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Un nuevo templo para la escalada en Madrid

Abre sus puertas Sputnik Las Rozas, que dedica casi el 90% de sus 4.500 metros cuadrados al deporte vertical, con 160 vías de hasta 20 metros de altura

Varios escaladores en el nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas.
Varios escaladores en el nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas.Manu Prats
Jordi Pastor

La escalada está de moda. Es, probablemente, el deporte urbano de mayor auge en Madrid –la Federación Madrileña de Montañismo registró 16.790 afiliados en 2020, aunque son muchísimos más los que la practican esta actividad sin licencia federativa–, especialmente desde que el pasado 5 de agosto el cacereño Alberto Ginés lograba la primera medalla de oro olímpica de la especialidad, que se estrenaba en Tokio 2020 como disciplina olímpica. “Sé que los rocódromos se están llenando, que las escuelas de niños también están al completo, y que la gente se está interesando muchísimo por la escalada. Es algo que me pone muy contento, poder devolver algo a este deporte que a mí me ha cambiado la vida, y contribuir a que la escalada crezca en España”, explica Ginés casi dos meses después de su gran victoria y sentado al pie del nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas, que desde su inauguración el pasado miércoles en esta localidad del noroeste de la región, a la que El PAÍS fue invitado, representa la mayor instalación de escalada indoor en España.

Ubicado en el centro empresarial Európolis, a unos 25 minutos en coche del centro de la capital, este complejo de 4.500 metros cuadrados dedica casi el 90% de su espacio al deporte vertical. Tanto dentro de sus instalaciones, divididas en dos grandes áreas, una zona con 160 vías de hasta 20 metros de altura para subir atados a una cuerda y otra para hacer búlder –escalar sin protección en rutas de poca altura, pero con una gruesa colchoneta debajo que amortigua las caídas– como fuera de ellas, al aire libre. De hecho, lo primero que reclama la atención del visitante es que parte de la fachada está cubierta de llamativas presas (agarres) de mil formas y colores, ya que el exterior del edificio también se puede escalar: cuenta con otra treintena de rutas de similar altura para ello. El coste total del proyecto, según Daniel Castillo, cofundador junto a Fernando Hernández de Sputnik Climbing, empresa que en 2016 abrió el primero de sus dos rocódromos en la localidad de Alcobendas, asciende a 3,8 millones de euros.

Al pasar al interior, otro punto fija la atención: el enorme ventanal que desde La Cantina, la zona de restauración del roco, contigua a la recepción y decorada con un colorista mural del artista madrileño Sabek, ofrece una hipnotizante panorámica de la zona de escalada. Un efecto que Vasil Sharlanov, arquitecto de la empresa búlgara Walltopia, encargada de proyectar y construir los muros y estructuras de Sputnik Las Rozas, enlaza con la transparencia visual y esa sensación de amplitud y abertura con las que Frank Lloyd Wright transformó el diseño de los espacios interiores a principios del siglo XX.

La vista dibuja un mosaico de líneas y presas de colores que no es fruto de la casualidad. “Al afrontar el rousetting (diseño de vías de escalada) de este nuevo espacio hemos tratado de innovar a partir de la incorporación de conceptos procedentes de otras disciplinas que creíamos aplicables a la escalada”, explica Castillo. “Por ejemplo, de la danza en relación con los movimientos y gestualidad corporal, o de la pintura en cuanto a la combinación de colores al equipar vías y los bloques”. Tanto que tras varias sesiones dedicadas a ello, asegura Castillo, llegaron a establecer una paleta específica para combinar los diferentes agarres dispuestos en las paredes –en total, más de 14.000– según su forma, volumen y tonalidad.

Solos o acompañados

Si algo explica el boom de la escalada indoor desde hace cuatro o cinco años es la aparición de los autoseguros en los rocódromos –Sputnik Las Rozas cuenta con 45 de estos dispositivos, repartidos entre los muros interiores y exteriores del edificio– un sistema que, gracias a un cable de seguridad fijado al arnés, permite a una persona escalar sola de forma segura y divertida, sin la necesidad de tener a un compañero asegurando al otro extremo de la cuerda. Cuando el escalador se cae a mitad de recorrido, o llega a lo más alto de la pared, este sistema lo devuelve al suelo, sano y salvo, en un plácido descenso.

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Otra de las claves es la amplitud de público que aceptan actualmente estos centros de escalada. “Actualmente los rocódromos se diseñan pensando en todo tipo de personas, y especialmente en aquellas que nunca han tenido contacto con la escalada”, afirma Cristina Palma, responsable de ventas de Walltopia. Y los números avalan este hecho. “Las cifras de alquiler de pies de gato (calzado específico para escalar) en nuestro centro de Alcobendas, que ronda el 30% de nuestros visitantes totales, indica hasta qué punto nuestros clientes no son, precisamente, escaladores asiduos”, explica Eva Yuste, directora de este nuevo centro de escalada en Las Rozas. De hecho, buena parte de los cursos y actividades de formación que ofrecen este y otros centros en Madrid, están dirigidos, precisamente, a aquellos que empiezan en la escalada: desde escuelas para niños o los llamados bautismos (dirigidos también a familias) para el primer día de contacto, hasta cursos de iniciación y entrenamientos dirigidos a los que se enganchan después a este deporte.

“Contar con estas instalaciones también ayudan a que la gente se motive, porque no es lo mismo entrenar en rocódromos como este que en el garaje de tu casa, explica Alberto Ginés. “Y también a lograr lo que más hace crecer a un deporte: que haya una base, una base que empieza por los niños. Si vienen a estos centros, se lo pasan bien, cada vez escalan más, sus familias les apoyan y van mejorando poco a poco, de ahí quizá salgan futuros campeones olímpicos o, sencillamente, gente que venga a escalar al rocódromo porque le ayuda a desconectar al salir del trabajo”.

Aire limpio y suelo blando

Tres aficionados, en el nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas.
Tres aficionados, en el nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas.Manu Prats

 

“La prioridad es la experiencia del usuario y eso pasa por la calidad del aire dentro de la sala de escalada”, explica Daniel Pascual, arquitecto responsable del nuevo rocódromo Sputnik Las Rozas, especialmente en un contexto aún pandémico. “Es un espacio difícil de gestionar, porque se está haciendo deporte, hay mucha humedad y también magnesio en suspensión, difícil de erradicar y que enrarece mucho el ambiente. Para ello tenemos un sistema de climatización que hace circular el aire interior, lo limpia y asegura también aire externo cuando es necesario. Además, como es un espacio de mucha altura, unos 20 metros, añadimos un segundo sistema de desestratificadores para que el aire interior se mezcle completamente. Sin él, habría una diferencia de hasta cinco grados de temperatura entre el suelo y la cubierta del rocódromo”, explica Pascual, que cifra en 220.000 euros el coste total de la climatización del edificio, cuya eficiencia energética pasa por un aislamiento efectivo del mismo y aprovechar el calor y el frío (en verano) generado en el interior, gracias a un modelo inspirado en el estándar Passivhaus.

El confort también se aprecia bajo los pies, gracias a un curioso e innovador suelo, que imita al del Kletterzentrum de Innsbruck (Austria), rocódromo de referencia internacional. El resultado es una superficie de 900 metros cuadrados y de apariencia lisa, pero blanda y voluble cuando se pisa, y capaz de absorber el impacto en caso de caída gracias a su composición, que mezcla hasta 12 capas colchonetas de alta densidad, resinas y gomas.

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Sobre la firma

Jordi Pastor
Redactor de la sección Extras especializado en medio ambiente y naturaleza, antes trabajó en el suplemento El Viajero. Inició su labor profesional en 'Desnivel', editorial referente en información sobre montaña y escalada. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y culminó sus estudios en la Universidade de Coimbra.

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