Familiares viven horas de angustia por los mineros atrapados en Coahuila

Familiares de los mineros atrapados bajo tierra duermen en la cajuela de su camioneta en la periferia del área de rescate.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Alison (16 años), hija de Jorge Luis Martínez, minero atrapado bajo tierra, es reconfortada por su madre Carolina, durante las labores de rescate.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Los familiares de los 10 mineros atrapados pasan la madrugada reunidos en los alrededores del pozo, esperando noticias y consolándose entre ellos.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Un voluntario sale del área del siniestro. Los rescatistas creen que todavía queda un largo camino hasta que puedan sacar a los obreros.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Fernando, amigo de un minero atrapado, observa el área de labor de rescate. Casi 60 trabajadores de esta pequeña comunidad en Sabinas han acudido a socorrer a sus compañeros.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Los rescatistas comentan entre ellos que el nivel de agua que inunda los pozos —lo que provocó el derrumbe— se mantiene todavía por encima de los 30 metros en un pozo de 60 metros de profundidad.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Sergio Martínez (36 años) muestra una fotografía de su hermano Jorge Luis (34 años), minero atrapado bajo tierra. Emilio Espejel (EL PAÍS)

Sergio Martínez, hermano de uno de los mineros atrapados, muestra equipo de minería abandonado cerca del perímetro de rescate.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Una perrita duerme en el campamento improvisado donde familiares esperan respuesta de sus seres queridos atrapados bajo tierra.Emilio Espejel (EL PAÍS)

Las familias de los hombres atrapados bajo tierra no entienden por qué los buzos que han llegado desde Ciudad de México no actúan. Entre ellos comentan que son los mineros de la zona los que van a entrar a los túneles a buscarlos. Emilio Espejel (EL PAÍS)

La mayoría de los familiares han pasado la noche rondando el perímetro de seguridad del Ejército, durmiendo sobre el polvo con solo una manta o en sillas de plástico.Emilio Espejel (EL PAÍS)

El Ejército ha ampliado el perímetro de seguridad —en algunas partes incluso ha colocado cercas con alambre de espino—y nadie puede acercarse a menos de 30 metros.Emilio Espejel (EL PAÍS)