Caty Monreal saca partido a los errores de Sandra Cuevas: rótulos de color para los puestos ambulantes de la alcaldía Cuauhtémoc
La candidata de Morena a la alcaldía capitalina busca recuperar el corazón de Ciudad de México y propone decorar con grafiti puestos de alimentos callejeros, cuyos propietarios habían sido obligados a pintarlos de blanco
El puesto de dulces de Carlos Cabrera luce lleno de color. El comerciante se muestra sonriente después de dejar a un grupo de artistas urbanos grafitear nuevamente su lugar de trabajo, tras la controvertida decisión de Sandra Cuevas, la antigua alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc, en el corazón de Ciudad de México, de pintar todos estos comercios de calle de blanco impoluto. La acción de devolver el color a estos puestos comerciales es un acto de campaña de Catalina Monreal —la candidata de la coalición que lidera el oficialista Morena—, quien pretende recuperar para la izquierda el centro neurálgico de la gran urbe mexicana. “Cuando hay colores más vistosos se atrae a más clientes”, dice Cabrera sin esconder su satisfacción ante el reto de Monreal a las autoridades actuales. “Vamos a llenar de color la Cuauhtémoc”, le asegura la aspirante morenista.
El acto de campaña se da en una de las calles que desembocan en el Monumento a la Revolución, importante punto turístico de Ciudad de México y centro de trabajo para decenas de vendedores de tacos y otros alimentos, refrescos, juguetes, dulces y todo tipo de chucherías. Es una mañana calurosa de primavera y los dependientes de estos puestos están a la espera de la clientela que se acercará a la hora de la comida, porque los oficinistas de los grandes bancos y negocios de esta zona capitalina también acuden a comer a estos negocios: de pie en la calle, taco en mano. El aroma de fritanga se mezcla en el ambiente con el intenso olor de los vasos de pintura que usan los grafiteros, que llenan de color los quioscos. En el de Cabrera han pintado con intensos rosa, rojo y naranja el emblema del local: “Dulces Don Carlos”. También lo han decorado con bastones de caramelo. “Nos quitaron toda la publicidad y nos pusieron el letrero ese de la Alcaldía y nos hicieron pintarlo todo de blanco. No pudimos hacer nada, si ve nadie tiene publicidad de lo que venden, pero ahorita ya con esto creo que vamos a cambiar, vamos a empezar a pintar otra vez y a vender más”, afirma Cabrera.
Este hombre de 66 años asegura que el puesto de dulces es su principal ingreso, porque no cuenta con una jubilación. Con lo que vende al mes logra reunir unos 8.000 pesos (470 dólares, al cambio actual) tras el pago de los impuestos que cobra la alcaldía, dinero que complementa con la ayuda que recibe de los apoyos del Gobierno para adultos mayores. “Me conformo con que me dejen trabajar”, dice Cabrera tras preguntarle qué espera de las autoridades que resulten electas en los comicios de junio. “Si nos dejan trabajar no pasa nada, seguimos adelante”, reitera Cabrera, que lleva 20 años de trabajo como comerciante, primero con la venta de comida y ahora con sus dulces. Catalina Monreal, la candidata, se le acerca y le pregunta qué le parece lo colorido de su nuevo puesto y el hombre demuestra su satisfacción con una sonrisa.
Monreal aspira a recuperar para la izquierda la emblemática alcaldía de la ciudad, tras el desplome de Morena en las elecciones de 2021. La delegación Cuauhtémoc quedó bajo la administración de la controvertida alcaldesa Cuevas, quien además de arrasar los llamativos colores en los puestos callejeros se vio envuelta en una disputa con los llamados ‘sonideros’ y grupos que se organizan para bailar en parques de la zona como la alameda de Santa María la Ribera. Cuevas retiró de sus cargos a los directores general de Gobierno y de Imagen Urbana de la Alcaldía tras un enfrentamiento protagonizado entre funcionarios y quienes se manifestaban para defender actividades lúdicas en la hermosa plaza, otro punto turístico de la capital. La polémica terminó con un acuerdo entre las partes, pero no sin antes montar una protesta de música y bailongo frente a la casa de Cuevas, localizada a un costado del emblemático Quiosco Morisco.
La candidata critica la “violencia” que dice ha usado la actual administración para imponer sus decisiones y afirma que si gana la elección habrá otra forma de gobernar, basada en la concertación y el diálogo. “Es tan importante que tengamos en la próxima alcaldesa una mujer mediadora, una mujer tranquila, una mujer reconciliadora, una mujer de diálogo y esa soy yo. No podemos tener alcaldesas violentas, alcaldesas que odian y alcaldesas que su propuesta sean venganzas”, afirma en una conversación con este periódico tras posar para prensa en los puestos recién pintados.
—¿Eso es lo que opina de la alcaldesa Sandra Cuevas?
—No, pienso que cualquier persona que sea violenta no puede estar en un espacio en el que tiene que negociar...
La pintada de puestos callejeros es una nota de color dentro de una campaña empañada por la violencia. Son más de 30 los aspirantes a cargos públicos que han sido asesinados durante este proceso, muchas de ellas personas que competían por un cargo en localidades. La lucha contra la violencia es también una de las promesas de Monreal, no solo en el tema de la seguridad ciudadana, sino contra el cobro del llamado ‘impuesto de piso’ por organizaciones del crimen organizado a los comercios de la ciudad. Este es uno de las principales lamentos de los comerciantes de una alcaldía que cuenta con los barrios más visitados por turistas, como Roma, Condesa, Juárez, Santa María la Ribera o el Centro Histórico, nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. “Vamos a trabajar muy de la mano con la Secretaría de Seguridad Ciudadana para que los comerciantes puedan sentirse seguros y no más aterrorizados. Ya no habrá más extorsiones, tratos injustos ni coyotaje (cobro de coimas)”, asegura la candidata.
Monreal es hija de Ricardo Monreal, el político de Morena que aspiró a la candidatura presidencial, pero que perdió ante Claudia Sheinbaum, la favorita del presidente Andrés Manuel López Obrador. Monreal es un viejo lobo de la política mexicana y se le señala de haber “adoptado” a Sandra Cuevas y colocarla como puntera para hacerse en su momento con la codiciada delegación capitalina. Cuevas terminó rompiendo con el tiempo con el movimiento que la llevó al puesto de alcaldesa y se le acusa ahora de coquetear con la ultraderecha. El verano pasado se reunió en Estados Unidos con líderes de la Conferencia Política de Acción Conservadora, que congrega a ultracatólicos y antiabortistas. En estas elecciones compite por un cargo al Senado bajo el ala de Movimiento Ciudadano. Catalina Monreal intenta alejarse del peso que tiene la imagen de su padre. “El es mi papá y uno de los mejores políticos de este país, pero yo soy una mujer libre, independiente, limpia y pido que confíen en mí”, asegura.
Muy poca gente asistió este jueves a la pintada de puestos callejeros, pero el acto, más que una demostración masiva, pretendía ser una acción llena de simbolismo. “Vamos a democratizar los espacios públicos, vamos a gobernar con alegría”, dice Monreal, de 38 años. A su lado la escucha atento Jonathan Salvatierra, uno de los grafiteros que en el mundo del arte urbano se presenta como Chrome. El se muestra satisfecho con esta iniciativa de la aspirante morenista, porque, dice, “la autoridad actual había prohibido este tipo de arte”. Salvatierra afirma que al quitar color a los puestos callejeros “se había arrasado un emblema de la ciudad, porque el rótulo mexicano es un icono del país”. Para él el grafiti “es cultura” y comparte la opinión del comerciante Guevera que con más color llegan más clientes a estos puestos. “La actual alcaldesa [Cuevas] volvió gris esta ciudad. Ahora hay que recuperar sus colores”, afirma Salvatierra.
Suscríbase a la newsletter de EL PAÍS México y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.