Leticia Huijara: “Las ofertas de personajes interesantes se empobrecen conforme las actrices cumplimos años”
La actriz preside la Academia de Cine mexicana. Espera que su vida sea más tranquila dentro de 20 años, pero ahora quiere estar donde “algunas veces se puede tomar decisiones”
La actriz mexicana Leticia Huijara hace una pregunta simple cuando le ofrecen un papel: “¿El personaje tiene novio?”. “Si me dicen que sí, sigo”, cuenta la intérprete de 54 años nacida en Acapulco. Huijara empieza la próxima semana un nuevo rodaje, la tercera de una serie de cuatro películas que está haciendo para una plataforma. Además, dirige la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas desde noviembre. Y cocina, y escribe cuentos. Trabaja, calcula, unas 18 horas al día: “En 20 años quiero tener una vida más tranquila, pero ahorita están sucediendo cosas muy interesantes para las mujeres y yo quiero estar en los sitios en los que puedo discutir y algunas veces se puede tomar decisiones”.
La actriz asumió el cargo al frente de la Academia cuando la industria empezaba a recuperarse del golpe de la pandemia de covid-19 y después de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador eliminara el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine). “No tenemos todavía posibilidad de evaluar si fue para bien o no”, opina Huijara durante una entrevista con EL PAÍS. Su oficina está en el último piso de la casa donde vivió el cineasta Luis Buñuel en Ciudad de México hasta su muerte en 1983. El inmueble de 200 metros cuadrados, tres plantas y jardín se siente vacío a pesar de las estatuillas doradas, los DVD y las decenas de carteles de películas. Huijara trabajó en algunos de esos filmes, como La ley de Herodes, dirigida por Luis Estrada, o Por si no te vuelvo a ver, con el que ganó el Premio Ariel en 1998.
Pregunta. La próxima semana se anuncian los nominados a los Premios Ariel, que entrega la Academia. ¿Qué tiene que tener una película, un actor o una actriz para ganarlo?
Respuesta. En términos generales ponderamos los valores artísticos de todos los trabajos. Pero eso no tiene que ver con el género o el tema del que se trate la película, que luego es un malentendido que se tiene. Puede haber estos valores artísticos en una comedia, en un documental, en una peli ligera o en una película que aborde algún problema grave de las vidas de los personajes o del país.
P. ¿Qué es lo mejor del cine mexicano que ha visto en el último año?
R. Por la posición en la que estoy no puedo hablar de mejores películas o de películas que no me gustan. Veo todas las que se inscriben, veo lo excelente, lo bueno, lo regular y lo malo.
P. ¿Y de fuera?
R. Acabo de ver Todo a la vez en todas partes y me encantó. Tengo un hijo de 13 años que está muy en la onda de la ciencia ficción. Híjole, me cuesta trabajo ver ese tipo de películas. Pero para mí es muy importante tener una relación con mi hijo que pase por las películas. Entonces, pues, las veo. Me interesó mucho el drama humano [del largometraje]. Me gustó muchísimo también ver a una actriz que es conocida por ser una actriz de películas de acción actuando tan bien.
P. ¿Por qué lo dice?
R. Creo que hay un twist muy interesante cuando la heroína de una película de acción es una mujer.
P. ¿Le gustaría interpretar a una?
R. El personaje [de Todo a la vez en todas partes] es muy interesante porque es una mujer de mi edad. Una queja constante que tengo es que las ofertas de personajes interesantes se van empobreciendo conforme las actrices vamos cumpliendo años. Cuando encuentro en películas, obras de teatro o literatura personajes femeninos que cruzaron los 40 y siguen siendo complejos, pues obviamente se me antoja mucho.
P. Estaría dispuesta a aprender karate entonces.
R. Absolutamente. He hecho cosas peores.
P. Más de la mitad de las películas mexicanas recibieron apoyos del Estado en 2021, ¿puede llegar a ser un problema que la producción nacional dependa de esos apoyos?
R. No creo que sea un problema, todo lo contrario. Pienso que el Estado no debería nunca, de ninguna manera y bajó ningún presupuesto renunciar a su obligación de apoyar a los creadores que no cuentan con otro tipo de apoyos. Estoy hablando del cine, que es lo que nos ocupa, pero al mismo tiempo del teatro, la música, la danza, las artes plásticas y cualquier otra manifestación artística. No podríamos hablar de un Estado sano, de un Estado mexicano, si no alienta la preservación y el surgimiento de creadores.
P. ¿Cree que esta Administración sí está apoyando el cine?
R. Lo está apoyando de una manera distinta a la manera en la que se venía apoyando con anterioridad, y creo que los resultados de esos cambios [la extinción del Fidecine aunque con el mantenimiento de los recursos] no se van a ver inmediatamente, sino que se van a ver en algunos años. Creo que no tenemos todavía la posibilidad de evaluar si estos cambios, que fueron cambios radicales en la manera en la que se venía apoyando el cine desde el Estado, fueron para bien o no.
P. ¿Qué pendientes tiene la industria?
R. Tenemos un pendiente en ir incorporando las cinematografías que parten de narrativas regionales o narrativas indígenas o narrativas de comunidades de afrodescendientes. O sea, integrar a todos los méxicos en películas que podamos ver todos. También tenemos un pendiente desde hace mucho tiempo que tiene que ver con una exhibición y distribución equitativa en relación a las cinematografías de otros países. Creo que el público mexicano debería tener muchísimas más opciones de ver películas mexicanas.
P. Del total de asistencias a salas de cine en México, la asistencia a películas mexicanas es menor al 5%. ¿Tiene que ver con la distribución y la exhibición entonces?
R. Pasa mucho por ahí. Pasa también porque los presupuestos para promocionar una película mexicana no tiene nada que ver con los presupuestos que maneja la industria preponderante, que es la de Hollywood.
P. El movimiento MeToo llegó a México con el caso de la actriz Karla Souza, que denunció al director Gustavo Loza de violación. ¿Desde entonces se han conseguido cambios?
R. El simple hecho de que estemos preocupadas por tener protocolos de acción y de echarlos a andar es un avance importantísimo. Hablamos mucho de lo que significa ser mujer en una industria que es muy jerárquica. Y hay una conciencia muy importante acerca de la necesidad de no permitir que siga sucediendo ni de ser cómplices. Creo que ha habido, y específicamente en la industria cinematográfica, un movimiento muy intenso, muy inteligente y muy solidario en relación a todos estos casos de acoso, hostigamiento, abuso, etcétera. Poco a poco se ha ido organizando. En los últimos arieles presenciales, en 2019, hubo un pronunciamiento del colectivo de mujeres cineastas Ya es hora, al que yo pertenezco. Ya es hora de hablar de esos temas, ya es hora de ponerlos sobre la mesa, ya es hora de denunciar. Ya es hora también de creerle a quien denuncia y de incluso dejar abierta esta posibilidad de denunciar anónimamente cuando todavía no estás preparada.
P. En el Centro de Capacitación Cinematográfica una serie de denuncias abrió el debate sobre el acoso sexual en la escuela. ¿Empieza ahí el problema?
R. El problema es que hayan crecido generaciones enteras de hombres pensando que esas conductas eran normales, o que esas conductas eran aceptables o que, en caso de que no fueran aceptables, iba a ver todo un colectivo social alrededor que iba a ayudarte a esconderlo. El problema también creo que es que hayamos crecido tantas generaciones de mujeres aceptando esos abusos y esos acosos como parte de una normalidad de ser mujer y de desempeñarse en una industria que a veces también tira para los estereotipos de lo que es ser mujer.
P. Una película que usted protagonizó, Lola, fue pionera en ese sentido. A finales de los 80 ya planteaba una forma diferente de ser madre.
R. A mí me da muchísimo gusto. Yo era una jovencita [tenía 18 años]. Había muchas cosas que yo no entendía. Entonces me acuerdo de que se sentaban [la directora] María Novaro y su hermana Beatriz, coguionista de la película, y me contaban. Yo entendía, eso sí lo tenía muy claro, que estábamos haciendo la película de una mamá inusual, atípica, de una mamá que desde muchos puntos de vista podría ser reprochable. Sí estábamos rompiendo con el estereotipo de la mamá mexicana abnegadísima que nos planteaba el cine.
P. La próxima semana arranca un rodaje. ¿Ese papel le parece interesante?
R. Absolutamente. Es una mujer que tiene una vida amorosa, que es casi un signo distintivo de los personajes adultos. Tiene dos hijos y es una mujer que no responde a los estereotipos de lo que debería ser una mamá. Yo hago un test muy sencillo cuando me ofrecen un personaje para saber si de entrada me interesa o no. Siempre les digo: “¿Tiene novio?”. Si me dicen sí, sigo.
P. ¿Cuando llega a su casa tiene todavía ganas de ver cine?
R. A mí me gusta el cine desde siempre. Muchos de mis recuerdos y de mi educación sentimental pasa por el cine. La verdad me daría mucho miedo dejar de disfrutarlo.
P. Su cuenta de Twitter parece un diario. Hace poco escribió: “La juventud vende. La juventud consume. Yo escuchando y buscando una alfombra para que me barran y me escondan de bajo”. ¿Teme quedar obsoleta?
R. La sociedad en general va orillando a la gente adulta a que se vaya haciendo a un lado. Creo que hay una cosa ahí con la que todos estamos de acuerdo, que tienen que ver con darle oportunidad a los jóvenes. Es importantísimo el relevo generacional. Pero sí siento que el consumo nos está llevando constantemente a que tú mismo no te aceptes como adulto y los demás no quieran mirar la vejez. Porque quienes diseñaron el consumo han decidido que quienes compran y quienes venden son los jóvenes. Si dejas de ser objeto de deseo, entonces dejas de ser importante como personaje y dejas de ser importante como un motor de la industria. Sí me da miedo, mucho.
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