“No tengo miedo”, dice Antonio Tarín, el político mexicano que se atrincheró en el Congreso
El político mexicano cuenta a EL PAÍS cómo pasó la noche en el la Cámara de Diputados para evadir una orden de aprehensión
Antonio Enrique Tarín es perseguido por la Policía, pero no está preocupado, el Congreso de México lo protege. Dentro de su despacho el funcionario luce tranquilo, consulta su teléfono celular cada pocos minutos y se atusa el pelo impecablemente peinado a pesar de las más de 28 horas que ha pasado encerrado en la oficina de un difunto.
Sabe que es intocable y que tarde o temprano llegará una sentencia de amparo que le permitirá enfrentar el juicio sin pisar la cárcel. Su guarida la ha encontrado en el despacho y después en el restaurante del congreso donde recibe a EL PAÍS.
Fuera, una multitud de informadores espera cualquier movimiento del hombre que se atrincherò en las instituciones para evitar se detenido. El diputado suplente del PRI de Chihuahua es acusado por la Fiscalía de desviar 300 millones de pesos cuando fue colaborador del exgobernador prófugo César Duarte, pero no está nervioso. Tarín esperó, y más de 24 horas después ha conseguido este miércoles la protección que buscaba.
No es la primera vez que un político mexicano se resguarda en el Congreso para evadir a la Justicia, pero el caso de Tarín es diferente. Mientras que otros se han escondido en maleteros o disfrazado para entrar al recinto, el chihuahuense entró por la puerta grande. El servidor público debía asumir el cargo como diputado este martes para suplir a Carlos Hermosillo, quien falleció la semana pasada en un accidente automovilístico. Pero no todo salió como esperaba. De acuerdo con Tarín, a las 12.15 horas recibieron una orden de aprehensión en su contra en la Cámara de Diputados. “No sabíamos si era de verdad, pero decidimos suspender la toma de posesión”, afirma. Sin embargo, la abogada del acusado, Mariana Sánchez, afirma que la demanda de amparo para frenar la detención fue presentada a las 9.00 horas de ese mismo día y varios diputados de la oposición señalan que el PRI cabildeó para que Tarín pudiera protestar su puesto.
“Nunca tuve miedo a ser detenido”, señala Tarín a EL PAÍS. El funcionario es alto, corpulento y lleva una barba de candado muy cuidada. Habla con una voz profunda, sin prisa y con confianza. Según medios locales, policías ministeriales pasaron toda la noche en vela en las entradas del Congreso con la esperanza de capturar al político antes de que recibiera un amparo. Este miércoles por la mañana Tarín se atrincheró en el restaurante 1857 de la Cámara de Diputados donde esperó tranquilamente durante horas hasta que sus abogados llegaran por él. Ni si quiera la presencia del fiscal de Chihuahua, que acudió a la asamblea legislativa por otros motivos, lo perturbó. Inquisidor y perseguido estuvieron separados por pocos metros de distancia, pero las reglas son las reglas y en terreno neutral debieron guardar la compostura.
Los legisladores en México cuentan con fuero, un derecho especial que los protege de ser condenados por algún delito mientras mantengan su puesto. La única manera de que Tarín podía conseguir este privilegio era si su antecesor, Carlos Hermosillo, dejaba el puesto. Tras la trágica muerte de Hermosillo, otros diputados acusaron a Tarín de aprovechar el momento para evadir la investigación en su contra. “No podemos permitir que se escude en el fuero”, señala Candelaria Ochoa del partido Movimiento Ciudadano y agrega que la sesión del martes inició tarde debido a que la oposición bloqueó la toma de protesta.
Al salir del Congreso, la camioneta que llevaba a Tarín con sus abogados le cerró el paso un auto color blanco de donde bajaron varios agentes ministeriales. Después de confirmar que la sentencia de amparo estaba en orden, dejaron ir al funcionario.
“Todo es un circo político, yo entré por mis propios medios y salgo igual”, reitera Tarín quien nunca se sintió perseguido. La huida y resguardo del político se dio a conocer el mismo día en que la Policía anunciara la orden de aprehensión en contra de su exjefe César Duarte. Al exgobernador de Chihuahua se le acusa de corrupción y desvío de recursos, durante su administración la deuda del Estado aumentó en un 284%. Tarín fue director de Adquisiciones de Duarte, puesto que presuntamente aprovechó para traspasar dinero a Fritag, una empresa ligada con él.
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