo un poco de la ideología y estética punk dentro del empaque de la música popular. Pero su trayectoria musical parte de antes: en 2005, junto a dos amigos, era el guitarrista y vocalista de Teleradio Donoso, el primer proyecto con el que subió a los escenarios y que duró hasta 2009.
Tantos años en la industria le han permitido ver el cambio no sólo en la forma de producir y consumir música, sino en cómo se consume y promociona. Es muy consciente del algoritmo, que puede ser tanto un aliado como un tirano para el que los artistas terminan trabajando. Ha encontrado la mentalidad perfecta para componer y escribir en la época de TikTok y los bailes virales. “No estoy intentando todo el rato vender lo que hago. Soy un poco idealista en ese sentido, y vuelvo una y otra vez a priorizar lo que para mí es importante como artista: que me guste mi música y disfrute hacerla, más que estar pensando en el mercado”.
Por supuesto, como la mayoría de personas viviendo entre historias de Instagram y las incesantes notificaciones de ‘Me gusta’ en las publicaciones, Alex no es completamente lejano a la sensación de angustia que produce lanzar un nuevo material ahí afuera, en espera de que encuentre los oídos adecuados. “Yo no hago música sólo para mí, hago música para conectarme con algo allá afuera”, confiesa el artista chileno.
“Tengo claro que, para mí, la música sí es una manera de comunicarme con el mundo, pero con la visión del mundo que tengo yo, que es menos mercantilizada y menos enfocada en incrementar mi valor o mi capital social a través de artificios digitales. Probablemente a mi manager le gusta que lo hiciera, que subiera videos bailando a TikTok y me hiciera viral”, dice entre risas.
¿Música contra el fascismo?
Desde los inicios de su proyecto, las canciones de Alex Anwandter le hablan a las disidencias: la población LGTBI, quienes no ven en la iglesia o la religión la salvación, y prefieren la comodidad de las ciudades nocturnas o los callejones oscuros para encontrarse a sí mismos en el contacto con otros. Pero ahora, con Dime precioso, quiso tomar un paso para distanciarse de esa narrativa, tanto como se puede, y explorar otras partes de su identidad.
“Los discursos alrededor de las identidades en el arte también se mercantilizaron mucho, se volvieron cómodos y se usaron como punto de venta”, explica el cantante, harto de que lo etiqueten como “el artista gay de no sé qué cosa”, y que lo asocien a unas siglas que, para él, no significan nada cuando ahora todo se vende. “En ese sentido, me he separado un poco del arte identitario. O sea, sigo siendo gay [risas], no estoy en contra de eso, pero no estoy de acuerdo con que se usen nuestras realidades como objeto solamente para vender, que intenten ver a través de ti para encontrar algo atractivo con lo que puedan venderte ahí afuera”, señala en tono de protesta.
Alex creció los primeros años de su vida todavía bajo la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, y pasó su adolescencia temprana entendiendo lo que habían significado para su país esos 17 años de mandato militar. Por eso ahora, como observador de los movimientos de ultraderecha y discursos conservadores que cada vez hacen más ruidos ya no sólo en Latinoamérica, sino en varias partes del mundo, cree que la música puede jugar un papel importante contra esos mensajes que se amplifican entre miles y miles de personas por internet. “Es la gran pregunta de hoy: ¿cómo lidiamos con el fascismo? Hablábamos de que la representación se fue modificando y volviendo una cosa capitalista, algo que ya no tiene impacto real cuando ves un artista en un carro del pride vendiéndote pasta de dientes. No tengo ninguna solución para los conflictos del mundo, obviamente, pero sí creo que podemos tejer redes sociales reales que el internet ha roto por esa mercantilización de nuestros espacios”, reflexiona el músico, antes de encontrar el punto central al que quiere llegar.
Desde su disco pasado, optó por dejar de lado el show solitario que llevaba años presentando y empezar a hacer un tour con una banda en vivo, con todo lo que esto implica: más gastos, mayor organización, transporte más grande para trasladar a más personas, más instrumentos, pero también más energía, llevar de ciudad a ciudad el pequeño caos controlado de un grupo mirándose entre ellos para hacer sonar la música al momento.
“Me gusta la idea de operar en pequeño e impactar directamente a un grupo de personas que van a disfrutar de un proyecto así, que van a ver un grupo diciendo ‘uno, dos tres, cuatro’ intentando mantener ese ritmo durante tres o cuatro minutos. Creo que ahí se producen esas redes reales, esos tejidos sociales que se van perdiendo cada vez más y más en estas épocas”.
Conociendo a su ídola
Pasar 20 años en la industria musical implica crecer, mantenerse en constante aprendizaje, pero también estar dispuesto a desaprender las lecciones de los primeros días y agregar nuevas formas de trabajo. Y un punto crucial para que Alex Anwandter lograra esto fue su faceta como productor musical, que lo hizo trabajar junto a Julieta Venegas en Tu historia, su álbum del 2022, reconocido ese año con un Grammy latino.
“Hasta la fecha, escucho el disco como fan, encuentro que quedó lindo, me gusta mucho”, reconoce, al contrario de todos los artistas que niegan escuchar el material en el que trabajaron. El músico y compositor se vio afectado fuertemente por la experiencia junto a la mexicana, de quien sólo dice cosas positivas y a quien se refiere como una de sus ídolas.
“Me di cuenta que la trataba muy distinto a como me trataba a mí mismo. Seguía teniendo un nivel de exigencia y ciertos estándares, pero también me aseguraba que fuera un proceso agradable donde la pasáramos bien, ni estresados ni mucho menos. Mi mentalidad con ella era ‘estamos haciendo canciones, no curando el cáncer, así que vamos a divertirnos’, y esa misma actitud tomé cuando hice ‘Dime precioso’”, explica. Tras meses de trabajo, Anwandter forjó una amistad que también se nutre desde la admiración: “Es probablemente una de las mejores compositoras de música en español de toda la historia, la oportunidad de trabajar con ella en algo así me entusiasmaba mucho”. Fue, sin duda, uno de los contados casos donde conocer a tus ídolos tan de cerca resulta mucho mejor que dejarlos viviendo en tu mente, donde no cometen errores nunca. “Es una genia”.
Alex Anwandter hará el estreno mundial en vivo de Dime precioso desde México este 25 de agosto. Será su primer concierto con el nuevo material y la fecha marca también su primera vez presentándose en el Lunario del Auditorio Nacional, un escenario que funciona como punto de transición entre los pequeños foros del circuito independiente y los recintos más grandes y comerciales. Ubicado a un costado de uno de los espacios musicales y culturales más importantes de México, presentarse ahí marca un momento especial para cualquier artista.
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