Trabajadores de cultura en México: “La pandemia nos ha dado el tiro de gracia”
Más de 600 empleados culturales han cesado actividades para denunciar el retraso en el pago de su salario y las precarias condiciones en las que laboran desde hace años
Los trabajadores de los principales centros de cultura en México han bajado los brazos en señal de protesta. El adeudo de hasta un mes de salario y las nulas prestaciones laborales han llevado a un cese de actividades de más de 600 trabajadores de los principales centros culturales y museos del país. Contratados como prestadores de servicios, bajo el régimen del capítulo 3000 de la Administración federal, cientos de personas que laboran en el sector carecen de derechos básicos como servicio médico y aguinaldo, además de que son obligadas a presentar su renuncia cada año para no generar antigüedad si es que desean garantizar una nueva contratación el siguiente ciclo.
El historiador Juan Villadiego es uno de los rostros de esta precarización. En su caso, sus 12 años de experiencia en los museos de Colombia le permitieron ganarse un puesto en el museo del Palacio de Bellas Artes en mayo de 2018. Su trabajo en el área de registro y control de obra le ha dado la oportunidad de conocer de primera mano a numerosos artistas, curadores, coleccionistas, galeristas y museógrafos nacionales e internacionales. La satisfacción profesional, sin embargo, no ha venido aparejada de mínimas garantías laborales, por el contrario, desde hace meses él y otros compañeros padecen recurrentes atrasos en sus pagos y jornadas maratonianas sin pago de horas extras, una serie de desventajas que alcanzó su punto más álgido al cierre de noviembre, cuando acumularon cerca de 14 días sin recibir su salario.
En meses recientes el historiador se ha visto obligado a combinar sus labores en Bellas Artes con trabajos de albañilería y carpintería para poder sostener sus gastos y los de su familia. “Ahora quien mantiene la mayoría de los gastos en mi casa es mi esposa”, cuenta. Los trabajadores culturales afectados por este adeudo temen que el retraso de octubre sea el preámbulo de una pérdida definitiva de su puesto como ha sucedido con los millones de mexicanos que han perdido su empleo a causa de la pandemia. La situación temporal adscrita a los contratos bajo la modalidad del capítulo 3000 tiene como fecha de vencimiento el próximo 31 de diciembre. “Quedan 28 días para que se acabe el año y no nos han dicho si vamos a seguir, si nos van a contratar. Creo que existe una mayor incertidumbre, eso es lo que ha cambiado respecto a otros años, que en este momento no tenemos nada que perder”, zanja Villadiego.
“La pandemia nos ha dado el tiro de gracia en el retraso de pagos”, refiere una trabajadora del sector cultural que prefiere no dar a conocer su identidad. Con más de una década de experiencia en los museos del país, lamenta que pese a la alta preparación con la que cuentan miles de empleados, ellos sean la última prioridad en el Gobierno federal. “Es muy frustrante y muy injusto, ahorita nosotros a dónde corremos, ¿quién nos va a dar trabajo?”, dice esta mujer especialista en exhibiciones culturales.
El pasado martes se realizó la primera reunión con las autoridades de la Secretaría de Cultura, que aseguraron que el pago de remuneraciones “se encuentra en trámite para ser solventado” y argumentaron que este año “ha sido complejo” debido a la contingencia sanitaria. La Secretaría de Cultura ha reconocido que los pagos se hacen “con algunos días de retraso” y que en octubre “el retraso fue más largo”. “El pago de remuneraciones del personal contratado por capítulo 3000 empezó a ser solventado a partir de este jueves”, han informado las autoridades en un comunicado, y han anunciado que la segunda reunión con los trabajadores será este viernes. De acuerdo con Cultura, el pago de noviembre se realizará “en tiempo y forma a más tardar el 20 de diciembre”.
Michel Flores también ha decidido bajar los brazos para exigir mejores condiciones en su trabajo como gestora de exposiciones en uno de los museos adscritos al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, función que desempeña desde marzo de 2019. Antes, cursó una maestría en Artes en la Universidad de Colorado en Estados Unidos y decidió regresar para trabajar en su país. La felicidad por conseguir un empleo acorde a su preparación se ha teñido de frustración ante las precarias condiciones laborales. “Fue un golpe muy duro enfrentarme con la situación laboral en México porque venía de Estados Unidos ganando tres veces más como estudiante de lo que ahora gano”, cuenta.
Flores añade que ella y sus colegas tenían la esperanza de que su situación laboral mejorara con la llegada al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, “pero hemos visto que ni siquiera hay intención de revisar esta situación, si no que se están viendo otros temas en la cultura como el proyecto de Chapultepec”, señala.
A las críticas en el seno del INBAL se han sumado las voces de trabajadores y líderes sindicales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que hasta ahora realizan sus labores con normalidad, pero se han reunido con los representantes de los empleados del INBAL para “definir un plan de acción”, ya que “las problemáticas son similares”. “La violencia laboral en la cultura se ha normativizado”, menciona una antropóloga del INAH que prefiere no revelar su identidad por temor a represalias. Ella tiene más de 18 años de experiencia y, sin embargo, también está adscrita a un contrato bajo el capítulo 3000. El último salario que recibió este año fue en marzo, a pesar de que trabaja en promedio 10 horas diarias.
Cuando ya no pudo pagar a su casero, volvió a casa de su madre y ha empezado a vender mezcal para no acumular más deudas. La antropóloga advierte de que el abandono cultural por parte del Gobierno federal tendrá una repercusión generalizada. “Esto causa un atraso de forma progresiva en la investigación, en los productos culturales que se generan. Sin sus contratados, el INAH y el INBAL se vienen abajo, no puede operar”, refiere.
Los dirigentes sindicales del INAH también han alzado la voz ante las demoras en el pago de los salarios, el incumplimiento del incremento de las prestaciones, la precarización de los contratos laborales y el insuficiente presupuesto, que este año se recortó un 75% por la emergencia sanitaria. “El sector cultural ha sido uno de los más golpeados durante este Gobierno. Todas las instituciones nos encontramos en una situación de precariedad”, ha señalado en conferencia de prensa este jueves, Gustavo Ramírez, portavoz del sindicato de profesores del INAH (SNIPCD-INAH).
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