El panorama nutricional de los mexicanos se estrecha por la inflación
Los alimentos preparados o procesados tienen aumentos menores, pero los productos frescos están muy por encima del incremento de precios general
El aumento del precio en los productos de alimentación básicos está ocasionando trastornos en las familias que no solo tienen que ver con la cantidad que se consume o el desembolso que se hace por ello. Es la calidad la que se está viendo afectada, es decir, la salud del consumidor que, finalmente, abandona el hábito de cocinar en casa, más saludable, por opciones de alimentación callejera o productos preparados del supermercado, baratos pero insanos. La inflación muestra su cara más compleja: a los pobres no solo les afecta al bolsillo, también a su bienestar sanitario en un país lastrado por enfermedades como la diabetes o la hipertensión.
Reyes Barrón ha observado cómo poco a poco va cambiando el consumo de la clientela en su tienda de abarrotes en Iztapalapa. “Vienen por 15 pesos de jamón, compran menos huevo, pero eso sí, las mentadas sopas Maruchan se venden mucho, aunque dicen que son muy malas”, asegura desde su negocio. Por su parte, Lilia Rodríguez tarda cada día más para decidir qué comprar en el mercado. En su bolsa hoy se observan algunos jitomates, un par de cebollas y un puño de chiles de árbol para hacer un arroz, además de unos cinco huevos y unas rebanadas de jamón. El menú para ella y sus dos hijas de 14 y 16 años será de huevos con jamón y arroz acompañado de diez pesos de tortillas. “Uno quiere darle lo mejor a la familia, pero ya hasta las tortillas salen caras”, comenta desde su trabajo, en la colonia Roma. “A veces sale mejor salir a la calle y comprar algo ya hecho y es más rápido”, indica.
El aumento de precios está cambiando los hábitos alimenticios en México. Pese a que el precio de insumos como los energéticos, usados para cocinar o transportarse, así como el de los servicios han subido, es el valor de los alimentos el que impacta más duramente a los mexicanos. “Primero comemos lo que hay, y en segundo lugar, comemos con lo que nos alcanza”, explica en entrevista Julieta Ponce Sánchez, directora de intervención del Centro de Orientación Alimentaria (COA). “A diferencia de otros países, el consumo en México se determina por la accesibilidad”.
Y es que si se tiene que elegir entre un kilo de papas, unos tomates verdes y unas naranjas, hay quien prefiere una sopa instantánea, una torta de tamal (desde 35 pesos en un puesto callejero) o bien, unos tacos de guisado por unos 40 pesos, pero sin la incomodidad de tener que cocinar.
Si bien la inflación generalizada llegó al 8,15% en julio, la tasa más alta en los últimos 22 años, una mirada al Índice Nacional de Precios al Consumidor muestra que las subidas más drásticas están en los alimentos frescos, que son, a final de cuentas, los más saludables. “Nos cuesta mucho más trabajo ver correctamente lo que llamamos el ‘paisaje alimentario’: lo que ves es lo que consumes, para casos de escasez monetaria, el cerebro consume lo que conoce, lo que más se ve son los productos preparados, ultraprocesados o menos saludables”, dice Ponce.
Por ejemplo, de acuerdo con los datos a julio de 2022 publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los productos como galletas, pan de pasta y harina han tenido un aumento anual de 3,20%, las carnes de 3,40%, los pasteles y productos a granel de 1.81% y los alimentos cocinados fuera de casa han aumentado, en promedio, 1,25%. En contraste, los alimentos frescos tienen aumentos significativamente mayores. Tan solo en el último mes, el huevo fue el que mayor repercusión tuvo en la inflación, con un aumento mensual de 8,31%, mientras que la naranja tuvo un aumento de 15,51%, la cebolla de 13,79, la papa de 11,96% y el tomate verde de 20,41% respecto a junio de 2022.
La tortilla, la base de la gastronomía mexicana, es uno de los alimentos que más afecta a los nutrientes que se adquieren por medio de las comidas diarias. Este alimento ha visto un incremento promedio de 13,52% hasta agosto de este año, el más alto en los últimos cinco años. “Hay una tendencia a consumir menos alimentos, más voluminosos y mucho más ricos en carbohidratos”, dice Ponce. “Suponiendo que trabajadoras que salen del metro o del transporte, prefieren comerse un tamal, algo que dé volumen, que llene”, agrega la especialista.
Estas condiciones han creado un fenómeno peligroso: las “tortillas piratas”. En videos en redes sociales y entrevistas con medios locales, el productor y titular del Consejo Rector de la Tortilla Tradicional, Sergio Jarquin Muñoz, explica que tortilleros elevan el contenido de cal, maíz expirado y agua no potable para disminuir los costos de producción. Esto, asegura Jarquin Muñoz, no solo disminuye el valor nutricional del elemento consuetudinario de la cocina mexicana, sino que pone la salud de los consumidores en riesgo.
“Cuando ustedes ven una tortilla por menos de 13 ó 14 pesos, tienen que dudar de la calidad de esa tortilla”, dijo Jarquin Muñoz a UnoTv. El precio promedio en las tortillerías del país es de 21,24 pesos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Integración de Mercados de la Secretaría de Economía.
El Pacic no ha sido suficiente
Reyes se dice preocupado por la situación en la que se encuentran los hogares. “Le echan la culpa a la pandemia, luego a la guerra, ¿mañana a quién le van a echar la culpa?”. En su tienda de abarrotes suele recibir las tarjetas de ayuda que brinda el Gobierno mediante el Banco del Bienestar para adultos mayores. “Se nota cuando les depositan, porque me compran un poco más y luego les alcanza para menos”.
Con su Paquete contra la inflación y la carestía (Pacic), el presidente Andrés Manuel López Obrador planteó una estrategia de producción, distribución y comercialización de 24 productos de la canasta básica. Sin embargo, hasta julio no se ha observado una contención significativa en la evolución de los precios de estos artículos. En general, la inflación en alimentos pasó de ser del 13,72% en abril de 2022, previo al anuncio del Pacic, a 15,22% en la primera semana de julio.
Para Lilia, lo importante es que sus hijas y ella tengan qué comer. “Si Dios nos da alimento, lo que sea es ganancia”, reflexiona. Sin embargo, comer cualquier cosa puede traer efectos muy negativos en la salud de los mexicanos. “Desde los tres meses se pueden observar las consecuencias de no consumir vitaminas y proteínas en suficientes cantidades, sobre todo en los niños y en los adultos mayores, puede ser una situación muy grave”, concluye Ponce.
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