Via Veneto, el restaurante de la burguesía catalana, estalla: “Ni estamos en venta, ni nos han ofrecido cuatro millones”
Harto de los rumores que circulan sobre uno de los emblemas de la gastronomía barcelonesa, su propietario, Pedro Monje, lanza un contundente mensaje a los que esparcen bulos sobre su negocio
Es una de las joyas gastronómicas de Barcelona. El restaurante que frecuenta la burguesía catalana y en el que la clase empresarial cierra negocios, Via Veneto, estalla contra los rumores y la maledicencia. La semana pasada trascendió el penúltimo rumor sobre este local: un fondo de inversión había comprado el restaurante, ubicado en la zona alta de la ciudad, por cuatro millones de euros, con el acuerdo, al menos durante los tres primeros años, de permanencia de los propietarios —José y Pedro Monje, padre e hijo—. A ellos también les llegó el runrún.
“Estamos hartos de este tipo de noticias que surgen cada cierto tiempo. Nadie se ha dirigido a nosotros con la intención de comprar ni estamos en venta ni tenemos intención de vender”, explica, al otro lado del teléfono, Pedro Monje, ante la llamada de EL PAÍS para confirmar la veracidad de la operación. Está molesto. A él también le ha llegado el chisme con los detalles de la venta: “Nadie nos ha ofrecido cuatro millones ni ninguna cantidad, porque no se nos pasa por la cabeza vender el negocio, que es nuestra vida”, prosigue el empresario, que confiesa tener la sensación “al ser conocidos de que nos utilizan como diana de cosas”.
No es la primera vez que les ocurre, y recuerda otro mal rato que pasaron cuando la gente les empezó a llamar preguntándoles por el inminente cierre del restaurante, abierto en 1967, que cuenta con una estrella Michelin y tres soles Repsol. “Dijeron que éramos nosotros cuando quien cerraba era otro restaurante de Barcelona”. Ante este tipo de situaciones, optan siempre por la discreción y por continuar a lo suyo, por seguir ofreciendo la cocina de siempre que ejecuta desde hace cuatro años el chef David Andrés, con diez años de experiencia en el triestrellado ABaC, y que tomó el relevo de Sergio Humada, que a su vez había sucedido a Carles Tejedor.
“Todos estos rumores generan incertidumbre y tenemos a 40 personas que trabajan con nosotros, un equipazo. Son 40 familias que viven de este trabajo y es triste, te genera indefensión”, explica Monje, contento de que el legado empresarial que han generado tiene continuidad, ya que tres sobrinos suyos están haciendo las prácticas de verano en el restaurante. “Parece que les gusta y que van a continuar en el negocio”, afirma.
Y aclara que el negocio “va de maravilla y estamos viviendo un momento muy bueno”. No quiere desvelar la facturación de los últimos años, pero asegura que 2022 fue el mejor ejercicio de la historia de Via Veneto, y 2023 “está siendo mes a mes por encima del anterior, porque Barcelona desde hace dos años va en línea ascendente”. Además, acaban de hacer una importante inversión, prefiere no detallar la cuantía, en la renovación de sus siete salones privados, con capacidad de hasta 100 comensales, —este tipo de espacios marcaron la diferencia con respecto a otros restaurantes—, “que son nuestra joya”.
Via Veneto abrió el 19 de abril de 1967, al calor de las necesidades que tenía en ese momento la intelectualidad barcelonesa — la gauche divine— para reunirse alrededor de una mesa. El primer impulsor del estilo de cocina francesa del local fue Oriol Regàs, promotor cultural catalán y artífice también de la apertura de la discoteca Bocaccio en Barcelona. Ahí trabajaba como camarero José Monje, el pequeño de seis hermanos que había salido de un pueblo del Pirineo buscarse un futuro en la ciudad. Fue ascendiendo hasta que en los años setenta se convirtió en director del restaurante, que en 1982 pasó a formar parte de su familia, y que hoy sigue dirigiendo junto a su hijo.
Han pasado los años, pero lo importante permanece, esa elegancia clásica dentro del mismo espacio modernista. Incluso se mantiene viva la misma devoción por uno de sus clientes más famosos, como era Salvador Dalí, que acostumbraba a llegar con un séquito de invitados y organizaba sus peculiares actuaciones. Como en una cena que pidió a Monje, así lo recuerdan en el restaurante, unas butifarras para colgárselas a sus invitadas como si de un collar se tratara.
En cocina ofrecen una carta y un menú degustación —145 euros, sin maridaje y 195 euros, con vinos—, donde se incluyen platos como el coulant de espárragos blancos de Navarra, con carbonara y yema de huevo de Calaf, rodaballo salvaje a la brasa con puerros y consomé de setas shiitake, cochinillo asado y deshuesado con gnocchi al pesto siciliano, o cerezas con bombones de chocolate y cereza, lionesas y mousse al kirsch. Otro de los tesoros del restaurante es la bodega, situada a seis metros bajo tierra, que custodia desde hace más de dos décadas el sumiller José Martínez, “la más importante de la ciudad, ya que poseemos una colección de vinos nacionales e internacionales de referencia”.
Por todo esto, porque cuentan con el respaldo de los clientes y porque hay una nueva generación de la familia con interés por seguir el negocio de hostelería, Pere Monje disipa cualquier duda: “El restaurante no se vende, nos gusta lo que hacemos, lo nuestro es vocacional, y hasta vivimos encima del local”.
Restaurante Via Veneto
- Dirección: Ganduxer 10, Barcelona
- Teléfono: 932 007 244
- Web: viavenetobarcelona.com
- Horario: Cierra domingo y lunes
- Precio: carta, y menú, con maridaje de vinos, 195 euros; sin maridaje, 145 euros