Violencia en México, una plaga que golpea a la colonia española
El secuestro, el asesinato o la violación han afectado a turistas y trabajadores españoles en el país
El secuestro y posterior asesinato de la sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, María Villar Galaz ha supuesto un nuevo golpe para la colonia española en México y ha puesto de nuevo el foco internacional en el problema de la inseguridad.
Según cifras oficiales en los últimos siete meses se han producido más de 600 secuestros en México, teniendo en cuenta que se denuncian menos del 10% de los mismos, se calcula que podrían ser más de 6.000 el número de capturados a la fuerza en los seis primeros meses del año, a razón de 33 diarios. Paradójicamente supone un ligero descenso respecto al año pasado. En España, en 2015, hubo 87 secuestros en todo el año.
Según la organización "Alto al Secuestro" la Ciudad de México es uno de los diez lugares donde más secuestros se producen. En el mes de agosto se contabilizaron 151, lo que supone un incremento del 10% respecto al mes pasado. La cifra de secuestros y la mala imagen que estos proyectan en el exterior, contrasta con las cifras de visitantes. México recibe más de 11 millones de turistas cada año y es el décimo país con más visitantes del mundo
Sin embargo, algunos crímenes y secuestros han conmocionado especialmente.
Muchos españoles recuerdan la violación colectiva de seis chicas españolas en Acapulco en febrero de 2013. El suceso, sin precedentes en el puerto -considerado uno de los sitios más violentos del país por la acción del narcotráfico- se produjo con especial brutalidad. Cinco hombres armados, con el rostro cubierto, amordazaron a los jóvenes que las acompañaban en otra habitación de la casa frente a la playa que habían alquilado y abusaron de las españolas durante varias horas.
Incluso el Rey de España habló con el presidente Peña Nieto para pedirle colaboración en el esclarecimiento. Finalmente, el suceso se resolvió con la detención de decenas de pobladores y ni siquiera hay constancia de que los encarcelados sean los verdaderos culpables. La guinda del macabro pastel la puso el alcalde de la ciudad de Acapulco cuando dijo que este tipo de hechos “sucede en cualquier parte del mundo”.
Meses después, en octubre, impactó el secuestro ‘virtual’ del grupo de música Delorean, que dejó el país prometiendo que nunca volvería. La banda, que habían viajado a la Ciudad de México para participar en el festival de música electrónica Mutek, fue secuestrada vía telefónica por una banda que se hizo pasar por policías mexicanos. Mientras tanto, uno de los criminales llamó a la familia de los músicos para exigir el pago de un rescate de 300.000 euros.
El temor al secuestro no es patrimonio de la colonia española sino de cualquiera que pueda tener unos billetes que robarle. No obstante, son muchos más los casos que se negocian discretamente sin que haya conocimiento público. A veces ni siquiera de la propia policía mexicana.
En un caso reciente que afecta también a extranjeros, la pasada Navidad dos surfistas australianos fueron asesinados cuando viajaban por una carretera de Sinaloa, en el norte de México, por delincuentes que iban vestidos de policías. Ambos fueron quemados dentro de la camioneta en la que recorrían el país.
No era la primera vez que en esa zona del país asesinaban extranjeros. En mayo de 2013, dos españoles que se dedicaban a vender ropa fueron encontrados muertos y con signos de tortura en el interior de un coche en Culiacán. Los cadáveres de José Montoya y Fernando Carmona, de 58 y 57 años, fueron rescatados de las profundidades de un canal de riego conocido como río Humay.
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