Los estímulos fiscales a la gasolina contienen la inflación
Los analistas estiman que sin los subsidios el encarecimiento de los precios sería hasta dos puntos mayor
Los subsidios a la gasolina han ayudado a contener la inflación más alta en dos décadas. Los estímulos fiscales al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) y al pago del IVA y del ISR para la venta de combustibles han evitado que el encarecimiento de precios haya escalado aún más. Sin estas ayudas, la inflación estaría hasta dos puntos por encima del nivel actual, según un análisis de Barclays y la opinión de varios analistas. La contracara de este efecto beneficioso es el costo multimillonario al erario público al dejar de ingresar esos tributos.
Todavía no se ve un fin al programa de subsidios a los combustibles. Desde principios de marzo, al poco de estallar la guerra en Ucrania, la Secretaría de Hacienda ha renovado semana tras semana la exención al pago del IEPS. Los conductores también se librarán de abonar el impuesto esta semana. Las gasolinas contarán, además, con un estímulo complementario que rebaja la carga fiscal de los importadores o productores de combustible. El subsidio a la Magna o regular sumará 12,3 pesos por litro y a la Premium, 11,6 pesos. Sin los estímulos, el precio de la primera, que se sitúa en un promedio de 21,9 pesos esta semana, se elevaría un 56% y la segunda, que está en 23,8 pesos, subiría un 49%.
Estas reducciones a la hora de llenar el tanque ha quitado una fuente de presión sobre los precios. En marzo, al inicio del conflicto en Ucrania, la gasolina presentó un incremento mensual del 2% y fue el segundo producto con mayor peso sobre el índice de precios, solo por detrás del gas LP, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En cambio, en mayo, tres meses después de comenzar los subsidios, el precio de la gasolina aumentó un 0,6% respecto al mes anterior y cayó al sexto lugar en cuanto a incidencia.
La inflación se situó en un 7,65% anual al cierre de mayo, muy lejos del objetivo del 3% del Banco de México. Sin embargo, los analistas señalan que la situación sería peor sin los estímulos. El economista jefe para Latinoamérica de Barclays, Gabriel Casillas, aseguró la semana pasada en una conferencia que la intervención del Gobierno ha evitado que la inflación llegue al 9,7%. “No me gustan los subsidios, pero en las circunstancias en las que estamos es lo correcto”, declaró. El economista José Luis de la Cruz apunta a una horquilla de entre el 1,5 y 2 puntos más de inflación sin los estímulos. “En el corto plazo, se puede observar que al menos el factor de presión inflacionaria que durante algún tiempo fueron los energéticos sí ha disminuido”, señala.
Los subsidios al IEPS han sido criticados por beneficiar principalmente a las clases medias de las grandes ciudades y no a los más necesitados. Sin embargo, en un contexto de alta inflación, los estímulos también han contribuido a contener el alza de ciertos alimentos, al asegurar menores costos de transporte. “Históricamente, el subsidio a la gasolina beneficia a la clase media urbana que tiene carro, pero en este caso al limitar el costo del transporte tiene un impacto mayor”, apunta el investigador Óscar Ocampo, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Pese a los estímulos fiscales, en mayo el Banco de México revisó al alza sus pronósticos de inflación hasta el segundo y tercer trimestre de 2023. José Luis de la Cruz no ve que el aumento de precios se vaya a frenar a corto plazo. “Una parte del aumento sigue siendo importado, como con el arroz, el trigo, y las materias primas, que mantienen su alza”, señala. El economista alerta, además, de que en su intento por controlar la inflación, las subidas de las tasas de interés por parte del Banco de México pueden desembocar más adelante en un aumento en los costos de inversión y de producción de las empresas.
Por otro lado, contener la inflación mediante los subsidios no sale gratis. El IMCO ha estimado que los estímulos le costarán entre 119.000 y 205.000 millones de pesos a Hacienda si se mantienen hasta finales de año, según el precio internacional del petróleo. “El Gobierno ha tenido que elegir entre dos males; permitir que la inflación se descontrole aún más o permitir el costo de finanzas públicas”, dice Óscar Ocampo. “Pero es un subsidio altísimo. Las gasolinas no se pueden subsidiar hasta el infinito”.
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