Las recomendaciones de la ciencia sobre el contacto con asbesto
El amianto es reconocido como cancerígeno pero está presente en muchos productos a nuestro alrededor
El asbesto es un material de construcción muy utilizado desde finales del siglo XIX porque se descubrió que, al mezclarlo con cemento, resultaba en una fibra aislante del calor con la que se han podido desarrollar desde entonces más de tres mil productos. “Era la fibra milagrosa”, resume la investigadora mexicana Guadalupe Aguilar. Sin embargo, en los años 80 la Organización Mundial de la Salud lo calificó como material cancerígeno, por lo que más de 50 países lo prohibieron. El resto, lo sigue usando en productos de uso común, que se pueden hallar en las casas y los coches.
Textiles, cartón, balatas para coche, láminas para techos, tinacos y tuberías de agua, incluso algunos cigarrillos llegaron a tener asbesto para aislar el calor en el filtro. La red de agua potable en la Ciudad de México está hecha mayormente de asbesto, aunque se va sustituyendo por el polietileno de alta densidad cuando se presenta la necesidad: cuando se rompen las tuberías y se presentan dramáticas fugas de agua, o en las casas, cuando el tinaco está agrietado o roto. En México, cientos de personas aún tienen tinacos, cisternas y láminas de asbesto en sus casas, y todavía es común que las laven sin las medidas de protección adecuadas.
Los más expuestos al riesgo carcinógeno del asbesto son los trabajadores de la construcción por la inhalación de sus partículas dentro de las fábricas, pero los organismos internacionales de salud advierten que no existe un uso seguro de este material, pues sus fibras no tienen olor ni sabor, no se disuelven ni se evaporan y resisten altas temperaturas, el fuego, y la degradación por productos químicos y biológicos. Ante la pregunta de si la población que no trabaja en fábricas de amianto está en riesgo de desarrollar cáncer por el contacto indirecto con asbesto, los especialistas responden:
“No hay evidencia científica de que el agua que pasa por esas tuberías haga daño o no, tal vez el hecho de que lo tomes, como es mucho menor la exposición (que la de los trabajadores), los tiempos entre que te expones y desarrollas eso pueden ser todavía muy cortos para el tiempo que nos hemos expuesto y que el cáncer requiera mucho más tiempo. Del agua de bebida todavía no se ve el efecto”, explica la doctora Aguilar, miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Sin embargo, tratándose de un material riesgoso, las tuberías hechas con asbesto deben ser reemplazadas con medidas de seguridad, por empresas que sepan manejarlo y debe ser confinado como residuo peligroso. “Además porque ya hay sustitutos del asbesto para que eliminemos este producto que es un cancerígeno. Seguir teniendo estas tuberías es un riesgo que aún no ha sido evaluado”, puntualiza Aguilar Madrid.
“No hay un estudio en el país sobre la asociación (entre las tuberías de asbesto y un índice de cáncer), es un tema que tenemos que ir abordando las instituciones, pero eso sí, con la ingesta sí está reportada una asociación sobre todo con cáncer de colon. De todo el tubo digestivo, esófago y colon”, advierte por su parte el doctor Abelardo Meneses, director del Instituto Nacional de Cancerología.
Meneses coincide con la doctora Aguilar en que el tiempo que toma el desarrollo del cáncer por exposición al asbesto es prolongado, de entre 20 y 40 años, por lo que resulta difícil asociarlo directamente con el material, excepto cuando hay un factor directo, como en el caso de los obreros. En México, indica el director de Cancerología, se diagnostican alrededor de 6.000 casos nuevos por año de cáncer de estómago, y aunque no se ha estudiado la incidencia del asbesto en este tipo de cáncer, el médico no descarta su influencia.
Aunque no existen índices ni estudios específicos sobre la influencia que tiene el uso de asbesto en otros tipos de cáncer además del pulmonar, la Organización Mundial de la Salud lo indica claramente: “La exposición al asbesto, incluido el crisótilo, es causa de cáncer de pulmón, laringe y ovario, así como de mesotelioma, un cáncer del revestimiento de las cavidades pleural y peritoneal, es decir, del abdomen.
“Lo que sabemos es que no hay un límite de exposición seguro”, agrega el maestro Enrique López, de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional. El amianto no debería emplearse en ninguna de las actividades industriales en que se usa actualmente, como las balatas de frenos del carro, puntualiza el experto en Salud Ocupacional. Pero México no sólo permite su uso, sino que la única regulación que existe en el país es una Norma (NOM) que especifica las precauciones que deben tomarse en el trabajo, no así en el resto de los ámbitos donde puede haber contacto.
“Se usa porque es barato y resistente, pero es lamentable que en un intento de regularizar lo irregularizable, todavía se hable de normas en ese sentido. Mi perspectiva es que es peligroso, yo no me atrevería a decir que es inocuo, aun cuando no tengamos el dato concreto”, advierte el experto.
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