Salmorejo con bacalao

Tras haberme jugado la vida con las catas de gazpachos envasados, vuelvo a las andadas con el primo espeso de la mítica sopa de tomate: el salmorejo. Pero esta vez casero, que siempre sienta mejor, sobre todo porque la dosis de ajo la decides tú y no un señor en una fábrica.

Bien, antes que nada aclarar que mi salmorejo no pretende ser ni el de tu madre, ni el toda la vida de Córdoba, ni el canónico según la Academia de las Artes y las Ciencias del Salmorejo. Es como lo hago yo y como me gusta a mí, sin más. Por eso le pongo muy poco ajo y un chorrito de fino en vez de vinagre. Por eso no abuso con el huevo. Y por eso no lo hago con mortero sino con batidora: bienaventurado aquel que dispone de horas para majar, pero por desgracia yo no pertenezco a ese grupo humano.

En mi humilde opinión, para que el salmorejo esté realmente bueno es necesario usar un buen tomate maduro de verdad, un pan lo más casero posible (el ideal es el mollete andaluz) y un aceite de oliva virgen suave de baja acidez. Lo demás sale solo. En cuanto a la guarnición, las posibilidades son múltiples (jamón, marisco, huevo, atún), pero a mí me motiva especialmente con bacalao ligeramente marinado con limón, pimienta y laurel.

Dificultad

No es necesario ser cordobés.

Ingredientes

Para 4 personas

Salmorejo

  • 750 gr. de tomate muy maduro
  • 150 gr. de miga de pan del día anterior
  • 2 huevos
  • 1 diente de ajo
  • 50 ml. de vino fino
  • 150 ml. de aceite de oliva virgen extra
  • Sal

Bacalao

  • 100 gr. de bacalao desalado
  • 1/2 limón
  • 1/2 cucharadita de pimienta negra en grano
  • 1 hoja de laurel
  • Aceite de oliva

Preparación

1. Poner en un bol el bacalao con un chorro de zumo de limón, la pimienta y el laurel. Cubrir con aceite de oliva, remover y reservar.

2. Cocer los huevos 10 minutos. Pasarlos por agua fría, pelarlos y reservar.

2. Aplastar el ajo con el lado de un cuchillo y frotar con él el recipiente que vayamos a usar para el salmorejo. Si se quiere que tenga más sabor a ajo, dejar los trozos del diente; si no, desecharlos.

3. Picar el tomate en grueso y ponerlo en el recipiente. Triturarlo y pasarlo por un chino para eliminar pepitas y piel (se pueden dejar, pero queda más fino así). Mojar el pan con el vino y un poco de agua si es necesario para reblandecerlo, añadirlo al tomate y dejarlo reposar un par de minutos. Incorporar el huevo picado en grueso y salar.

4. Triturar a fondo y, sin parar, ir añadiendo el aceite poco a poco para que vaya emulsionando y formando una crema. Corregir de sal y enfriar en la nevera.

5. Servir frío en boles o platos hondos con los trozos de bacalao escurrido y desmigado por encima.

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