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Desde su escuela frente al mar, estas estudiantes luchan contra el despojo en el Caribe mexicano

Una secundaria de Puerto Morelos resiste frente a las amenazas de cierre, la reducción de espacios y presupuesto. Ahora se enfrentan al mayor fantasma de esa zona: la especulación inmobiliaria en un paraíso acechado por el turismo

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Aida Durán y Guadalupe Poot, estudiantes de la Secundaria Técnica Número 7 de Puerto Morelos.Ricardo Hernández

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En la Secundaria Técnica Número 7 de Puerto Morelos, los primeros besos y declaraciones de amor parecen más románticos porque el patio da la cara hacia el inmenso y fresco Mar Caribe, el de atardeceres rosas y naranjas. Pero mientras los escolares, sus padres y madres ven una escuela de ensueño, una oportunidad para gente de escasos recursos para educarse, aprender un oficio y conseguir un empleo, el sector político-inmobiliario ve un lote ocioso y desaprovechado, con una ubicación inigualable, perfecto para proyectos hoteleros o residenciales, como los que se han desarrollado en la irregularidad en el último lustro, conforme lo han documentado autoridades federales y colectivos ciudadanos.

Para esta secundaria del Estado mexicano de Quintana Roo, las amenazas han sido varias. Le ha acechado el cierre, la reubicación, la reducción de espacios y talleres y el recorte de matrícula y presupuesto. Ante este panorama, un grupo de estudiantes se organizó para lanzar la iniciativa de No al despojo. Lo primero que hicieron, el pasado febrero, fue crear una comitiva especial para que indagara sobre su propio pasado. Estuvo coordinada por Guadalupe Velázquez, profesora de Geografía en la escuela y doctora en Hidrogeología. Buscaron en la web, en archivos, entrevistaron a egresados, rescataron datos e informes. Luego de semanas de investigación, consignaron que, por ejemplo, es la segunda más antigua del norte del Caribe mexicano, fundada cuando Puerto Morelos era un diminuto pueblo pesquero y no un destino turístico acosado por el desarrollismo.

“La idea era contribuir desde la clase de Geografía a algo que nos ayudara a tener la certeza de que éramos de los sitios más antiguos de educación. Y sí, las chicas documentaron que tenemos 51 años de vida”, dice Velázquez. “Esto quiere decir que la escuela es un patrimonio cultural en la localidad. Creo que se tiene que preservar esta escuela en lugar de tirarla y desaparecer”, añade. La maestra lamenta que en el Estado más joven del país hay una falta de identidad y una necesidad cultural y social de detonarla. “Este centro educativo, al ser uno de los más antiguos, ha sido forjador de identidad, de experiencias, de recuerdos. Aquí se han formado hasta tres generaciones o tal vez cuatro”, apunta.

El espíritu social que se pierde

A sus 69 años, Humberto Chan aún recuerda con detalle la inauguración de esta secundaria, en febrero de 1973. Originario de Tihosuco, un lejano pueblito ubicado en el corazón de la zona indígena de Quintana Roo, memorable por ser uno de los últimos bastiones en resistencia contra los españoles en la Guerra Social Maya, formó parte de la primera generación. “Fue muy sorprendente porque para nosotros era un mundo nuevo, porque nosotros no salíamos de nuestros pueblitos y llegamos a ver el mar. Éramos siete los que llegamos de Tihosuco y recuerdo mucho ese aroma a marisco que luego ya nos acostumbramos”, dice el pionero.

Al igual que él, la mayoría de los 34 compañeros eran de comunidades indígenas, de zonas apartadas del Estado; personas de escasos recursos que encontraban aquí una opción para formarse profesionalmente, en un sistema que inició como internado, pensado no solo para impartir clases, sino también alojo, alimentación y todo lo necesario para sostenerlos con vida y hasta ejercitados. “Nos daban mucho apoyo: uniformes, toallas, cepillo, pasta dental, jabones; teníamos un médico, peluquero; había lavandería, comedor; nos daban clases de natación, waterpolo, canotaje, remo, vela y boxeo”, dice Humberto, quien luego se convirtió en profesor en la escuela que lo vio crecer. Su hija y nietos han pasado por estos mismos salones.

Memoria fotográfica de las actividades realizadas en la década de los 90.
Memoria fotográfica de las actividades realizadas en la década de los 90.Ricardo Hernández

En un delgado cuadernillo con hojas amarillentas, resguardado por el actual director de la secundaria, Freddy Ross Mena, se encuentran más detalles sobre los inicios. “Las Escuelas Secundarias Técnicas Pesqueras en el país surgieron en el año de 1972 bajo la presidencia del Lic. Luis Echeverría Alvarez con la finalidad de preparar a jóvenes capaces de tripular la flota pesquera de México”, se lee.

El escrito indica que, como parte de los talleres técnicos, se ofertaban materias de Náutica, Reparación de Motores Marinos y Refrigeración y Procesamiento de Productos. La idea era que, dada la vocación marítima del lugar, los alumnos se capacitaran para involucrarse en el sistema y la industria pesquera. “Los chavos de tercer grado, en su taller de pesca, salían y se iban viernes, sábado y domingo a altamar a pescar; regresaban con un montón de producto que se iba al taller de Procesamiento Pesquero y luego se vendía a la gente de la comunidad. Aquí conseguías pescado fresco”, dice Freddy. El proyecto fue tan exitoso que los propios alumnos fundaron una cooperativa, con el objetivo de vender los productos, extraídos de manera profesional, por gente capacitada y sensibilizada con el medio ambiente y a precios justos, algo que sonaba pertinente considerando el contexto: una industria turística-restaurantera en crecimiento, en Cancún, Playa del Carmen y Cozumel. Sin embargo, interviene Freddy, empezaron los recortes presupuestales y un abandono institucional paulatino.

El director Freddy Ross, en su oficina.
El director Freddy Ross, en su oficina.Ricardo Hernández

Al filo del siglo pasado, la escuela, que había empezado como internado, cambió a albergue. “Los chicos ya solo se quedaban de lunes a viernes. El Gobierno empezó a recortar presupuesto y ya no alcanzaba para mantenerlos los fines de semana ni en las vacaciones. Y ahí también es cuando empezamos a recibir más gente de Puerto Morelos que de otras localidades y a mujeres”, dice Freddy.

Los cambios obligaron a desaparecer los servicios de comedor y peluquería, entre otros, mientras que las instalaciones se fueron descuidando al grado que, por estándares de Protección Civil, los carcomidos y vandalizados dormitorios están en planes de derrumbarse. Hacia 2010 volvió a mutar, de albergue a escuela normal, sin la posibilidad de pernocta. Además, la cooperativa se extinguió y sólo persiste un taller, de acuicultura, sin instalaciones adecuadas.

Para Freddy, es lamentable que se haya perdido el espíritu de justicia social de la escuela, que daba preferencia a personas de comunidades apartadas y de zonas indígenas y aquella visión técnica, útil en una localidad que desde sus orígenes fue pesquera.

Amenazas de cierre

La mayor amenaza se dio en 2015, con el exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, hoy vinculado a un proceso por delincuencia organizada y lavado de dinero, acusado de coordinar y liderar una estrategia de despojo de hoteles y propiedades por todo el Caribe mexicano. “Estábamos en clase cuando se escuchó el helicóptero. Yo daba Español. Era como a las 11:00 de la mañana. Ese día estaba Borge sobrevolando en un helicóptero. Dio como tres vueltas y aterrizó aquí en el muelle. Y sí, vimos al gordito que se bajó, con su guayabera blanca impecable. Se baja con otra persona y solo vemos que está señalando extensiones de la escuela con el dedo. Estuvieron 10 minutos y se fueron”, recuerda Freddy.

Al poco tiempo, los estudiantes recibieron la indicación de tomar sus útiles y prepararse para ser reubicados en un kínder cercano, donde continuarían sus clases en lo que se construía una nueva secundaria, en un terreno ubicado a unos tres kilómetros de ahí, según relata Marco Pérez Flores, en ese entonces presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la secundaria y quien se puso al frente de la resistencia. En aquel momento, su hija cursaba el segundo grado. “Cuando quisieron reubicarlos hicimos una manifestación y no nos dejamos. El momento más claro de que tenían intenciones de desaparecerla fue cuando se empiezan a abrir las inscripciones para el próximo ciclo escolar. Resulta que en el sistema ya no aparecía esta secundaria, los papás no podían seleccionarla como opción. Fue entonces que procedí a tramitar un amparo, alegando que estaban impidiendo el derecho a la educación de los jóvenes y nos concedieron; nos dieron la razón”, recuerda.

Sin embargo, las presiones continuaron por otras vías, cuenta Freddy: el director de entonces, Mario Alvarado Villarreal, que estaba del lado de los estudiantes y padres y madres de familia, fue dado de baja. También se intentó convencer a los maestros y demás personal para que aceptaran mejores plazas en otras escuelas, a lo que se negaron. En paralelo, se fue disminuyendo el presupuesto para mantenimiento de la escuela. Ahora, los edificios del fondo están en ruinas y las lanchas, desmanteladas, sin personal para impartir los talleres técnicos de antaño. “Esta secundaria llegó a tener 16 grupos abiertos, con 550 alumnos. En 2021 empezaron a cerrarnos grupos al grado de reducirlos a sólo seis”, se queja el maestro.

La más reciente amenaza fue del sector inmobiliario, que intentó penetrar la secundaria para crear un acceso a la playa en beneficio de los desarrollos residenciales que se han construido, de manera irregular, alrededor de este complejo escolar.

Estudiantes de la Secundaria Técnica Número 7 de Puerto Morelos.
Estudiantes de la Secundaria Técnica Número 7 de Puerto Morelos.Ricardo Hernández

Desarrollo urbano irregular

Tan solo en Rafael E. Melgar, la calle de entrada a la secundaria, se cuentan con cuatro nuevos condominios de lujo, de los 17 en total que ha denunciado la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas por haberse construido sin que, al momento de la inspección realizada por personal de esta autoridad, hubieran tramitado una Manifestación de Impacto Ambiental, el estudio técnico-científico en el que se contemplan los efectos que puede ocasionar al medio ambiente. Ese requisito, que también señala las medidas preventivas que podrían minimizarlos, está dispuesto en la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente.

Se trata de edificios de hasta ocho pisos con 30 departamentos, que proliferaron a partir de la aprobación irregular, en marzo de 2021, del Programa de Desarrollo Urbano (PDU) 2020-2030 de Puerto Morelos, que proponía aumentar la densificación al grado de permitir hoteles de hasta 200 cuartos por hectárea o 500 viviendas en la misma superficie, con un tope de 20 pisos en ambos casos. Un amparo presentado por el colectivo ciudadano Puerto Morelos Sustentable consiguió frenarlo por la vía judicial. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó a finales de 2023 dejarlo sin efecto y reponer el procedimiento de su elaboración, puesto que no cumplió con la ley en lo relativo a la consulta pública ciudadana.

Una de esas obras irregulares en desarrollo, Porto Blu Beach Condos, se promocionaba como un complejo de cinco niveles, 30 departamentos de entre 84 y 198 metros cuadrados con acabados de lujo, alberca infinity, y con acceso privado a la playa. Aunque, como enfatiza Aurora Beltrán, del colectivo Puerto Morelos Sustentable, en realidad no lo tiene porque entre el mar y este desarrollo está la secundaria. “Nosotros de inmediato metimos una denuncia ante el municipio, que resulta que les habían dado luz a un proyecto de hacer un camino hacia la playa de la escuela, donde iban a poner camastros y todo un beach club, que al final no pudieron hacer porque protestamos”, dice.

De vuelta en el patio de la secundaria, Aida Durán y a Guadalupe Poot, de 13 años, miran a pocos metros de distancia los nuevos edificios de donde salen personas hablando inglés, de los que tanto les ha hablado su maestra de Geografía. Ellas son las dos estudiantes que mayor empeño le imprimieron a aquella tarea de investigación histórica.

—¿Qué piensan de los intentos de desaparecer esta secundaria?

—Pues, para mí es algo muy feo porque estarían destruyendo algo que está beneficiando este lugar. Es educación, que todos deberíamos tener. Yo siento que estaría muy mal que quitaran la escuela solo por un simple edificio, dice la primera.

—Y los hoteles dañarían al ambiente de aquí, la naturaleza, también el mar porque dañarían la duna costera. Vendrían personas que pisaran y afectarían a los animales y también los recuerdos de las personas que pasaron por aquí —redondea la segunda.

No le falta razón. Desde 2018, la Conanp ha interpuesto cerca de 150 denuncias ante autoridades federales por actos o delitos ambientales de parte de hoteleros, pescadores furtivos y touroperadores, que ponen en peligro el ecosistema de esta localidad, especialmente el Parque Nacional Arrecifes de Puerto Morelos, ubicado de cara a esta escuela que ahora parece el último frente de resistencia frente al desarrollo inmobiliario.

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