Los migrantes mexicanos quieren votar
Los mexicanos que viven en EE UU exigen participar en las elecciones presidenciales de 2018
Una voz comienza a oírse al otro lado de la frontera. Millones de mexicoamericanos se han movilizado para decir "basta ya" y reclamar un “sufragio efectivo” y un nuevo papel en el futuro del país. Las principales asociaciones de emigrantes de las costas este y oeste de EE UU se han unido para dar forma a un movimiento que beneficiaría a 20 millones de potenciales votantes en las presidenciales del próximo año. “Servimos para enviar dinero pero no para contribuir en la transformación del país”, reclaman.
“Nos sentimos olvidados. El Gobierno frena nuestra incorporación porque somos una fuerza de cambio”, protesta Oscar Hernández, al frente de una organización que representa a decenas de miles de poblanos en Nueva York.
El voto en el exterior está permitido en México pero las trabas burocráticas para lograr una credencial de elector hacen imposible ejercerlo. De los cinco millones que estaban habilitados para votar en 2006 solo lo hicieron 33.000 personas y en 2012 apenas 40.000.
Para las elecciones de 2018, el Instituto Electoral (INE) se ha comprometido a emitir al menos 500.000 credenciales, pero las asociaciones de migrantes exigen que abarque a los 20 millones de mexicanos que podrían votar (legales o no). Para ello piden que se flexibilicen los requisitos y permitan acudir a la urna con otro documento, como un pasaporte o el acta de nacimiento.
Tal y como han aprendido en EE UU, los líderes migrantes estuvieron el jueves en la capital cabildeando apoyos con el jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, en calidad de presidente de los gobernadores, para empujar una demanda ralentizada por las trabas burocráticas y el pánico de los grandes partidos a la irrupción de un tsunami indescifrable.
“Hemos visto a los jóvenes ayudar de forma ejemplar a la reconstrucción y socorrer a los heridos durante el terremoto. Nosotros queremos sumarnos a esa reconstrucción” añade Hernández.
Políticamente los migrantes se sienten “decepcionados”. Los estudios demoscópicos confirman que ese voto sería de castigo hacia el Revolucionario Institucional (PRI), el partido que gobernó de forma ininterrumpida durante casi ocho décadas, y al que responsabilizan de no frenar su salida del país que dejaron siendo niños. Reprochan que en el país continúe la “corrupción descarada, la falta de oportunidades o la inseguridad”. Esos mismos estudios señalan que los migrantes no son muy entusiastas de aventuras o propuestas demagógicas; están acostumbrados a la política práctica de Estados Unidos.
“Nos fuimos muy jóvenes, pero después de 42 años allí hemos aprendido cómo funciona la democracia, la empresa… o que hay otra forma de hacer las cosas. Es lo que podemos aportar”, explica Jaime Lucero, un empresario de Puebla, que ha levantado un imperio textil que ha creado 300 puestos de trabajo en EE UU y 4.000 en su tierra.
La emigración proporciona a México la principal fuente de ingresos del país, por encima del petróleo, y sigue siendo una importante válvula de escape para los conflictos sociales. Solo en Manhattan hay dos millones de poblanos y en Los Ángeles más de cinco, que ha hecho de California una de las diez economías más fuertes del mundo. Despreciados por la Administración Trump que los mira como parias, los migrantes vuelven la vista al terruño para cambiar una realidad paquidérmica.
Para las igualadas elecciones del próximo año, los migrantes en EE UU quieren ser la fuerza que decante la balanza. “Pero nosotros no queremos venir a imponer sino a sumar. Nuestras familias están en México”, dice Jesús Pérez, de la Universidad de Nueva York, quien recuerda que el actual presidente ganó las elecciones con 19 millones de votos y su antecesor, Felipe Calderón, lo hizo con 15, pero con una pírrica diferencia de 270.000 votos sobre Obrador.
A nueve meses de las elecciones, el líder de Morena es quien encabeza las encuestas para ser el próximo presidente de México. Le sigue el hipotético candidato del Frente Ciudadano, una coalición entre la derecha del PAN y el centroizquierda del PRD, que aún debe elegir candidato en unas primarias. En tercer lugar se sitúa el gobernante PRI, que arrastra la negativa imagen de Peña Nieto, una de las más bajas del continente.
“Ahora votan sin problemas en EE UU migrantes de Argentina, Perú, El Salvador, Guatemala”, remarca ostentosamente Raúl Macías, del Consejo de Federaciones Mexicanas, una asociación de California que moviliza a cientos de miles de migrantes. “Y, nosotros, ¿por qué no?” reclama.
La aparición de los candidatos independientes ha agitado la precampaña electoral, pero los migrantes en EE UU exigen también salir de la invisibilidad y reclaman su lugar en la historia, la economía y, ahora también, en la política.
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