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Un día en Guerrero con Ricardo Monreal: “No aceptaría un puesto en el gabinete; preferiría mil veces volver al Congreso”

Consciente de su enorme desventaja en la carrera presidencial de Morena, el senador se sincera, lanza un reclamo al presidente López Obrador y habla de su plan B

Ricardo Monreal aspirante a la presidencia de México
Ricardo Monreal, aspirante a la presidencia de México, durante una asamblea con transportistas del municipio de San Marcos, Guerrero.Rodrigo Oropeza
Zedryk Raziel

—Algunos de ustedes se preguntarán: ‘¿Quién es ese señor? ¿Qué está haciendo aquí?’. Soy Monreal.

El senador de Morena sabe que no toda la gente lo conoce allí a donde va a hacer campaña. En el aeropuerto de Ciudad de México casi nadie se ha acercado a saludar a Ricardo Monreal. No lo reconocen o no han querido hablarle. Lo mismo al llegar al aeropuerto de Acapulco, Guerrero. Pasa entre la gente como una persona ordinaria, sin pena ni gloria. En un restaurante de este puerto convoca a una docena de periodistas, con quienes habla media hora. Es casi más numeroso el equipo logístico que lo acompaña en tres camionetas blancas a sus actos de campaña en este Estado del sur de México. Monreal se dirige luego al municipio de San Marcos, en la costa guerrerense, a una hora de distancia. Allá los transportistas locales le organizan un mitin con alrededor de 500 personas. En el trayecto por carretera, en un retén militar, tres uniformados con armas marcan el alto a la camioneta donde va el senador. En el punto de revisión, un soldado con una libreta en la mano pregunta quién viaja ahí.

—Yo —se escucha una voz desde el asiento del copiloto.

—¿Cuál es su nombre? —cuestiona el militar, escudriñando al que habla.

—Ricardo Monreal —responde. El soldado anota.

—¿Y usted qué es, o qué hace?

—Soy senador de la República —dice. El soldado vuelve a anotar y lo deja pasar.

Monreal (Zacatecas, 62 años) accedió a que EL PAÍS lo acompañara a bordo de su camioneta en el trayecto de Acapulco a San Marcos, el pasado miércoles. Faltaban tres días para que concluyera el periodo en el que las corcholatas de Morena podían hacer campaña por todo el país. En los casi 70 días que ha durado esta etapa, Monreal ha visitado 150 municipios en 32 Estados. Su campaña, de cara a la encuesta con la que se definirá la candidatura presidencial morenista, ha sido intensa, pero no ha bastado para levantar sus cifras de popularidad. La mayoría de las encuestas sitúan el legislador en el último lugar, muy por detrás de sus correligionarios Claudia Sheinbaum, exjefa de Gobierno de Ciudad de México; Marcelo Ebrard, exsecretario de Exteriores, y Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación.

El senador pega una calcomanía en un taxi.
El senador pega una calcomanía en un taxi.Rodrigo Oropeza

Monreal es consciente de su circunstancia. “No soy ingenuo”, dice. Está seguro de que su desventaja se debe únicamente al hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, líder moral del partido y gran conductor de la sucesión, le impidió durante dos años participar en la contienda interna en condiciones de igualdad respecto de los otros tres aspirantes.

—¿Por qué pensaría yo que estoy arriba en las encuestas, si, de los cuatro, soy el más picoteado por el presidente? —reclama el senador—. Fueron dos años en los que él alabó, promovió, todos los días a sus tres ‘hermanos’: Claudia, Adán, Marcelo (y a Claudia más). Yo llego invitado, pero en el cuarto lugar, ya muy desflemado por el propio presidente. Me desflemó él. Yo estoy consciente de eso.

—¿Por qué aceptó participar, sabiendo que estaba tan en desventaja?

—Porque yo luché por mi inclusión, contra todos los pronósticos. Y hábilmente el presidente aceptó que ingresara cuando yo ya estaba en la lona, desflemado, picoteado. Él sabía que ya no iba a poder recuperar mis niveles de aceptación dentro de Morena. O sea, el presidente la jugó bien. Porque a mí me cerraron la puerta para no irme a ninguna parte, para aceptar las reglas del juego del presidente. Esa es la verdad.

—¿Qué ganaba López Obrador incluyéndolo a usted en la contienda?

—Él ganó apertura y, sobre todo, legitimación, aunque el piso no se iba a emparejar en los últimos 70 días. Es que el presidente, con sus gestos, con sus actos, apapachó más a Claudia, y eso se refleja en las encuestas. La militancia de Morena es muy especial. La palabra del presidente es sagrada. Si él habla bien de alguien, lo sube; si habla mal de alguien, lo destruye. Es muy fuerte su palabra. Eso es lo que pasó con Claudia: la subió, y no hay forma de bajarla. A mí me bajó, y no hay forma de subirme. ¿Cómo voy a subir, si vengo de dos años de pelear con el presidente? Y, aún así, yo acepté.

—¿Entonces usted es consciente del lugar en el que está en las encuestas?

—Estoy consciente.

—¿Qué lugar es ese?

—No lo sé, pero obviamente no uno bueno. Ahora que estoy recorriendo el país, la gente se portó muy bien, pero no me alcanza.

Monreal ya se enteró de por qué López Obrador puso una distancia tan radical entre ambos, echando por tierra la relación de 26 años de amistad que construyeron como militantes de izquierda. Fue una “intriga palaciega”, sostiene. “Alguien” le dijo al presidente que él fue el responsable de la desastrosa derrota de Morena en las elecciones de 2021 en Ciudad de México, cuando el partido perdió frente a la oposición un buen número de alcaldías y se puso en riesgo la hegemonía de la izquierda en la capital. Ese “alguien”, hablándole al oído a López Obrador, acusó al senador de jugar a favor de la alianza del PAN, PRI y PRD en esa elección. El presidente se tragó la mentira (algo que, de paso, revela de qué cree capaz a Monreal). “Fue una intriga que me afectó dos años, pero yo no admito, ni acepto, tener un mínimo de responsabilidad en esa derrota”, asegura.

Monreal antes de tomar la palabra en el mítin convocado en San Marcos.
Monreal antes de tomar la palabra en el mítin convocado en San Marcos.Rodrigo Oropeza

Un día por fin pudo tener su reencuentro con López Obrador, tan añorado por el senador. Fue en Palacio Nacional el 8 de junio, una reunión a solas, de 40 minutos. “Nuestra conversación fue amena, de anécdotas y de compromisos, en el sentido de que necesitamos continuar el proceso de transformación, que lo necesitamos todos. Hablamos a fondo, amistosamente, como si no hubiera ocurrido nada en los dos años pasados”, cuenta.

—¿Usted le habló de su aspiración política?

—Le platiqué que yo iba a participar, que yo entendía cómo estaba [el desequilibrio], pero que iba a luchar. Y él me dijo: “No me voy a meter, porque yo quiero mantener la autoridad moral para todo el proceso, no puedo inclinarme por nadie, pero tú debes de entenderme”. Yo no pedí nada. Obviamente yo venía de un frío, un congelamiento, una pausa de dos años. Yo lo entendí muy bien.

Monreal, que ya ha sido gobernador de su Estado, senador, diputado y alcalde, asegura ser el más fiel representante del proyecto de López Obrador. Pero también se precia de ser un animal político capaz de negociar con todos, sin distinción de credo. Una muestra de ello ha ocurrido en Guerrero precisamente este día. Después del mitin en San Marcos, el legislador y su comitiva viajaron de vuelta a Acapulco, a la zona residencial de la costa. El destino: un lujoso resort en la zona Diamante donde lo esperan algunos exgobernadores de Guerrero, a los que él considera amigos: Héctor Astudillo, del PRI, y Ángel Aguirre, del PRD. El punto de reunión es la casa de Astudillo, que ha organizado una comida privada. En la encerrona participó un tercer exmandatario del que Monreal no quiere revelar su nombre. “Luego te lo digo. Es que ya lo buscaron, ya lo están presionando”, se justifica. La gran ausente en la visita de Monreal a Guerrero es la gobernadora del Estado, la morenista Evelyn Salgado. “Ella está muy cargada a favor de Claudia”, explica el senador.

A partir del lunes el partido levantará la encuesta con la que medirá a los aspirantes presidenciales. En el mitin en San Marcos, uno de los organizadores pidió a la gente apoyar a Monreal si los encuestadores llaman a su puerta. Otro orador, más entusiasta, se anticipó y declaró a Monreal “el próximo presidente de México”. La gente comenzó entonces a hablarle de sus problemas, el hospital que falta, las carreteras en mal estado, la pobreza y el desempleo. Monreal les dijo que, si gana en la encuesta, volverá a este municipio y comenzará a resolver las necesidades del pueblo tan olvidado. Nadie más que él supo qué tanta sinceridad había en sus palabras.

—Usted ya sabe lo que va a pasar el 6 de septiembre.

—Lo sé —dice Monreal.

—¿Qué hará después?

—Voy a quedarme en Morena.

—¿Pero qué ruta va a seguir?

—Iré a donde sea útil. Pero yo no aceptaría estar en el gabinete, por ejemplo. Yo preferiría mil veces volver a ser coordinador de un grupo parlamentario que ser secretario de Estado —dice en referencia al pacto establecido por López Obrador para que los perdedores de la encuesta tengan un lugar asegurado en el Gobierno del sucesor o sucesora presidencial. —No lo aceptaría porque mi vida ha sido más independiente, más autónoma —prosigue—. Yo he sido electo popularmente. Siempre he ocupado puestos de independencia como legislador, gobernador o alcalde. Nunca he sido empleado. Me cuesta trabajo, a estas alturas de mi vida, tener un jefe y tener jerárquicamente a quién rendirle cuentas.

—¿Y la candidatura al Gobierno de Ciudad de México?

—Es una posibilidad. No lo rechazo.

—¿Pero lo quiere?

—Mira, hace cinco años luché por eso, y yo creo que era mi condición.

—¿Ahora no es una condición?

—No. Digo, si se dan las cosas, no tendría inconveniente, si ahí puedo resultar útil. No lo rechazo, pues. No está fuera de las posibilidades el Gobierno de la ciudad. Claro, competiría por la candidatura. La Ciudad de México no va a ser fácil. Para mí, la ciudad ha sido siempre un epicentro que da muchas lecturas, y hoy la siento competida internamente, en Morena, y externamente, con la oposición.

El aspirante habla ante la población reunida por los transportistas.
El aspirante habla ante la población reunida por los transportistas.Rodrigo Oropeza

—Percibe que Sheinbaum tiene el control sobre la designación de esa candidatura?

—Yo creo que el que gane el proceso interno puede ser incluso quien decida las candidaturas a gobernadores, presidentes municipales, diputados y senadores.

—¿Es posible que después del 6 de septiembre usted inicie su camino por la jefatura al Gobierno de la ciudad?

—Es una posibilidad que no podría en este momento adelantar, sino hasta que concluya este proceso [por la sucesión presidencial] y que se abra el otro, ver las condiciones y ver si se puede lograr ese propósito. Tampoco soy un ambicioso vulgar. Si no se puede, pues no se puede.

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Sobre la firma

Zedryk Raziel
Reportero de EL PAÍS México, especialista en la cobertura de asuntos políticos y de corrupción. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido colaborador en el diario Reforma y el portal Animal Político. Es coautor de ‘El caso Viuda Negra’ (Grijalbo, 2022).

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