México vislumbra un alza en la inflación y el banco central se queda sin armas
La inflación se ubica en 4,09%, por encima del objetivo del Banco de México y los expertos alertan de que en los próximos meses subirá aún más, impulsado por un ajuste a los precios de los alimentos y un nuevo salario mínimo
La economía mexicana está, como en muchos otros países del mundo, en recesión. Sin embargo, para los mexicanos, el costo de las cosas ha aumentado durante la pandemia y, de acuerdo con varios economistas, seguirá en aumento hasta mediados del próximo año, complicando la situación ya precaria de millones de familias que han visto sus ingresos caer dramáticamente durante la crisis económica provocada por la pandemia. Le corresponde al banco central contener la inflación, pero este se encuentra hoy con pocas herramientas para hacerle frente.
A diferencia de otros bancos centrales en el mundo, especialmente la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco de México no tiene dentro de sus responsabilidades estimular el crecimiento económico del país. Si bien, el banco busca no afectar a la economía de manera negativa, esa no es su prioridad. El banco tiene dos mandatos: primero, evitar que la inflación se dispare y, segundo, asegurarse que el sistema financiero tenga la liquidez necesaria para su funcionamiento. Para lograrlo, tiene una poderosa arma: la tasa de interés. Al definirla, el resto de los bancos la utilizan como referencia en transacciones e instrumentos de inversión. Una tasa alta puede contener la inflación, ya que se vuelve un incentivo a favor del ahorro y en contra de la deuda. Una tasa de interés baja puede permitir que la inflación suba, a la vez estimulando el crecimiento económico. Lo que el banco busca evitar es que la economía crezca tanto y tan rápido que se “sobrecaliente” y la inflación se dispare. Es una palanca que se mueve con precisión milimétrica.
El Banco de México lleva desde agosto del 2019 recortando la tasa de interés del 8,25% al 4,25% actual. En su última reunión de política monetaria el 12 de noviembre, en donde su junta de gobierno votó para tomar una decisión, se decidió pausar los recortes, citando el inicio de una recuperación económica. Las tasas de interés hacen a México, también, una inversión atractiva para inversores tanto nacionales como extranjeros que buscan rendimientos, por lo que resultan altas o bajas siempre en relación con las tasas que ofrecen otros países.
La situación se le está complicando al Banco de México porque la inflación estará pegajosamente alta hasta, por lo menos, mediados de 2021, explica Marco Oviedo, jefe de Investigación Económica para América Latina del banco de inversión inglés Barclays. Durante la pandemia, los mexicanos gastaron en alimentos lo que antes gastaban en entretenimiento o restaurantes, asegura Oviedo, lo que llevó a un incremento en la inflación que seguirá el próximo año cuando, una vez vacunada gran parte de la población, la industria gastronómica arranque de nuevo a su capacidad completa y tenga que ajustar sus precios a los nuevos costos de los alimentos. Además, el precio de la tortilla de maíz, básica en la dieta de los mexicanos, subirá en por lo menos un peso, a partir de diciembre próximo, lo que tendrá un impacto importante en los bolsillos de la población.
“A esto, sumemos que la inflación de la energía está en términos negativos este año por la caída de los precios del petróleo. El próximo año, aunque suban 3% las gasolinas, conforme la inflación esperada, va a haber un efecto base,” dice al teléfono desde Nueva York, “la inflación se te puede ir hasta 5% por ahí de abril y mayo o junio”. De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), la inflación en octubre se colocó en 4,09%, ya ligeramente por encima del rango objetivo del banco central que es de 3% más o menos un punto porcentual.
Un componente más que impulsará la inflación es la promesa del Gobierno federal de incrementar el salario mínimo como hizo durante 2019 y 2020, en un 20% y 16%, respectivamente. Está comprobado que, si bien los efectos de los ajustes que ha hecho el Gobierno en los últimos dos años han sido limitados, sí ha provocado que la inflación subyacente no caiga tan rápido como debería haber caído, explica Oviedo.
Para que el Banco de México evite una desinversión de instrumentos financieros que hoy gozan de un rendimiento del 4,25%, no puede bajar mucho más su tasa. La tasa mexicana es más atractiva que, por ejemplo, la del 2,25% que ofrece Brasil, pero menos atractiva que la de Turquía, que está en 10,25%. Al banco central mexicano no le quedan muchas armas para combatir la inflación y, al mismo tiempo, evitar una salida de capitales, opina Oviedo.
“Si le queda espacio para recortar estaríamos hablando de quizá 50 puntos base de más”, dice el experto, “y Banxico ha sido muy claro de que obviamente se necesita otro tipo de políticas para estimular la economía. La monetaria no puede caer todo sobre ellos y yo creo que no queda mucho para dónde hacerse”.
La pandemia pegó en sus finanzas a los mexicanos, dice Juan Carlos Alderete, director de Análisis Económico de Banorte. “Sin embargo, y en este contexto, considero que Banco de México ha hecho muy buen trabajo manteniendo la estabilidad de los precios y sin inducir mayores choques que afecten aún más el ingreso real de las familias,” dijo el economista desde Ciudad de México. Alderete también espera un alza, aunque sea moderada, de la inflación en los próximos meses y las consecuencias no deben ser minimizadas.
“La inflación es similar a un impuesto que afecta a todas las personas, pero sobre todo a las de menores ingresos,” dice Alderete, “niveles altos y poco predecibles de inflación elevan la incertidumbre sobre la mejor forma de utilizar dichos ingresos. En última instancia, esto incide en el comportamiento y las decisiones de consumidores y empresas, generando distorsiones en los incentivos que a su vez repercuten en el bienestar de toda la población”.
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