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Santiago Abascal y su estrambótica conquista de México

Una reunión del líder de Vox con senadores panistas desata una tormenta política en el país norteamericano, que estos días conmemora los 500 años de la invasión española

Carmen Morán Breña
VOX, Santiago Abascal junto a políticos del PAN
El líder de Vox, Santiago Abascal, en el centro de la imagen, posa para una fotografía en el Senado de México con políticos del PAN.SENADORES DEL PAN

Santiago Abascal ha puesto patas arriba México en apenas unas horas. Esta vez no lucía el casco de conquistador de Hernán Cortés, con el que gusta tocarse, pero sus palabras respecto a la caída de México a manos de los españoles en las redes sociales, hace unas semanas, han retumbado con fuerza. El líder de Vox llegó a Ciudad de México el jueves y fue recibido por senadores del conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y un par de políticos del PRI. Se fotografiaron juntos y firmaron la Carta de Madrid, una especie de cruzada anticomunista en la que acusa a los gobiernos de izquierda de Latinoamérica de “regímenes totalitarios apoyados por el narcotráfico y terceros países. Todos ellos, bajo el paraguas del régimen cubano”. La retórica del partido, con alusiones a las libertades, la propiedad privada, los derechos humanos, la dignidad y la justicia, parecieron convencer a los senadores panistas. Por unas horas. Cuando el asunto llegó a los medios de comunicación, la mitad del partido saltó por los aires. Todos querían desmarcarse de la ultraderecha española amante de la conquista. El PRI se apresuró a decir que los dos diputados que estuvieron en el acto lo hicieron a título personal y algunos de ellos, en sus cuentas de Twitter remarcaron: “Con Vox, ni a la esquina”.

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Peor fue en el PAN, donde el encuentro ha caído como un misil en una carabela. La mitad del partido se deslindó de la iniciativa. Hasta el expresidente Felipe Calderón salió a decir que el partido había perdido el norte. “La dirigencia está extraviada”, señaló. Y pidió cambios. El partido también vinculó la reunión con iniciativas personales de cada quien. “En España, nuestro socio institucional es el Partido Popular, ambos formamos parte de la Internacional Demócrata de Centro (IDC). La reunión fue a título personal, en uso de su libertad”, comunicaron.

Para el presidente de México, el revuelo ha sido un regalo político. Andrés Manuel López Obrador se despachó a gusto en su conferencia matutina contra la oposición: “Los extremistas de Vox se unieron con el PAN porque son lo mismo”, dijo. “Nada más simulaban los del PAN que eran demócratas, pero son ultraconservadores, casi fascistas”. El presidente mexicano agregó que “toda esa inmundicia no tiene que ver con el pueblo español, que es honesto; es una minoría, pero está tomando mucha fuerza, es como un retoño del franquismo”.

Vox agradeció a los senadores sus apoyos, incluido a los dos representantes del PRI que después negaban su presencia en el encuentro. Pero ya nada podía parar la tormenta. Los medios de comunicación recordaron los postulados de Vox en contra del feminismo, de la igualdad sexual y su empatía por el franquismo. Y la frase más dañina para México: “España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra historia”, tuiteó Abascal el 13 de agosto con motivo de los 500 años de la conquista, que estos días conmemora México con una revisión crítica.

La borrasca no ha terminado. Este sábado, el diario mexicano El Universal ha contado que el partido de ultraderecha español solicitó en abril del año pasado el registro de su marca y logo en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), un salvoconducto que le daría acceso a servicios de toda clase relacionados con la política, pero también con las actividades empresariales: consultoría de seguridad nacional, negocios de promoción, marketing, publicidad, operaciones comerciales, difusión de folletos, sondeos internos, alquiler de tiempo publicitario, etcétera. El IMPI aún no ha resuelto el trámite.

Miembros de Vox han tenido contacto recientemente con políticos de Latinoamérica, como representantes del nuevo Ejecutivo del conservador Guillermo Lasso en Ecuador. La alianza con estos gobiernos pretende ser un contrapeso al Grupo de Puebla, en el que se integran gobernantes como Lula da Silva, Alberto Fernández, Evo Morales o Rafael Correa, así como el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero. Pero, en México, la estrategia le ha salido un tanto torcida. La conquista tendrá que esperar.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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