¡Gol de Irene Vallejo!
La feria recibe a la autora de ‘El infinito en un junco’ como a una estrella del rock. Ella rinde homenaje a su “maestro”, Alberto Manguel
El pasado 28 de julio Salman Rushdie pronunció en Guadalajara la conferencia “La novela y los idiomas de la verdad” dentro de los actos organizados por la ciudad mexicana como capital mundial del libro durante 2022. Pocos días más tarde, el 12 de agosto, era apuñalado en Nueva York cuando se disponía a dictar otra conferencia. Perdió un ojo y la movilidad en una mano. La de julio era la tercera vez que el autor de Los versos satánicos acudía a la capital de Jalisco. La primera fue durante la FIL de 1995, en plena fetua de Jomeini, rodeado de todo el secretismo del mundo y de medidas de seguridad a la altura de una amenaza de muerte urbi et orbi. Diez años más tarde, ya liberado —en falso, visto lo visto― y con Reino Unido como país invitado, llenó el mastodóntico Auditorio Juan Rulfo para inaugurar el prestigioso Salón Literario de la feria de aquel año.
Este domingo Alberto Manguel recordó al novelista indio durante la misma ceremonia. Mil personas enfervorizadas se congregaron para escuchar su diálogo con la autora más aclamada en el arranque de esta feria, Irene Vallejo, que venía de triunfar hace un mes en la de Fráncfort. A la misma hora que España jugaba contra Alemania en Qatar (1-1), la autora de El infinito en un junco reveló que nunca habría escrito su exitoso ensayo (traducido a más de 30 lenguas) si un amigo no le hubiera regalado Una historia de la lectura, la obra cumbre de Manguel, al que se refirió como “mi maestro”.
La autora reconoció haber decidido escribir su libro tras leer el de Manguel
Argentino de nacionalidad canadiense, Manguel se crio en Israel ―su padre era diplomático― tuvo como primera lengua el alemán, escribe en inglés y reside en Lisboa. La expresión ciudadano del mundo parece inventada para él. Además de su libro sobre la evolución del acto de leer, es autor de un precioso ensayo sobre Homero, ese clásico de los clásicos convertido por Vallejo en personaje de su novela El silbido del arquero ―anterior al infinito superventas juncal― y evocado este domingo de la forma más íntima posible: durante años ella pensó que la Odisea la había escrito su propio padre. ¿Por qué? Porque de niña comenzó a contarle las aventuras de Ulises como si fueran un serial: cada noche, un episodio.
La fascinación por los relatos de los mayores la llevaron a resistirse a aprender a leer o a reconocer que sabía hacerlo: pensaba que “perdería el privilegio de la lectura nocturna” a cargo de sus mayores. Más tarde entendió que no solo no perdería ese favor, sino que ganaría un extraordinario poder temido por todos los poderes. Los políticos y los religiosos. Manguel insistió en ello. Luego pronunció dos palabras que todos comprendieron sin necesidad de mayores explicaciones: Salman Rushdie.
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