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La industria le exige más precisión a Bolsonaro sobre su plan económico

El grupo que concentra un tercio del PIB de Brasil se reúne durante media hora con el favorito en la segunda vuelta del domingo 28. El presidenciable promete una reunión con su asesor Paulo Guedes tras las elecciones

Rodolfo Borges
Jair Bolsonaro, el mes pasado.
Jair Bolsonaro, el mes pasado.A. MACHADO (REUTERS)

La fotografía circuló a partir de las redes sociales de Jair Bolsonaro, líder de los sondeos de intención de voto a la presidencia de la República tras las elecciones del próximo domingo. Una decena de empresarios que asegura representar el 32% del Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil posa al lado del candidato. La imagen sugiere entendimiento, pero no traduce con exactitud los cerca de 30 minutos de reunión del pasado lunes en la casa de Bolsonaro, en Río de Janeiro. Como hizo durante toda su campaña, el candidato fue breve al hablar de sus planes. “Lo importante es que ha dicho que no quiere molestar”, explica Fernando Figueiredo, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de la Industria Química (ABIQUIM), uno de los participantes en el encuentro, que advirtió de que el candidato a la presidencia ni siquiera tenía un papel en la mano para apuntar los comentarios de los industriales.

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Representantes de grupos como la Cámara Brasileña de la Industria de la Construcción (CBIC) y la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Confección (ABIT) fueron a presentar sus intenciones para una apertura comercial "con desarrollo económico" y con defensa antidumping. Pidieron énfasis en los beneficios para la inversión en la construcción civil y exigieron contenido local para la explotación del petróleo del presal, una demanda específica de la industria de máquinas. Pero se fueron de allí solo con la promesa de que, si Bolsonaro gana el próximo domingo, se sentarán para hablar la semana siguiente con el economista liberal Paulo Guedes, situado como futuro ministro de Economía y hombre de confianza de Bolsonaro en el mercado financiero.

La reunión del lunes fue organizada por José Augusto de Castro, presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil. Cuenta que los representantes de la industria fueron a comer con el diputado Onyx Lorenzoni (Demócratas de Rio Grande do Sul), elegido por Bolsonaro como su futuro ministro-jefe de la Casa Civil, que los llevó a casa del candidato. "Él [Bolsonaro] dijo que eventualmente podríamos participar en la fase de transición [del Gobierno] para discutir lo que puede suceder. Ha sido informal, casi coloquial", dice Castro sobre el encuentro, añadiendo que el grupo de ejecutivos subrayó su recelo acerca de una reducción tarifaria unilateral en el país para el comercio exterior. "No se posicionó. Ni a favor ni en contra. Si la reducimos unilateralmente [la tarifa], ¿para qué hacer acuerdos?", se pregunta Castro, que dice haber trabajado con Guedes durante seis años. "Es muy competente. Muy hablador, pero con los pies en el suelo".

Los industriales esperaban un gesto como ese desde el comienzo de la segunda vuelta. "El equipo de Jair Bolsonaro busca más el mercado financiero que el sector productivo", se quejó, justo después de la primera vuelta de las elecciones brasileñas, el presidente da Asociación Nacional de los Fabricantes de Vehículos Automotores (ANFAVEA), Antonio Megale —el vicepresidente de la asociación estaba en la reunión de este lunes—. Esa declaración era la cara pública del malestar entre la cúpula los industriales más poderosos de Latinoamérica. A pesar de preferir al candidato de extrema derecha a la vuelta al poder del izquierdista Partido de los Trabajadores, los representantes de los sectores productivos no comparten la euforia de los inversores del mercado financiero ante la perspectiva del triunfo de Bolsonaro.

Este lunes, los responsables de 30 millones de empleos directos e indirectos firmaron un documento en el que dicen estar "a favor del diálogo" con Bolsonaro para la recuperación de la economía. Con todo, Fernando Figueiredo, presidente ejecutivo de la ABIQUIM, destaca que no ha sido una reunión de apoyo, sino de trabajo, ya que los líderes sectoriales no tienen poderes para posicionarse políticamente. Pese haberse marchado de la reunión sin ninguna garantía, los industriales tienen motivos para celebrar la apertura de un canal de comunicación. En una campaña en la que las propuestas han acabado suplantadas por las pasiones anti y a favor del PT, agitadas tras el atentado contra Bolsonaro, cada gesto sirve como señal de puerto seguro.

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"De pronto, se empezó a discutir si las armas son importantes o no… pero ¿qué significa eso para el país? Nada de nada. Si solucionamos el problema de la educación y les damos trabajo a los padres de familia, las armas pasan a un segundo plano", decía Figueiredo días antes de reunirse con Bolsonaro. La asociación contrató a la consultoría Deloitte para crear un programa para el sector químico que ayudase a los candidatos a la presidencia. "Lo que está en sus programas políticos no me preocupa mucho; en los papeles se puede escribir cualquier cosa. Pero quien asuma el Gobierno tendrá que atenerse a la realidad. Comprobará que el país tiene unos desafíos enormes, algunos de ellos urgentes y otros estructurales", dice el ejecutivo.

Con reservas

Al sector productivo le molestan particularmente las contradicciones en la cúpula de la campaña de Bolsonaro. Mientras que el frágil plan de Gobierno propuesto por el militar retirado habla directamente de privatizaciones, el candidato ya ha demostrado más de una vez su recelo sobre vender empresas de sectores que considera estratégicos, como el de energía. El presidente Michel Temer hizo un guiño este año, por ejemplo, a la privatización de Eletrobras, que controla la generación y transporte de energía del país. Pero Bolsonario ya se mostró reacio a la idea. "Hay instrumentos de mercado, como la acción de oro [participación accionista que le otorga un poder especial al Estado], que resuelven eso", dice Venilton Tadini, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Infraestructura e Industrias de Base (ABDIB), citando los casos de la fabricante de aeronaves Embraer y de la empresa minera Vale. "Si el regulador y fiscalizador es el Estado, es eso lo que importa. En Inglaterra, todo el grid [sistema de distribución y transporte de energía] está privatizado, y con el Estado como regulador y fiscalizador", completa. El plan de gobierno de Bolsonaro alude a las acciones de oro como instrumentos para sortear "algunas dificultades políticas que podrían surgir durante el proceso de privatizaciones".

Otro que acudió a la reunión con Bolsonaro, el presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Máquinas y Equipos (ABIMAQ), José Velloso, viene alertando de la pérdida de protagonismo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) en el financiamiento a lo largo del gobierno de Michel Temer. "Durante la gestión de [Henrique] Meirelles en el Ministerio de Hacienda, el BNDES redujo bastante su tamaño. Hubo un encarecimiento de las líneas de financiación. No defendemos los intereses subvencionados, pero los spreads [diferencia entre lo que el banco paga al inversor y lo que cobra cuando presta dinero] están muy altos", reclama.

Según Velloso, el tipo de interés medio para la compra de una máquina en el BNDES se sitúa entre el 12% y el 14% al año. "Es más caro que el retorno sobre la inversión. Así, no hay inversiones", dice, exigiendo reformas que devuelvan la confianza. El programa de Bolsonaro solo menciona una vez la banca de inversión pública, y en el contexto de las privatizaciones. Otra propuesta de Bolsonaro que incomoda es la de ampliar el número de magistrados del Supremo Tribunal Federal —de 11 a 21—, que no está en su programa gubernamental, pero que, según el candidato, venía siendo estudiada por su equipo. Se dice que se habría echado atrás, pero la duda sigue en el aire. “Sería una reacción al uso que hizo el expresidente Lula del Supremo como arma partidista, pero es muy peligroso y preocupante", dice Fernando Figueiredo, de la ABIQUIM, que también critica la pretensión de sacar a Brasil del Acuerdo de París, que a su juicio es bueno para Brasil. "Nuestras reservas de gas natural y nuestras materias primas para la energía renovable nos dan ventajas en el mundo con menos carbono”.

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Sobre la firma

Rodolfo Borges
Redactor de la edición brasileña de EL PAÍS desde 2014, está especializado en política. También ha trabajado en las redacciones de ‘Correio Braziliense’, ‘Istoé’ y ‘R7’. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Brasilia, es autor de la novela ‘Oprimidos’ y de la colección de crónicas ‘Um jornal para Swann’.

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