El hijo de Juan Gabriel sobre el primer álbum póstumo del cantante: “Vamos a sacar más material. Él quería hacer feliz al mundo”
A seis años de la muerte del Divo de Juárez, su legado revive con un tercer material de duetos. EL PAÍS habla con su hijo Iván Aguilera, con el productor Gustavo Farías y con el escritor Pável Granados para desgranar los detalles de su nueva obra
La última imagen de Juan Gabriel [Alberto Aguilera Valadez, 1950-2016] en las redes sociales ya no es la de su rostro en un dudoso billete falso de cincuenta pesos. Es la portada de su nuevo álbum, el primero póstumo y el tercero de sus duetos, Los dúo 3, que se ha estrenado este viernes en México y el 2 de diciembre se estrenará en Estados Unidos. El Divo de Juárez aparece vestido de esmoquin negro, con gafas, al lado de una barra y acompañado por tres maniquíes femeninos. Hay más guiños: tres pequeños Budas dorados sobre un banco, tres lámparas que cuelgan del techo y tres copas con martinis servidos. El nuevo disco cierra una trilogía de duetos, pero su familia adelanta que habrá más novedades.
“Yo creo que hay varios años que vamos a poder sacar material para el público y que le va a gustar mucho. Las cosas que hemos podido escuchar están muy bonitas, especialmente cuando uno conoce la historia de Juan Gabriel, de mi papá, Alberto Aguilera, de dónde vino y quién llegó a ser, y se escucha en la lírica de estas canciones que él dejó y que nunca se han escuchado antes. Se siente en el corazón muy bonito”, dice Iván Aguilera, hijo de Alberto Aguilera Valadez, en entrevista con EL PAÍS.
Por lo pronto, el nuevo álbum de duetos es un recorrido generacional con las voces jóvenes de Ángela Aguilar, Danna Paola, Lasso, Anahí, Mon Laferte o Luciano Pereyra; las veteranas de John Fogerty —exvocalista de Creedence Clearwater Revival—, George Benson o Charles Aznavour [1924-2018]; los talentos de experimentados como Gloria Trevi, Pepe Aguilar o La India, y con el sonido regional de Eslabón Armado y las bandas El Recodo de Cruz Lizárraga y La Adictiva.
“El concepto es que no importa la edad que tengas o el género de artista que seas, vas a hacer una buena amalgama con Juan Gabriel. Es importante que el público disfrute y entienda que tan bonita es una canción con un señor como Charles Aznavour o con Ángela Aguilar. Su voz se amarra muy bien con ambos géneros y, sobre todo, las canciones se oyen muy bien en ambas generaciones. Es un regalo muy importante a la cultura musical del mundo el que nos ha dado Juan Gabriel. Pocos artistas o pocos compositores tienen eso”, explica a este diario Gustavo Farías, productor de Los dúo 3 y quien fue arreglista y productor de cabecera del cantante y compositor desde 1993.
—¿Qué significa para ti el primer álbum póstumo de tu padre?, se le pregunta a Iván Aguilera.
—Significa al fin ya poder sacar esto al público, porque yo sé que ellos esperaban la música. Nosotros siempre queríamos ya sacar esto, pero no queríamos hacerlo de manera rápida, sin trabajar al calibre de mi papá. Tomó nuestro tiempo buscar todo el material, todas las notas que mi papá dejó, las ideas. Nos juntamos el maestro [Gustavo Farías], yo y la disquera a platicar las ideas, y al fin pudimos juntar todo muy bien, producirlo muy bien y, obviamente, no se diga de la participación de los artistas, fue magnífica. Muchas gracias a ellos, y al fin ya estamos sacando esto.
“Un ave fénix”
Otro valor de este nuevo álbum es la capacidad vigente de Juan Gabriel para resurgir en la música cada cierto tiempo, incluso seis años después de su muerte. Sobre esta cualidad coinciden Iván Aguilera y Pável Granados, escritor, especialista en temas culturales y director del Canal 22 desde el pasado 1 de noviembre. “Yo recuerdo haberlo visto en tour después de que se había enfermado y que regresó al escenario. Yo mismo me quedé sorprendido: ‘se escucha mejor que el último show que tuvimos”, relata Aguilera.
“Juan Gabriel fue una persona que, por alguna razón, revivió muchas veces, salió de sus cenizas, como el fénix, por algunas razones que todavía son inexplicables para nosotros, porque fue un artista al cual no le fue llegando la fecha de caducidad nunca. Parecía que se acababa y renacía, parecía que se silenciaba y renacía, y hoy de manera póstuma renace en un disco así”, asegura por separado Granados, quien le propuso un libro biográfico al Divo de Juárez, pero este declinó la idea.
“Él desconfiaba de los libros. Él a lo que le tenía confianza era a su serie de televisión, que por esos días estaba empezando”, cuenta el autor de Mi novia, la tristeza: el recuento biográfico sobre Agustín Lara, que escribió con Guadalupe Loaeza.
—¿De qué tamaño es la influencia de Juan Gabriel en la música y en la cultura mexicanas?
—Es una influencia enorme que abarca la lengua española. Donde se habla español está Juan Gabriel. El pésame a México lo dio Obama. Es una visión muy, si tú quieres, oropelesca de la cultura, pero así como el oropel es algo muy exterior también hay algo muy interno. Hay una serie de fenómenos que acompañan a Juan Gabriel como la migración. Era michoacano y migró al norte, y luego migró a la Ciudad de México. Es la conquista de la Ciudad de México, una especie de heraldo de la cultura del Norte. Inexplicablemente no lo sacaban del clóset. Juan Gabriel nos sacó del clóset a los mexicanos, a todos, porque —por ejemplo— sedujo a todos los machos. Le perdonamos todo, le perdonamos su canción a Francisco Labastida [político del PRI que fue candidato presidencial en el año 2000], le perdonamos ese priismo que ostentaba, porque reconocemos a Juan Gabriel como una especie de concreción cultural. Tenía la vivencia de la soledad. Sus canciones muchas veces son una especie de monólogo desesperado ante el espejo.
Las maniquíes de la portada
Del arte de Los dúo 3 llaman la atención las acompañantes inanimadas del cantante, primero en un bar, al interior de la casa de Xolumado, una propiedad de Juan Gabriel en Cancún —hoy convertida en un hotel de lujo— donde tenía un estudio musical en el que se grabaron varios duetos de los diferentes álbumes de la trilogía, y después, en una zona de alberca debajo de una palapa. Iván Aguilera cuenta que la idea fue de su padre y que él mismo eligió las posiciones en las que se colocaron las maniquíes.
El concepto del atuendo de esmoquin y gafas fue idea de Farías. “Yo le pedí a Juan Gabriel que se vistiera como James Bond, que agarrara un martini. No le gustó. Aparte hacía un calor del demonio… pero al final estaba muy contento. Y luego la simbología de la portada, de tener tres maniquíes, tres copas, tres Budas. En esa onda sí había una afinidad muy padre generacional, de la importancia de las portadas de los discos, que viene desde el Sargento Pimienta, que la portada debe tener algo escondido ahí”, añade.
Para Pável Granados, el significado de los álbumes de duetos en la obra del Divo es el diálogo constante con las nuevas generaciones. “Tiene el significado de saltar a las nuevas generaciones. Es un ejercicio al que no todos los artistas se arriesgan, que da mucho miedo”.
—¿Cómo vives como productor tener en tus manos el legado musical de Juan Gabriel?, se le pregunta a Gustavo Farías, ganador de dos Grammy Latinos.
—Con mucho respeto y con mucho gusto. Si fuera mi primera producción de Juan Gabriel, no sabría describirte cómo estaría, pero es algo muy familiar para mí también porque, no me he dado cuenta, pero le he producido a Juan Gabriel yo creo que más de 200 canciones. Es algo muy familiar y muy padre.
—¿Por qué Los dúo y no Los dúos?
—Esa fue idea de él [de Juan Gabriel]. Vino desde antes, porque estábamos comentando cómo se iba a llamar el álbum y él dijo “Los dúo, y ya hay que registrarla”. Perfecto. Haz de cuenta que lo estoy oyendo.
—¿En todas las canciones coincidió Juan Gabriel con cada artista?
—Sí y no, porque las agendas de los artistas estaban muy complejas y también porque él grabó las voces con la idea de quién podría hacer el dueto y la sugerencia. Entonces, el trabajo era grabar su voz, porque se iba de gira, y posteriormente acopiar a los artistas que él escogió y producirlo. La gran mayoría de lo que está en este álbum se grabó entre junio y julio del 2016, aunque hay temas que se grabaron con anterioridad, pero no mucha, si acaso seis u ocho meses antes.
—Iván, ¿cómo vives la responsabilidad de ser el heredero universal del legado de Juan Gabriel?
—Es una responsabilidad con mucho... Yo me siento orgulloso por todo lo que dejó, y yo no hice nada, todo lo hizo él, pero para llegar al calibre de lo que él fue en vida me siento nervioso. En los shows del Cirque de Música de Querida, toda la noche estuve con el corazón saliéndome de mi pecho porque dije “ojalá esto salga bonito, porque tiene que ser a ese calibre de mi papá”. Es duro, no voy a mentir. Es muy duro tener eso en mente, pero a la vez yo creo que es bonito ya con el tiempo trabajando sobre las obras, sobre todo lo que dejó él, y recordando su carácter, sus notas, sus ideas, lo que él me dejó de ideas, de notas, de cómo quería hacer las cosas, porque muchas de estas cosas, la mayoría, yo diría, fueron puras ideas de él. No las estoy sacando yo de mi cabeza. Él ya tenía ideas del circo, de la serie, que obviamente él participó; las obras, Los dúo 3. Al final de todo eso, vale la pena porque se ve en la gente cuando algo le gusta, se ve eso, y yo creo que es lo bonito, que les siga gustando la música y las obras y todo de mi papá, porque es lo que él quería. Él quería hacer a la gente feliz, al mundo feliz.
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