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A 40 años del accidente de avión que mató a Jorge Ibargüengoitia: “Es como el eslabón perdido de la cultura latinoamericana”

La poeta mexicana Amaranta Caballero recopila varios textos que siguen la pista de la catástrofe del 27 de noviembre de 1983 en la que también murieron los escritores Ángel Rama, Manuel Scorza y Marta Traba

Arturo Lazcano y Amaranta Caballero
Arturo Lezcano y Amaranta Caballero presentan el libro ‘Olafo y los amigos’Roberto Antillón
Erika Rosete
Guadalajara (México) -

La madrugada del 27 de noviembre de hace 40 años, un avión de la aerolínea Avianca cayó sobre el municipio de Mejorada del Campo, a unos 29 kilómetros de Madrid. La tragedia, cuyos detalles y víctimas habían quedado hasta ahora casi en el olvido, no solo mató a 181, de las 192 personas que habían salido de la ciudad de París con dirección a Colombia —con una escala programada en la capital española que no pudo ser—, también terminó con la vida de algunas de las mentes más brillantes y prometedoras de la época para la vida cultural y artística de América Latina: el escritor mexicano Jorge Ibargüengiotia, el peruano Manuel Scorza, la argentina Marta Traba y su marido, el uruguayo Ángel Rama. La poeta mexicana Amaranta Caballero ha rescatado un pedazo de la memoria de ese acontecimiento en su libro Olafo y Los amigos. Jorge Ibargüengoitia y el avionazo de Avianca de 1983, en el que se puede considerar como el inicio del rescate histórico de un momento clave para el futuro literario y artístico de toda la región.

Portada del libro ‘Olafo y los amigos’ en la feria internacional del libro de Guadalajara.
Portada del libro ‘Olafo y los amigos’ en la feria internacional del libro de Guadalajara.Roberto Antillón

Tuvieron que pasar muchísimos años de la tragedia para que una poeta y artista multidisciplinaria como Caballero Prado, originaria como Ibargüengoitia del Estado de Guanajuato, y un periodista español como Arturo Lezcano se enteraran sorpresivamente de que eran las únicas personas en el mundo que se habían interesado paralelamente en el accidente del avión en Mejorada del Campo, en 1983.

Era el año 2021, cuando Caballero le escribió un mail a Lezcano para contarle que trabajaba en la compilación de varios textos que integraban un libro sobre lo sucedido. Para ese entonces, habían pasado ya tres años del estreno del pódcast narrativo creado por Lezcano titulado Olafo. Ese nombre, convertido ahora en leyenda, era el que tenía aquel Boeing 747 jumbo, de los que existían muy pocos en el mundo —de ahí que fueran llamados con nombres propios—.

De uno y otro lado del Atlántico, y sin saberlo, en 2018 Lezcano y Caballero trabajaban simultáneamente en encontrar los registros (casi inexistentes) del accidente. Movido por un impulso periodístico para narrar varias tragedias en España en lo que él consideraba un año clave y vertiginoso para su país, Lezcano investigó exhaustivamente lo sucedido y lo hizo parte de su libro Madrid, 1983. Cuando todo se acelera (Libros del K.O., 2021). “Ese accidente es como el eslabón perdido de la cultura latinoamericana, o de la literatura. No en vano ellos mueren ahí, y es que podrían haber sido perfectamente Gabo, Cortázar y Vargas Llosa, porque todos están yendo al primer congreso hispanoamericano de la cultura, que se iba a celebrar, y se celebró, además, con un minuto de silencio, en Bogotá al día siguiente”, cuenta, emocionado.

Amaranta Caballero y Arturo Lezcano presentan el libro ‘Olafo y Los amigos’ en la FIL Guadalajara, este lunes.
Amaranta Caballero y Arturo Lezcano presentan el libro ‘Olafo y Los amigos’ en la FIL Guadalajara, este lunes.Roberto Antillón

Para Amaranta Caballero, una de las cosas más tristes de este episodio, no solo son las muertes de tantas personas sin que la tragedia haya causado siquiera alboroto o conmoción, sino el anonimato perpetuo al que se condenó a las víctimas durante tantos años y, lo que considera todavía peor, que personas tan importantes dentro de sus ámbitos artísticos (entre las que también estaba la pianista catalana Rosa Sabater), como Ibargüengoitia, Scorza, Traba y Rama, no merecieran ni siquiera en la solapa de algunos de sus libros, una mención más allá de la fecha y el lugar de su fallecimiento.

“A mí me parece que es necesario reactivar el diálogo con la trayectoria de trabajo de cada uno de estos intelectuales, porque en su momento eran los y las intelectuales, artistas que estaban entre los 50 y 55 años, en un momento de auge profesional, y desgraciadamente un paréntesis en el aire se los lleva. Dejan un hueco muy grave en Latinoamérica y lo que me pregunté es ¿por qué a nadie le importó esto antes?”, dice.

De las 192 personas que viajaban en ese avión, sobrevivieron 11. Las investigaciones de Caballero y de Lezcano son complementarias e inauguran un episodio que la historia les había negado a aquellos intelectuales, cuya promesa de creación y producción artística, según ambos autores, podría haber significado un parteaguas importante para la literatura latinoamericana.

Olafo y Los amigos (Ediciones La Rana, 2022) contiene textos de autores como el guanajuatense Eduardo Padilla, el peruano-chileno Daniel Rojas Pachas, los mexicanos Carlos Ulises Mata, Sherezade Bigdalí, Ricardo García Muñoz, Pedro Mena Bermúdez, Flor Aguilera, Flor Bosco y Leonardo Iván Martínez, con una introducción hecha por Arturo Lezcano y el poema Pase de abordaje de quien fue una prolífica poeta y creadora mexicana, así como una de las amigas más cercanas de Ibargüengoitia: Margarita Villaseñor.

Las premoniciones de la muerte

Como todo lo que se ha desencadenado desde que Lezcano y Caballero supieron que hacían casi la misma investigación, los detalles recopilados por ambos trazan un camino que roza el del relato de ficción. Marta Traba, ha contado Lezcano, escribió una novela en la que el final describe cómo la protagonista se sube un avión junto con otros latinoamericanos y comienza a dormirse mientras despega. Él mismo ha dicho también que, tras contactar con los herederos de Scorza, una de sus hijas le contó sobre una llamada que le hizo su padre para decirle que anotara una serie de nombres y cifras, para enviarle después una carta con indicaciones. La carta llegó, después de la muerte de Scorza con información sobre algunas deudas que tenían que ser resultas.

Y, por otro lado, Ibargüengoitia, quien, los autores aseguran, escribió en varias columnas de opinión en el periódico Excélsior preguntas y reflexiones sobre lo que pasaría en ciertas situaciones que terminarían, irremediablemente, en una catástrofe aérea.

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Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.

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