Así lucha la tierra del cerezo para conseguir un nuevo florecimiento económico
La comarca cacereña del Valle del Jerte impulsa proyectos empresariales y cooperativos más allá del agrario y se reivindica como lugar en el que vivir y trabajar gracias a los esfuerzos de sus vecinos, entidades y administraciones para acercar la digitalización y otros servicios básicos a las puertas de sus habitantes y emprendedores
Una plaga y la inquebrantable sed de supervivencia fue lo que llevó en el siglo XVIII a los vecinos del valle del Jerte (Cáceres) a sustituir los cientos de castaños que crecían en las laderas de sus montes por cerezos. Desde entonces, se ha convertido su principal fuente de riqueza y ha marcado el calendario vital de los vallexerteños, su economía y su identidad. Ese mismo espíritu que les aferró hace siglos a su tierra es el que aún pervive entre sus habitantes para hacer frente a una nueva plaga extendida entre sus 11 municipios: la despoblación (en 13 años, el número habitantes ha bajado un 7,25%, según datos del INE). La cifra, sin embargo, no ha frenado la apertura de nuevos negocios que van más allá de la picota: cultivos ecológicos de bayas de goji, centros de arte e incluso empresas que desarrollan accesorios para móviles. A esto se le suman los proyectos de la Administración que están impulsando el sector agrario y el turístico en la zona, así como las iniciativas que buscan potenciar la digitalización del comercio local y acercar servicios básicos para evitar el éxodo rural a través de entidades como Correos. Todo, para que este valle también florezca económicamente de nuevo.
La orografía del valle, flanqueado por la sierra de Tormantos, los montes de Traslasierra y la sierra de Béjar, ha condicionado económicamente al territorio. Por un lado, lo ha convertido en lugar perfecto para cultivar uno de los productos autóctonos con más renombre de España: la Picota del Jerte, la única cereza con Denominación de Origen Protegida y en la que se incluyen las variedades ambrunés, pico negro, pico limón y pico colorado. En la comarca, además, se cultivan otras cien variedades de cereza que, normalmente, superan las 21.000 toneladas de producción anual, según datos oficiales. Por otro lado, esa misma geografía ha impedido que se puedan llevar a cabo otras actividades agrarias e industriales e incluso la construcción de una red de carreteras más grande. Una circunstancia que, en los últimos años, ha fomentado la despoblación: “Los agricultores han ido esculpiendo en las montañas y las explotaciones son pequeñas. No podemos traer grandes maquinarias”, subraya Elisa Esteban, gerente de la Sociedad para la Promoción y Desarrollo del Valle del Jerte (Soprodevaje), el grupo de acción local que gestiona, entre otras cosas, los fondos europeos Leader, destinados a fomentar la economía en las zonas rurales.
El equipo que dirige Esteban lleva años luchando para buscar alternativas para que los vecinos puedan abrir nuevos negocios y retener así a la población: “El objetivo es diversificar nuestra economía”, subraya. El año pasado, con 900.000 euros de subvención de distintas administraciones y una inversión de más de dos millones, ayudaron a que 20 de empresas pudieran abrir sus puertas en la comarca. Soprodevaje también ha lanzado varias iniciativas con distintas líneas de acción, como Conec-Estamos Contigo; aún en fase piloto, este proyecto pone en contacto a gente joven con trabajadores del campo a punto de jubilarse para que estos últimos le pasen el testigo de sus cultivos. Otro plan es el de diseñar un centro inteligente e integral de servicios para atender a los más mayores, además de colaborar con emprendedores para impulsar sus ideas.
Nuevos negocios para redefinir a la comarca
Una de estas empresas emergentes, constituida como cooperativa, es Tragones, que busca concienciar sobre la adicción al teléfono móvil. ¿Cómo? Vendiendo mascotas-peluche con una apertura en su boca lo suficientemente grande como para guardar desde un móvil hasta una tableta electrónica. Un muñeco, describe esta empresa, para meter estos dispositivos electrónicos y evitar así la tentación de procrastinar con ellos. “El objetivo es desconectar para reconectar con los tuyos”, cuenta Rocío Iglesias, una de las siete socias de la cooperativa, ubicada en Piornal (de 1.485 habitantes) y que, en sus dos años de vida, ha vendido más mil unidades. La creación de pequeñas empresas con nuevos nichos de mercado es un motor para que la vida pueda volver a llenar las localidades de los pueblos del Jerte. Así lo refleja el último informe de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) La despoblación de la España interior, del que se desprende que el éxodo rural ha estado intrínsecamente ligado desde los años 50 a la pérdida de peso del sector agrario y a la falta de desarrollo de otras actividades que pudieran sustituir el empleo que daba el campo o, dentro de él, tecnificarlo y digitalizarlo. Por eso, muchos como Tragones han decidido plantarse en seco y luchar, desde su pueblo, con sus negocios.
En este camino, la digitalización ha cobrado un gran peso, y no solo en los procesos de fabricación y venta, sino también de distribución. Fue por ello por lo que Iglesias y sus compañeras decidieron vender sus peluches por internet formando parte de Correos Market, la plataforma de venta en línea para productores locales que el operador logístico ha puesto en marcha para ayudar a los comerciantes rurales. Por un lado, le sirve de soporte logístico para distribuir sus creaciones y, por otro, es un trampolín donde se dan a conocer a más clientes de toda España.
Servicios para conectar personas
Pero para mantener abierta una tienda física o para vender por internet es necesario contar con servicios básicos, principalmente financieros y logísticos, que en el mundo rural están desapareciendo. De hecho, en el caso de sucursales bancarias, en los últimos 12 años, el número de estos establecimientos en el país ha bajado de 46.065 (máximo histórico) a 22.209, según los últimos datos del Banco de España. Para paliar el éxodo de estos servicios, la Junta de Extremadura y Correos firmaron a comienzos de enero de 2022 un convenio. Junto al servicio de Correos Market, ambas entidades han acordado que los ciudadanos de la región puedan pagar tributos autonómicos y locales en 81 de las oficinas del operador logístico en Extremadura, además de poder realizar trámites oficiales relacionados con la Junta. También se instalarán cajeros automáticos en 35 localidades que no disponen de oficina bancaria. Pueblos donde, además, los carteros rurales ya acercan, desde el pasado verano servicios básicos: pago de recibos bancarios, venta de sobres, sellos, entradas, billetes de tren, embalajes e incluso entrega de dinero en metálico de las cuentas de ahorro de los clientes.
Uno de esos trabajadores es Mariví Torres, cartera en los pueblos vallexerteños de El Torno (con 843 habitantes) y Rebollar (con 208 habitantes). Cada mañana recorre sus calles para acercar a los vecinos la correspondencia y los paquetes, pero también prestaciones que se han ido esfumando con el paso de los años: “Son dos pueblos pequeños a los que vamos diariamente y donde la asistencia médica o el personal bancario solo acuden pocos días a la semana. Por eso nos hemos convertido en personas de confianza para los vecinos”, relata.
Revolucionar el turismo
El bastón donde descansa el potencial económico del valle del Jerte es el turismo. Por esa razón, la Diputación de Cáceres está estudiando nuevas formas para reinventarlo en la comarca y hacerlo más rentable y, sobre todo, más sostenible. Entre esos proyectos destaca el Centro de Turismo Activo Valle del Jerte, un espacio de coworking donde las empresas del sector turístico de la zona (relacionadas en su mayoría con senderismo, espeleología, agroturismo, barranquismo, actividades en kayak u observación de aves) pueden colaborar entre ellas y utilizar sus instalaciones como almacén. Como explica Álvaro Sánchez, delegado del Área de Reto Demográfico, Desarrollo Sostenible, Juventud y Turismo de la Diputación de Cáceres: “Son oportunidades para encabezar el liderazgo turístico rural de interior para posicionar a la provincia como un destino a la vanguardia del crecimiento inteligente y responsable”.
Para Mercedes García, de 33 años afincada en Jerte (con 1.253 habitantes), en los últimos años el turismo en la comarca está atravesando su mejor momento. Testigo de ello es el negocio familiar, que no ha dejado de crecer desde que allá por los años noventa su padre Antonio diese el primer paso y construyese pequeños apartamentos para los viajeros. Pero no unos normales: levantó chozos de piedra, similares a los que tradicionalmente erigían los pastores en las montañas para cobijarse del frío. “Son rústicos, pero están equipados con todas las comodidades. Algunos, hasta con jacuzzi. Viene gente de toda España para hospedarse en ellos”, comenta García. En 22 años han edificado 13 chozos y siete cabañas (de planta cuadrada) independientes junto a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Una idea que no solo les ha permitido alcanzar cierto éxito empresarial, sino también conservar un tipo de arquitectura local que estaba abocada a desaparecer. El auge de las visitas, añade esta emprendedora, es una oportunidad para que más negocios, no solo de su sector, puedan florecer y ser rentables: “El valle del Jerte tiene recursos naturales y culturales para frenar el éxodo rural”, subraya García.