López Obrador: “Se trabaja día y noche en el rescate de los mineros, sin parar”
El presidente ha aclarado este jueves que no se interrumpen las labores en la mina de Coahuila, que dejó atrapados a 10 mineros, ante el pesimismo tras la falta de resultados hace más de una semana
Los rescatistas que tratan de sacar del pozo minero a los 10 hombres que quedaron atrapados en Sabinas, Coahuila, recibieron un nuevo golpe a la moral. Dos buzos del Ejército descendieron sobre las cinco y cuarto de la tarde del miércoles a las galerías de carbón donde los obreros quedaron incomunicados tras la inundación que causó el derrumbe de un túnel hace ya una semana. Los militares se internaron en lo que han llamado “cápsula de vida”, una especie de jaula metálica de color amarillo que se utiliza en esta clase de rescates. Cuando los submarinistas llegaron a la plancha —el fondo del pozo— se vieron obligados a abortar la misión de salvamento, que duró algo menos de tres horas, al encontrarse pilares de madera que obstaculizaban el paso. Sigue sin haber ni rastro de los mineros. Troncos y palos es todo lo que han podido sacar hasta ahora.
“Hemos estado trabajando de manera coordinada día y noche, sin parar”, ha aclarado el presidente Andrés Manuel López Obrador la mañana del jueves ante las acusaciones de que las tareas de rescate se hubieran interrumpido por la noche. La coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, ha insistido a través de una videollamada en la conferencia del mandatario en que “jamás se suspenden las labores”. “Llevamos 183 horas de trabajo ininterrumpido, se trabajan las 24 horas del día. Y nuestro trabajo lo pueden testificar los familiares de los mineros atrapados [...] No nos vamos a ir de aquí hasta que no rescatemos a nuestros 10 mineros”, ha sentenciado Velázquez, después de explicar las complicaciones para dar con los trabajadores y que no existe ningún riesgo de colapso.
La falta de resultados el miércoles por la noche trajo consigo un poco más de pesimismo. Un recordatorio sangrante de que los mineros permanecerán sepultados otra madrugada más. Velázquez ha informado de que este jueves esperan retomar las expediciones a los túneles, con el apoyo de algunos mineros —muchos familiares de los que están atrapados—. Después del último intento de descenso fallido, en el campamento improvisado en el que algunos familiares aguardan, el ambiente era de falsa serenidad. Nadie decía nada. Solo había caras cansadas que miran en dirección a los pozos.
Cualquier pequeño hallazgo se vive con intensidad ante la falta de avances palpables. En esta ocasión, algunas fuentes no oficiales aseguraban que los buzos encontraron un casco hundido en el lodo, quizá en el anhelo de buscar una prueba de que el rescate progresa. Los familiares de los mineros, emocionalmente exhaustos ante la falta de resultados, increparon a los rescatistas profesionales. Después de ocho días, no se sabe si siguen vivos o muertos.
Durante toda la mañana del miércoles, el operativo desplegado para rescatar a los mineros había extraído de los túneles listones de madera que obstruían las bocaminas y dificultaban la inmersión de los submarinistas. Nada más. Este jueves, la jefa de Protección Civil ha anunciado que los niveles de agua son “óptimos”, por debajo de los nueve metros, y se intentará una nueva inmersión. “Tenemos que ser cuidadosos, entendemos la urgencia de entrar y ojalá el día de hoy pueda ser”, ha señalado Velázquez.
Durante la semana, en la que se han intentado ya varias incursiones de salvamento, la principal tarea ha sido drenar el agua que inunda los pozos e imposibilita el rescate. Los avances han sido lentos debido al enorme volumen de líquido en los túneles. Según datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), este jueves el nivel se encuentra a 4,9 metros de altura en el pozo dos, 6,9 metros en el tres y 9,1 metros en el cuatro. El gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, declaró el miércoles: “Todavía se encuentran obstáculos para poder entrar a las galerías de la mina, pero seguirán los trabajos de bombeo para que puedan volver a ingresar y continuar con la búsqueda y rescate”.
Los tres pozos en los que trabajaban los 10 mineros atrapados se encuentran a solo unos metros de la mina de Las Conchas, una explotación abandonada hace casi 40 años y llena de agua por su cercanía con el río Sabinas. El miércoles, el líquido se abrió camino entre las grietas de los túneles y ocasionó el derrumbe. Las galerías no contaban con las condiciones de seguridad más mínimas: no existe ni un registro oficial de quien entraba y salía, y los obreros bajaban en botes con un rudimentario sistema de cuerdas y poleas.
Drenar la inundación se convirtió en el mayor obstáculo. El volumen acumulado durante las cuatro décadas de abandono de Las Conchas era tan masivo que las máquinas extraían el agua, pero esta seguía filtrándose desde la mina en desuso. El lunes, un dron submarino con una cámara se internó en los pozos y permitió observar una “gran cantidad de elementos sólidos y turbulencia”. Los expertos concluyeron que, por el momento, no existían “condiciones para el ingreso de cuerpos de búsqueda”, según la Sedena.
El lunes también se produjo el primer intento de descenso de un rescatista del Ejército a los pozos, aunque se saldó a los pocos minutos. El soldado solo pudo extraer listones de madera para desesperación de los familiares de los mineros atrapados, que a medida que pasan los días cada vez ven más difícil poder salvar con vida a los 10 hombres.
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