“Hacen con México lo que quieren”
Unos pocos miles de ciudadanos vuelven a marchar en la capital contra el aumento del precio de los combustibles
Una pequeña multitud se ha manifestado este lunes en la Ciudad de México contra el aumento del precio del combustible. Pequeña porque se esperaba a más gente, una demostración de fuerza y enfado coherente con las protestas de la última semana y media. La subida del precio de la gasolina ha provocado manifestaciones en todo el país, saqueos y enfrentamientos entre civiles y policías. Las autoridades han detenido a 1.500 personas. Otras seis han muerto. La de este lunes se anunciaba como la gran marcha y sin embargo apenas ha congregado a unos pocos miles.
Leticia, comerciante de Naucalpan, en el Estado de México, lamentaba justamente eso: “hace falta más gente. Somos pocos”, decía mientras marchaba por el Paseo de la Reforma en dirección al Zócalo. Su sobrino, José, licenciado en Ciencias del Mar, 27 años, parecía algo más animado. O al menos, excitado. “La gente va a ver al Papa, el fútbol, cualquier pendejada y luego…”. Su tía interrumpía: “hacen con México lo que quieren”.
Una y otro explicaban que no se trata únicamente del aumento del precio de la gasolina. “Al subir el combustible”, decía Leticia, “sube todo y afecta a todo el mundo”. Leticia calcula que solo llenar el tanque supondrá un gasto extra de 40 pesos a la semana, dos dólares. Ocho al mes, casi cien al año. “Y luego subirá la luz y luego en febrero a ver qué pasa”.
Como ocurre con las marchas de un tiempo a esta parte, el motivo es apenas una excusa para expresar un descontento general, más profundo que el lema circunstancial que aparece en las pancartas. Cuando no es la inflación es la reforma educativa. Y si no la violencia, o la inseguridad, o las críticas al Gobierno por la forma como ha manejado la crisis de derechos humanos que atraviesa el país.
Y sin embargo no cuajan, se desinflan. Por muy fuerte que parezca un movimiento, por mucho enojo que demuestre, acaba por ceder al tedio, la desidia, un puente de fin de semana o el campeonato clausura de la liga de fútbol. También es verdad que el presidente, Enrique Peña Nieto, está en el peor momento de su mandato, con una aceptación bajísima, en torno al 25%.
Jana Morales, estudiante de antropología de 24 años, explicaba que casi nunca acude a las marchas, pero que esta vez había salido porque le parecía más importante. “Nos afecta a todos”, ha dicho. Jana dice que el precio del paquete de frijoles ya subió dos pesos. “El papel higiénico también”.
Judith Camacho, bailarina de 30, trató de ser solemne con su explicación: “me sumo al descontento por el incremento de la gasolina y por las reformas, que oprimen más a la clase media”.
Daniela y Ricardo, estudiantes de psicología social, quisieron contestar al presidente. Hace unos días, Enrique Peña Nieto dirigía un mensaje por televisión a la ciudadanía. Entre otras cosas, preguntaba, dirigiéndose a la cámara, que qué hubieran hecho en su lugar. Daniela dio una respuesta muy simple: “consultar al pueblo para ver qué hacer”. Ricardo sonrió y dijo que para empezar, podría haberle quitado el bono a los diputados, en referencia a las compensaciones navideñas de cientos de miles de pesos a las que tenían derecho los parlamentarios.
La marcha discurrió sin altercados por Reforma hasta el Zócalo. La pequeña multitud gritó contra Peña Nieto, casi siempre contra él. El enfado de la gente parece cada vez mayor, pero la protesta apenas trasciende, de momento, a la rabieta momentánea, al grito airado.
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