México no sabe dónde está la peruana Mary Lucero Mescco
La investigación por la desaparición de tres ciudadanos de Perú y un mexicano en Jalisco se enreda entre nombres falsos, extorsiones, notas diplomáticas y partes confusos de las autoridades
¿Dónde está Mary Lucero Mescco? Esa es la pregunta que ha puesto en alerta a las autoridades de México y de Perú tras la desaparición de la ciudadana peruana, dos de sus connacionales y otro hombre de origen mexicano en el Estado mexicano de Jalisco, en el occidente del país. El caso, que data de mediados de agosto, ha cobrado fuerza en los últimos días después de que la familia de la desaparecida denunciara que, pese a haber pagado un rescate, no había tenido noticias de ella ni apoyo de las autoridades de ambos países. La desaparición puso en la mira a la Fiscalía local después de que se diera a conocer que uno de los últimos rastros conocidos de las víctimas era que habían estado en custodia de la policía de Atotonilco, una población de unos 25.000 habitantes. Ante la sospecha de que fuera un nuevo caso de desaparición forzada, el fiscal ha negado este miércoles cualquier participación de las autoridades estatales y ha revelado nuevos detalles de una investigación marcada por extorsiones, información falsa, contactos diplomáticos y la angustia de una familia en Cusco, a 5.000 kilómetros de Jalisco.
Mary Lucero Mescco, de 25 años, vivió entre 2015 y 2018 con su esposo peruano en Ciudad de México. La pareja tuvo una bebé y ambos trabajaban en la fábrica de moldes que él tenía. A mediados de 2018, el matrimonio se separó. “Él le quitó a la niña y no le dejó traerla a Perú”, relata su gemela Mary Cielo Mescco por teléfono. La hermana cuenta que Mary Lucero estaba estudiando cocina en Cusco, pero abandonó la escuela para regresar en julio de 2019 a la capital mexicana, donde tenía una tiendita de abarrotes y frecuentaba una iglesia de mormones, para pelear por la custodia de su hija.
Unos días antes de la desaparición, Mary Lucero le dijo a su gemela que estaba viajando en un coche para ir de paseo a Guadalajara, la capital de Jalisco, y que en el camino se encontraría con un conocido peruano. En el viaje todo empezó a torcerse. “En el carro estaba con su conocido, más un peruano y otro mexicano”, detalla la hermana. La ficha de desaparición identifica a Mescco con cabello negro y largo, y tez morena clara. Como señas particulares se describen cicatrices en una de sus rodillas y en uno de los brazos, estrías en el abdomen por embarazo y un lunar pequeño entre la boca y la nariz.
La Fiscalía ha dado a conocer que las cuatro personas desaparecidas fueron detenidas por la policía de Atotonilco el pasado 13 de agosto, tras ser vinculadas a una falta administrativa, que no se ha detallado con claridad. Los cuatro estuvieron en la comisaría municipal dos días y fueron liberadas después de que la víctima del delito decidiera no seguir con las pesquisas, de acuerdo con el alcalde, en una versión que ha sido respaldada por la Fiscalía de Jalisco.
“En la comisaría [de Atotonilco] no hay ninguna denuncia contra ellos”, replica la hermana de Mescco. “La mujer de uno de los peruanos dijo que la fiscalía o la comisaría había pedido una fianza, pero que no los soltarían en ese momento [a la medianoche], sino a las ocho de la mañana”, agrega. La pareja de uno de los peruanos y una abogada fueron a esa hora, relata, pero ya los habían liberado a las seis de la mañana. “Eso es extraño”, dice la gemela.
Gerardo Octavio Solís, el fiscal estatal, ha insistido en que los hoy desaparecidos nunca estuvieron en un ministerio público a su cargo, en lo que se lee como un intento de aclarar el reparto de responsabilidades y de desmarcarse de cualquier sospecha de desaparición forzada. En junio pasado, la muerte en custodia policial de Giovanni López, un joven de 20 años que fue detenido por no portar mascarilla, desató la indignación en Jalisco. Tras las protestas contra la brutalidad policíaca hubo nuevas denuncias de manifestantes que desaparecieron después de ser detenidos y que desataron críticas por la actuación de las autoridades del Estado, el segundo con más desaparecidos en el país con 10.230 víctimas hasta julio pasado, según datos oficiales.
Solís ha asegurado que la primera denuncia por la desaparición de los peruanos fue el 18 de agosto. Según esta versión, las “concubinas” de los otros dos peruanos que estaban detenidos con Mescco informaron a las autoridades de que no podían encontrarlos, pero dijeron que eran mexicanos y dieron nombres falsos de los desaparecidos. No está claro si fue un intento de obstruir la investigación o si fue por miedo o desconfianza en la Fiscalía de Jalisco. “Esto nos llevó a cometer errores porque la información no era la correcta”, ha justificado Solís, que ha omitido los nombres de los otros involucrados por tratarse de una investigación abierta. En esos días, una abogada les pidió a las denunciantes 60.000 pesos (alrededor de 3.000 dólares, 10.000 soles) para hacerse cargo del caso y después no supieron de ella, según el fiscal.
16 días después de la desaparición, el mexicano que es la actual pareja de Mescco llamó a la hermana de la desaparecida diciéndole que había sido secuestrada y que estaban pidiendo dinero para pagar un rescate. La familia asegura que les pidieron 235.000 pesos (11.000 dólares, 40.000 soles). Según el fiscal, el hombre se ofreció a negociar con los secuestradores, pero después de hacer los pagos la familia perdió contacto con él. “No existen datos de que realmente haya sido negociador para la liberación de estas personas”, ha dicho Solís. “A reserva de corroborarlo suena más bien al oportunismo con el cual se hizo de ese dinero fácil, engañando a la familia”, ha agregado.
La hermana dice, en cambio, que el novio de Mary Lucero pagó la mayor parte del rescate y que hay vouchers y audios para comprobarlo. “Nosotros no tenemos dinero, dimos una parte y él, 67.000 pesos. Ese dinero se entregó al secuestrador”, señala. Las novias de los peruanos, precisa la hermana, fueron las encargadas de hacer llegar el dinero. Ni el exesposo ni la actual pareja quisieron denunciar a la Policía la desaparición de la joven. “El señor dijo que no tenía tiempo y el enamorado, que estaba mal de los nervios”, agrega.
El 28 de agosto, la familia presentó una denuncia en Perú. Para el 31 de agosto, el cónsul peruano en Guadalajara, Alejandro Malacara, aclaró a la Fiscalía de Jalisco que las primeras informaciones eran falsas, presentó nuevas denuncias y facilitó el contacto entre los familiares y las autoridades mexicanas. “Esta Cancillería y las citadas oficinas consulares vienen realizando un atento seguimiento del avance de las investigaciones, y mantienen comunicación directa con los familiares de la connacional desaparecida”, se lee en un tuit de la Cancillería de Perú del pasado viernes. El primer ministro, Walter Martos, ha dicho el jueves que tras la reanudación de los vuelos, el Gobierno se coordinará para que un familiar pueda viajar a México y dar seguimiento al caso.
En Jalisco, el énfasis de los fiscales está en la extorsión a los familiares y no se sabe prácticamente nada de los tres hombres que acompañaban a la desaparecida, a la que se le perdió la pista días después de estar en custodia policial. Desde Perú hay un grito desesperado por encontrarla, con vigilias afuera del Poder Judicial en Cusco y un plantón en la plaza Túpac Amaru, una de las más grandes de la ciudad. “Tuve que salir a la prensa para que me den respuesta de qué están haciendo por Lucero, porque no tenía ningún papel sobre su caso”, reclama la hermana de la víctima, que hasta este miércoles recibió el documento de denuncia de la Cancillería peruana. Tras más de 60 días de investigaciones, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Dónde está Mary Lucero Mescco?
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