La educación de 3,6 millones de niños pobres a la deriva: el Gobierno elimina el programa Escuelas a Tiempo Completo
Las organizaciones de protección de la infancia alertan de las “consecuencias catastróficas” de la medida, que afecta a 27.000 colegios que ofrecían una comida caliente y horas de clase suplementarias para los menores más desfavorecidos
El Diario de la Federación ha hecho oficial una pesadilla para las organizaciones de protección a la infancia. La Secretaría de Educación ha eliminado el programa Escuelas a Tiempo Completo, una iniciativa que apoyaba con alimentación y horas de clase suplementarias a 3,6 millones de niños en condiciones de pobreza en México. Llevaba más de una década funcionando en unos 27.000 colegios del país y ha sido borrada de un plumazo por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Colectivos como Mexicanos Primero han dado la voz de alarma sobre la “consecuencias catastróficas” de esta eliminación, que incluyen la malnutrición y el abandono de menores de edad de las familias más desfavorecidas. La secretaria de Educación, Delfina Gómez, ha dicho este martes que la decisión se ha tomado para priorizar el presupuesto en la mejora de las infraestructuras.
Las reglas de operación de La Escuela Es Nuestra (LEEN) para el 2022, publicadas esta semana, escondían la eliminación de uno de los proyectos educativos más defendidos por investigadores y organizaciones. “El programa Escuelas a Tiempo Completo era un igualador social, una muestra de política pública buena para la equidad, la seguridad y el desarrollo”, afirma Ana Razo, investigadora en prácticas educativas del CIDE, “quitar este programa supone atentar contra las condiciones de la población más vulnerable, contra las infancias que no tienen otra oportunidad más allá de la que el Estado les brinde”.
Este programa contemplaba entre 1,5 y 3,5 horas de clases suplementarias —desde música, arte, deporte o lenguas extranjeras, sobre todo inglés— para estudiantes de entre cinco y 14 años en zonas de alta marginación. Además incluía al medio día un almuerzo caliente para los alumnos. Un análisis de Unicef en 2019 constató que para el 11% de los niños incluidos en el programa esa era su única comida en todo el día. De las 27.000 escuelas que participaban el 70% eran indígenas y rurales, y el 55% de los menores beneficiados estaban por debajo de la línea de pobreza.
“Son los niños de familias marginales, son los que tienen el mayor rezago escolar. Pero los estudios indican que después de dos ciclos con el programa Escuela a Tiempo Completo empiezan a alcanzar el promedio. Y en cuatro ciclos o más tienen avances superiores al promedio”, detalla David Calderón, presidente ejecutivo de Mexicanos Primero, que afirma que los resultados del programa para reducir la brecha educativa y luchar contra la malnutrición estaban avalados por Unicef y el CONEVAL. “Lo que se recomendaba era ampliarlo y reforzarlo”, afirma.
La eliminación llega en un momento crítico después de casi dos años de escuelas cerradas por la pandemia. La crisis sanitaria ha disparado el abandono escolar y ha ensanchado la desigualdad entre los alumnos de colegios públicos y privados. Los primeros apenas contaban con 100 minutos al día de clases televisadas en las que no veían a otros compañeros ni podían hacer preguntas a los maestros. “La parte que más duele es que justo lo que necesitamos ahora es reforzar lo que los niños y niñas han perdido durante el encierro, y esta medida es justo lo contrario”, apunta Rocío Rozada, del colectivo Abre Mi Escuela de Guanajuato.
Una de las caras más duras del encierro fue el incremento de los delitos cometidos contra los menores, desde maltrato a abuso infantil. “Las escuelas son espacios que ofrecen a los niños refugio, les satisfacen necesidades básicas que trascienden lo académico. Limitar el tiempo en las escuelas es exponerlos a los delitos que ocurren puertas para dentro de la casa”, apostilla Ana Cárdenas de la misma organización en Ciudad de México.
Un golpe para las madres trabajadoras
El regreso a las aulas en México ha sido asimétrico y confuso, a la voluntad de cada Estado. En algunos de ellos, solo se contemplan cuatro horas de clases presenciales. Ahora que la jornada ya no va a estar ampliada, los expertos se preguntan: ¿qué les espera a los menores sin recursos fuera del entorno seguro de la escuela? ¿Trabajo infantil? ¿Ser coptados por organizaciones delincuenciales? ¿Cómo va a ser su tarde? ¿Van a aprender o van a cuidar y cocinar para sus hermanos menores?
Además, el gran impacto de la medida es para las madres, quienes se ocupan mayoritariamente del cuidado de los menores. El golpe, en especial, para aquellas que son trabajadoras. La ampliación del horario escolar les permitió entrar en el mercado laboral, ahora los obstáculos se incrementan. “Era una política de equidad para las mujeres”, asegura la investigadora del CIDE Ana Razo.
La medida tampoco beneficia a los maestros, apunta David Calderón, puesto que les elimina un ingreso suplementario y la continuidad de un proyecto en una misma escuela.
“Niños con hambre en escuelas pintadas”
La secretaria Delfina Gómez ha explicado, en la conferencia matutina del presidente de este martes, que el cierre del programa es una cuestión de prioridades. Puesto que el Gobierno ha decidido volcar los esfuerzos en la rehabilitación de las escuelas, vandalizadas durante la pandemia. Una investigación de EL PAÍS recopiló que en 13 meses, más de 7.000 planteles educativos públicos habían sido asaltados: desde el robo de tazas de baño hasta miles de pesos en equipamiento electrónico. Aunque reconoce la necesidad de reparar la infraestructura, el presidente de Mexicanos Primero apunta que no puede destinarse a eso todo el presupuesto.
Para el año 2022, la Secretaría de Educación cuenta con 14.000 millones de pesos. El programa Escuelas a Tiempo Completo contó con 10.100 millones en 2019 y ya fue reducido a la mitad para 2020. Una gran parte no se usó en los siguientes años debido al cierre de los colegios. “No vale la pena destruir un programa que refuerza a las personas por uno que refuerza las infraestructuras. Es apostarle al cemento por encima de las capacidades. Además, creemos que los dos tienen cabida”, apunta David Calderón, que confía en que la Secretaría de Educación Pública “recapacite y recupere la cordura” ante la oleada de indignación que se ha generado. “Como se ha dicho: de que te sirve tener escuelas pintadas con niños que se duermen porque tienen hambre”.
Ante la sugerencia de algún funcionario público de sustituir el programa con una beca de 880 pesos al mes (unos 44 dólares) para cada familia, Calderón niega que sea suficiente. “Con esa cantidad no te da para 20 comidas calientes, ni hay remanente para una clase privada de deporte o de lengua extranjera”, concluye Calderón, que hace hincapié en focalizar los sectores a los que ayudar, en vez de un envío general y masivo de dinero. “Con esta decisión vuelven a marginar a los que siempre pierden”.
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