Camila Jaber, la apneísta mexicana que lucha por salvar a los cenotes: “Es impactante el deterioro que han tenido. En algunos ya es un riesgo nadar”
La deportista e ingeniera en recursos hídricos ha levantado la voz contra las amenazas a esos cuerpos de agua: desde el turismo masivo hasta las granjas porcícolas y, ahora, el Tren Maya
Sin tanque de oxígeno ni aletas, Camila Jaber se sumerge en los cenotes de la península de Yucatán hasta que los últimos rayos de luz se apagan. Se propulsa con unos pulmones más propios de mamífero marino que de humano y logra hundirse hasta una vertiginosa profundidad de 58 metros, un récord nacional. Cuando era una adolescente inquieta, Jaber (Ciudad del Carmen, 26 años) encontró en la apnea “este silencio, esta quietud, una paz que no sabía que estaba buscando”. Y, en los paradisíacos cenotes de la Riviera Maya, el mejor salón de clases para practicarla. Conocidos en todo el mundo por sus aguas turquesas, estos lagos subterráneos son parte de un complejo sistema de cuevas y ríos bajo tierra que conforman el acuífero maya, una inmensa reserva de agua dulce conocida como “la cisterna de México”. Pero, tras años de desarrollo desmedido, explotaciones industriales como los monocultivos de soya y la proliferación de granjas porcícolas, los cenotes se encuentran más amenazados que nunca. La apenísta ha alzado la voz para alertar sobre esa problemática, lo que le valió el año pasado el premio #CreateCOP26, que busca concienciar sobre la emergencia climática a través del arte. El último peligro contra el que se ha levantado ha sido la construcción del Tren Maya a la altura de Playa del Carmen, donde vive desde los 8 años. “Como no han hecho estudios de impacto ambiental no podemos dimensionar el impacto”, lamenta. “Eso es lo que más me asusta y me mantiene despierta en las noches”.
Pregunta. Dice que en la apnea encontró paz pero, ¿no hay algo agobiante en esa sensación de que te falta el aire?
Respuesta. No, no, no. Sí hay una sensación, ¿cómo decirlo?, incómoda. Aguantar la respiración se vuelve incómodo en algunos momentos, pero no dejas que tu mente te lleve a ese lugar. Al contrario, respiras como si te fueras a quedar dormida, te preparas como si fueras a hacer algo muy relajante. Sí puede haber buceos retadores en los que hay este agobio, pero nunca sientes que te vas a ahogar. El tema es relajarte, cuando sientes esa sensación de que te estás ahogando, te observas, relajas los músculos, y te das cuenta de que estás bien.
P. ¿Por qué le atrae más hacer apnea en los cenotes que en el mar?
R. También me gusta hacer apnea en el mar, pero donde crecí, en la Riviera Maya, la joya son los cenotes y por eso los cursos se llevan a cabo ahí. El mar es muy lindo pero las condiciones son más impredecibles. Saliendo de Playa del Carmen el mar es muy bajito, en los cenotes hay profundidad más rápido. En los cenotes no hay corrientes y oleajes, son los lugares perfectos para aprender y yo tuve la fortuna de aprender en ellos. Yo creo que mi progreso fue tan bueno porque los cenotes son salones de clase perfectos para este deporte.
P. Cuando alcanzó el récord nacional en 2020 lo dedicó a alertar sobre la contaminación en los cenotes. ¿Qué le hizo levantar la voz sobre esa problemática?
R. Es una bandera que llevo desde que empecé este deporte. Siempre ha sido un problema latente pero ha sido impactante ver el deterioro que han tenido estos cuerpos de agua en mi tiempo de vida, en el tiempo que llevo practicando apnea. El problema ha ido aumentando de manera exponencial y se ha vuelto crucial en los últimos años. Al nivel que hay cenotes donde ahora es un riesgo nadar, puedes salir con infecciones de oído por los altos niveles de contaminantes que hay en el agua. Por un lado me siento muy orgullosa de representar estos cuerpos de agua que son tan especiales y tienen ese atractivo turístico, pero no creo que se pueda hablar de ellos sin mencionar esta gran amenaza.
P. ¿Alguno en concreto donde notó esa contaminación por primera vez?
R. Prefiero no dar nombres porque lo que se me hace muy fuerte es que al final la comunidad o el ejido donde están esos cenotes acaban siendo los más afectados por la contaminación. Ellos llevan generaciones disfrutando de esos cuerpos de agua pero, debido a fuerzas externas, sus cenotes están contaminados. Esto no solo afecta al turismo sino que demuestra cómo los temas ambientales son también sociales. Eso es algo que se nos olvida un poco en la zona.
P. ¿Cómo se ve esa contaminación?
R. En un cenote que está muerto lo que pasa es que el agua se estanca. Se cubren de una capa de materia descompuesta, hay medusas. Las especies ya no son las que viven en flujos de agua sanos sino que hay especies parásito que sobreviven en condiciones más extremas. El agua se ve café, ya no es cristalina.
P. ¿Qué ha llevado hasta ese punto?
R. La llegada a la zona del sector turístico, con estos grandes desarrollos inmobiliarios que desgraciadamente dragan, abren canales, meten dinamita para explotar los cenotes. También la presencia de la agroindustria, de los monocultivos y las granjas de animales, que utilizan una cantidad de químicos y producen una cantidad de desechos sobre las aguas muy fuerte y, especialmente por el tipo de suelo, que es permeable, poroso, todo se filtra.
P. ¿Cómo afectan al acuífero esos químicos?
R. Todo lo que sucede en la superficie llega al acuífero y lo más delicado de la zona es que todo el acuífero está conectado: en tierra y con el mar Caribe. Algo que se tira tierra adentro eventualmente termina en el mar. Este arribo enorme de sargazo que está llegando a nuestras costas, sí es cierto que viene de un mar de sargazo por la deforestación y el uso de fertilizantes en el Amazonas, pero cuando llega a México se prolifera de una manera descontrolada por la cantidad de materia orgánica que hay en el agua. Se vuelve significativamente mayor por esa materia orgánica, ya sea por la falta de tratamiento de las aguas o por el uso de fertilizantes de las industrias.
P. Y una de las nuevas amenazas en la zona es la construcción del Tren Maya.
R. Sí, y el principal problema es que no pudimos dimensionarlo. Eso es lo que más me asusta y me mantiene despierta en las noches. Porque no hay estudios, están haciendo el proyecto improvisando, van sobre la marcha: ‘ahora por aquí, ahora no’. Se ha hablado de soluciones como rellenar cenotes y pilotearlos. El efecto que esto puede tener aguas abajo es impredecible. El flujo del agua en la península viene del centro hacia el Caribe. Si se cierra una arteria muy importante, se bloquea o se colapsa uno de estos ríos, no podemos ni imaginarnos qué puede pasar cuesta abajo, en los cuerpos de agua que están más cerca de las ciudades.
P. Usted es parte del movimiento ‘Sélvame del Tren’ que viajó a Ciudad de México para el encuentro en Palacio Nacional sobre esta problemática, pero el presidente acabó cancelando.
R. No sé si la palabra para definir lo que pasó es irrespetuoso pero sí con poco tacto. Ya se había concretado y nos cancelaron horas antes. Además ha dicho en la mañanera que cree que tenemos otro tipo de intenciones. Lo que me queda claro es que el principal enemigo que tenemos es esta nube de desinformación que está haciendo que parezca que esto es un tema político, de intereses, cuando realmente es una preocupación genuina.
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