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Liga de Campeones de la Concacaf
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pumas: cuando la garra no es suficiente para evitar bochornos

El equipo de la UNAM cae con estrépito frente al Seattle Sounders, un equipo de apenas 28 años de historia, en la búsqueda de un título inesperado en la Concacaf

Diego Mancera
Andrés Lilini, entrenador de Pumas, sale hacia el vestuario tras la final con Seattle.
El entrenador de Pumas, Andrés Lilini, sale hacia el vestuario durante la final entre Pumas y Seattle.Ted S. Warren (AP)

Vivir en el alambre. Esa es la forma de asumir los partidos de los Pumas. Ganar de último minuto, apelar a las hazañas, a buscar un remate acrobático, a clasificarse en la última jornada. La historia no gana partidos, ni títulos. O no siempre. Al equipo universitario le humilló un joven conjunto de fútbol de 28 años que supo cuándo atar el resultado para quedarse con el trofeo de la Concacaf, el único torneo al cual un equipo mexicano puede aspirar a ganar fuera de casa porque ni hablar de la Copa Libertadores, donde aún no firman la paz para volver a plenitud.

El equipo de fútbol de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) arrastró el orgullo deportivo en la final a partido doble por un lugar en el Mundial de Clubes. En el primer juego, los felinos, con 67 años, lo tenían ganado 2-0 en una hora de partido frente al Seattle Sounders. Esa ventaja se anuló cuando en los últimos 15 minutos les empataron la serie, pese a la euforia desatada en el Estadio Olímpico Universitario. La final la perdieron allí al no saber cómo digerir la ventaja. El Sounders, bien adiestrado con la picardía del uruguayo Nicolás Lodeiro, consiguieron el empuje correcto. En la vuelta, los representantes del fútbol de Estados Unidos (con solo tres jugadores titulares con pasaporte estadounidense) se aprovecharon de un autogol de los Pumas antes del final del primer tiempo para minar el ánimo. El juego terminó en goleada 3-0 (5-2, marcador global) y con unos jugadores universitarios extraviados y perplejos. Nada les salió bien.

La caída de los Pumas es grave cuando se mira al pasado. En 2005, la penúltima vez que el club llegó a una final internacional, perdieron el trofeo de la Concacaf frente al que parecía ser el rival débil, el Saprissa de Costa Rica. En 2022, el dos veces campeón de la Liga de EE UU le ha superado sin titubeos. ¿El fútbol estadounidense es mejor que el mexicano? Aún es temerario decirlo. El hecho es que el Sounders, fundado en 1994, rompió la racha de 16 años de triunfos mexicanos en la Concacaf. No, no es la primera vez que un equipo de EE UU triunfa en el torneo de la zona: en 1998 el D.C. United tumbó al Toluca de Cardozo (1-0) y en el 2000 Los Ángeles Galaxy vencieron al Olimpia de Honduras (3-2).

El mérito de los Pumas es haber llegado a esa final dadas las condiciones de su plantel. Es el cuarto equipo más pobre del fútbol mexicano (27,9 millones de euros con respecto a los 74 millones que valen los Rayados de Monterrey), algo que rompe con el dato de ser uno de los cuatro clubes más queridos y seguidos en su país. Lo que no tienen en valor de mercado, los de la UNAM lo han compensado con pundonor. El actual entrenador, Andrés Lilini, se hizo cargo del equipo porque Míchel, exjugador del Real Madrid, abandonó al club a horas del arranque del torneo en 2020. Con jugadores con bajo perfil, los universitarios llegaron a una final de la Liga mexicana y, para su mala suerte, también la perdieron, esa vez contra León. Eso fue la llave para que se clasificara a este torneo de la Liga de Campeones de la Concacaf. La clave ha estado en confiar en los jóvenes que emergen de sus divisiones menores y confiar en los extranjeros que pueden mantener. Porque jugador que juega bien en Pumas, termina con un letrero de venta para ayudar a las finanzas de un club que sufre para contratar estrellas. Aún no pierden la esperanza de encontrar al nuevo Hugo Sánchez. De eso ya han pasado 46 años.

Los Pumas, el equipo a contracorriente, no tuvieron forma de compensar sus limitaciones para coronarse. Ahora cargarán, muy a su pesar, con el estigma de haber perdido contra un equipo estadounidense, máxima antípoda del aficionado mexicano. Los cánticos de ¡Goya! se han perdido en el silencio a la espera de volver a creer en la próxima hazaña.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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