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Rosario Robles: “No estoy dispuesta a mentir para poder salir de la cárcel”

La exsecretaria de Estado habla con EL PAÍS desde el penal de Santa Martha Acatitla sobre el proceso judicial en su contra y su vida en prisión en los últimos dos años

Rosario Robles, exsecretaria de Desarrollo Social
Rosario Robles, durante un evento de la Secretaría de Desarrollo Social en 2013.Adolfo Valtierra (CUARTOSCURO)
Sonia Corona

Rosario Robles (Ciudad de México, 65 años) habla desde un teléfono público de la prisión de Santa Martha Acatitla entre el barullo y las risas de sus compañeras presas. “Chicas, ¿pueden bajar el volumen? Estoy en una entrevista”, les dice en una pausa mientras conversa con EL PAÍS. La que fue secretaria de Estado en el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) ha decidido, desde hace un par de semanas, romper el silencio en el que se había mantenido desde que entró a la cárcel en 2019 acusada de corrupción. Robles cumplió en agosto dos años en prisión preventiva, el máximo que establece la ley, por la trama de desvíos millonarios conocida como La Estafa Maestra. Está señalada por ser omisa sobre los actos de corrupción de sus colaboradores, que ocurrieron cuando encabezaba la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) entre 2012 y 2015.

El juez le negó en octubre, nuevamente, la petición de seguir el proceso judicial desde su casa con el argumento del riesgo de fuga. Ante la decepción, Robles decidió que era hora de ponerse al teléfono con los periodistas. Su voz, firme y combativa, de momento ha revelado las peticiones de la Fiscalía para acusar al expresidente Peña Nieto y al exsecretario Luis Videgaray también de corrupción. Hasta ahora, su renovada voz pública ya le ha garantizado a las reclusas de Santa Martha el restablecimiento de la atención ginecológica en los últimos días. “Valió la pena romper el silencio”, añade Robles desde el otro lado de la línea.

Tras las paredes del penal, la exfuncionaria sigue la actualidad no solo de su caso, sino del México del día a día. “Celebré enormemente la decisión de la Corte sobre el aborto”, cuenta sobre la resolución del Supremo de despenalizar esta medida en septiembre y recuerda su intervención en el año 2000, como jefa de Gobierno de Ciudad de México, para conseguir este derecho a través de la llamada ‘Ley Robles’ en la capital del país. “Siento mucho dolor por lo que pasa, porque veo un México polarizado”, comenta también sobre el ambiente divisivo que, apunta, se convoca desde Palacio Nacional.

Pregunta. ¿Por qué decide hablar ahora?

Respuesta. Porque estaba muy confiada de que los procedimientos legales iban a hacer justicia en términos de seguir mi proceso en libertad, porque es un delito que no amerita prisión preventiva y, sin embargo, se cometió este atropello al determinar el juez de control que una vez más me deba de ir a prisión preventiva por riesgo de fuga. Yo me presenté personalmente y directamente, nadie tuvo que ir a cazarme al extranjero. Había hablado de otras maneras, a través de cartas y de comunicados en mis redes sociales. Pero ahora creía muy oportuno que se escuchara mi voz.

P. En una de estas cartas en sus redes sociales justamente decía: “Estoy privada de mi libertad porque soy mujer”. ¿Por qué?

R. En primer lugar, en la supuesta triangulación de recursos a través de convenios con las universidades, situación que no han logrado demostrar, no era la única dependencia involucrada, había más dependencias del Gobierno federal y había varias universidades. Pero independientemente de eso, finalmente hubo una decisión editorial que le dio cara y voz a esa investigación periodística y fue la mía. Yo soy la única que tuve que comparecer ante la Cámara de Diputados para responder sobre este tema. Todo se centró en mí y soy la única que está en la cárcel. Nadie más. Los demás que están teniendo que comparecer lo están haciendo bajo este principio pro persona que no puede atentar contra lo más importante, que es la libertad.

P. La acusación es por omisión sobre la triangulación de los recursos en esta supuesta red. ¿Esa red pudo haber existido sin que usted lo supiera?

R. En primer lugar no se ha logrado demostrar esa red. Una cosa es la investigación periodística y otra cosa es la investigación judicial. Y en la investigación judicial no se ha logrado demostrar. En segundo lugar, hay tramos de control. Yo era la secretaria. Hay reglamentos interiores que les daban facultades a los subsecretarios y a los directores generales para firmar estos convenios. Si un convenio en particular fue manejado indebidamente, que paguen los responsables. Pero al final de cuentas aquí estoy yo por una omisión de actos de terceros, cuando estos actos de terceros no se han logrado demostrar. Entonces, ¿qué es primero, el huevo o la gallina?

P. Pero si la investigación encuentra que existieron...

R. Hay que esperar a que esta investigación se dé, llevan tres años y no se ha acreditado nada. Entonces no voy a especular.

P. Ha hablado de que la Fiscalía le hizo una oferta para implicar al expresidente Peña Nieto y al exsecretario Videgaray. ¿Cómo ocurrió?

R. El abogado me lo dijo, que si yo aportaba información que los vinculara, podía tener beneficios. Sin embargo, como yo he señalado, no estoy dispuesta a mentir para poder salir de aquí, porque al final de cuentas tienes que presentar pruebas y yo no tengo ninguna prueba que involucre a nadie. Voy a salir de aquí como soy, inocente.

P. ¿Esta oferta solamente involucraba al expresidente y al exsecretario?

R. Nada más.

P. ¿E indicaba de qué forma había que implicarlos?

R. Era que yo informara lo relacionado con ellos y que había recibido órdenes de ellos. Y de ninguna manera fue así. No podía implicar a nadie. Porque además, insisto, no se ha logrado demostrar que exista una red de esa naturaleza.

P. La situación para el exdirector de Pemex Emilio Lozoya ha cambiado drásticamente en la última semana. ¿Qué opina de esto?

R. No son casos comparables. Se comparaba por el hecho de que él, habiendo sido prófugo y una persona que había confesado estar involucrado en determinadas situaciones, al que le habían encontrado cuentas millonarias a él y a su familia en México y en el extranjero, pues evidentemente que la gente se preguntaba por qué estaba en libertad y no en la cárcel. Mi caso es totalmente distinto. Estoy acusada de una omisión. Yo no estoy acusada de haber robado nada. A mí no me han encontrado nada más. Vivo en la misma casa, no tengo propiedades, no tengo recursos. Ni aquí ni en el extranjero. No he aparecido, ni aparecí, ni apareceré en los Pandora Papers. Me regresé del extranjero para presentarme voluntariamente sin que conociera a fondo la carpeta, porque no me dieron oportunidad. Evidentemente jugó un papel central que el juez que conoció de mi caso en primera instancia era el sobrino de Dolores Padierna y actuó ahí con una venganza personal.

P. Esta venganza ¿por qué sería?

R. Porque Dolores Padierna ha señalado que es mi adversaria.

P. ¿Cuál fue el último contacto que tuvo con el presidente López Obrador o con su grupo?

R. Ningún contacto desde 2004. La única vez que lo volví a ver fue cuando, estando con el Gobierno del presidente Peña Nieto, tuvimos una reunión de los dos gabinetes. Pero no he tenido mayor contacto.

P. ¿Esta experiencia ha cambiado su percepción sobre la prisión preventiva?

R. Siempre he luchado por el principio pro persona, por el respeto a los derechos humanos y por la justicia restaurativa. Ha sido mi visión como mujer de izquierda y progresista. Ahora que la he vivido aquí, se refuerza todavía más. Este sistema penitenciario es un fracaso, no sirve, no le sirve a las chicas que están aquí para una reinserción social. No se juzga con perspectiva de género, no se toma en cuenta que son madres que tienen que abandonar a sus hijos cuando están aquí por delitos que pudieran seguir los procesos en libertad o a través de otras medidas que impliquen que ellas cumplan con la sociedad sin tener que estar en la cárcel. No funciona porque es muy caro estar aquí y sobre todo para quienes menos tienen, que es la mayoría de la gente que está aquí, porque la prisión preventiva tiene cara de pobreza.

P. Hemos visto reportes sobre que su salud estaba afectada. ¿Cómo se encuentra?

R. Me encuentro ya con síntomas que son crónicos, como es la hipertensión arterial, presión que yo no padecía, pero tengo esa propensión genética y aquí evidentemente con el estrés y demás, se me desató y ya la tengo crónica. La rinitis alérgica que yo tenía se profundizó porque aquí es un espacio muy frío y muy húmedo. Y lamentablemente me caí muy fuerte y esa caída me provocó problemas de ciática que es un dolor muy fuerte en la pierna. Pero yo trato de meditar mucho, prácticamente todos los días hago ejercicio y yoga, trato de estar lo mejor conmigo. Leo, he leído más de setenta libros. Escribo y trato de que mi mente esté concentrada en otros temas.

P. ¿Qué tipo de libros está leyendo?

R. De todo. En la mañana leo muchos libros de meditación y de política. De noche, novela. La novela de los japoneses, que son extraordinarios. Novelas sobre Roma, he leído todo lo de Santiago Posteguillo. A un maravilloso autor que es Carlos Ruiz Zafón. Ahora mismo estoy leyendo uno sobre Hermila Galindo y acabo de leer un ensayo realmente formidable sobre la historia entre Paz y Fuentes, todo alrededor de esa amistad. He leído El infinito en un junco que también es un libro extraordinario. En fin, aquí me he alimentado de esa manera, me doy fuerza y viajo, no me siento apresada, me siento libre.

P. ¿Durante la pandemia todo estuvo bajo control en la cárcel de Santa Martha Acatitla?

R. Debo reconocer que aquí se hizo un esfuerzo titánico, no en balde son mujeres las que están al frente de este centro, tanto a nivel de la dirección como de la parte de seguridad. Y cuando el presidente nos recomendaba que usáramos estampitas y que decía que el cubrebocas no servía para nada, aquí era obligatorio. Desde un principio se redujeron las visitas y no podíamos convivir de un dormitorio a otro. Una serie de medidas que se tomaron muy drásticas que permitió que la mayoría de nosotras estuviera bien.

P. ¿Qué ha aprendido de las mujeres presas?

R. Muchas de estas chicas se dirigen a mí para plantearme sus problemas, para contarme sus historias que también son desgarradoras, que uno piensa que la justicia debiera ser transversal y debiera ser multidisciplinaria, que no solo un juez estuviera estableciendo si alguien es inocente o culpable, que tiene que ver mucho con la antropología social, la neurociencia, muchas cuestiones que tienen que ver también con la niñez de estas jóvenes.

P. ¿Piensa seguido en la libertad?

R. Claro, todos los días parte de mi meditación es justamente pensar que estoy libre y que así será muy pronto.

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Sobre la firma

Sonia Corona
Es la jefa de la redacción de EL PAÍS en México. Cubre temas de Política, Economía, Tecnología y Medio Ambiente. Fue enviada especial para las elecciones presidenciales de 2020 en EE UU. Trabajó en Reforma y El Huffington Post. Es licenciada en Comunicación por la Universidad de las Américas Puebla y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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