El secreto de Fuerteventura se hace viral: la ‘playa de las palomitas’
En las Islas Canarias espera uno de los arenales más curiosos -y fotografiados- del planeta: la playa de las palomitas. Un paraje de belleza tan singular que los viajeros deben (y debemos) preservar. Instagram también puede ayudar en esa tarea
El mejor clima del mundo, Reservas de la Biosfera, parajes de una belleza tan extrema que no parecen de este planeta, el mejor cielo para la contemplación de las constelaciones, volcanes, quebradas, valles frondosos, llanuras volcánicas, arenales kilométricos, bosques primarios… La amplísima y excelente colección de joyas de la naturaleza que atesoran las Islas Canarias no tiene rival. Y no es de extrañar que, ante ellas y la rotundidad que las define, los viajeros de todo el mundo se queden, simplemente, sin palabras.
Las palomitas de maíz más curiosas del mundo
Además, en las Islas Canarias nunca parecen acabarse los rincones epatantes y curiosos. Y hay uno que, a golpe de hashtag, se ha erigido en protagonista de las redes sociales. Se trata de la ‘playa de las palomitas’, una de las más populares de Fuerteventura: forma parte del conjunto natural de la playa de El Hierro, la playa del Bajo de la Burra y Punta Elena. Ubicada en el norte de la isla, en el término municipal de La Oliva (se accede a ella desde el pueblecito de Majanicho, por una pista de tierra), la playa se ha colado en los medios de comunicación de todo el planeta gracias a sus peculiares características: en lugar de arena, o rocas, está alfombrada de ‘palomitas de maíz’, y ello le ha dado fama mundial bajo el nombre de Popcorn Beach (el hashtag con el que se la etiqueta en Instagram). Tiene unos 850 metros de litoral.
Naturalmente, no se trata de palomitas sino de rodolitos, también llamados por los locales “roscas” o “cotufas”. Son miniesculturas de coral blanco, resultantes de la mezcla y la erosión de las algas calcáreas con la arena blanca de la playa, que está literalmente cubierta de ellos. El proceso de formación de los rodolitos es muy lento: han crecido bajo el agua al ritmo de un milímetro por año antes de llegar a la orilla, lo que permite tener una idea muy cabal de su antigüedad. La playa ha tardado siglos en ofrecer al visitante su aspecto actual y, aunque las crónicas más antiguas que hablan de su existencia se remontan al siglo XVII, hay palomitas que, por su tamaño, pueden datarse en más de cuatro milenios.
Por todo ello, estos rodolitos son auténticas joyas de la Naturaleza, con un altísimo valor ambiental. El biólogo Francisco Otero, del Instituto Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, explicaba a este periódico que los rodolitos absorben el dióxido de carbono cuando están en el agua, lo que les convierte en una herramienta de contención ante el cambio climático, además de albergar en sus cavidades huevos de especies marinas hasta que, una vez en la superficie y con el transcurso del tiempo, se erosionan y convierten en arena.
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Una responsabilidad de todos
Hoy, tanto viajeros y visitantes anónimos como influencers venidos de todo el mundo toman selfies en la playa con el océano de fondo, haciendo el ángel sobre la alfombra de palomitas o, más común, fingiendo que las devoran. Pero estas prácticas no son correctas: además de su lentísimo desarrollo, los rodolitos son muy frágiles, por lo que se rompen con facilidad. Y lo que bajo ningún concepto hay que hacer jamás es llevarlos consigo. Las autoridades estiman que cada mes desaparecen unos diez kilos de rodolitos de la playa de El Hierro, lo que significa que, si la execrable práctica no desaparece, en pocos años la popular Popcorn Beach habrá dejado de existir.
Salvaguardar la existencia y el disfrute para las generaciones futuras de un lugar tan único en el mundo como la playa de El Hierro es un esfuerzo y responsabilidad de todos. “No son palomitas, déjalas en su hábitat”, rezan los carteles que los visitantes encuentran en las inmediaciones de la playa, y que informan del proceso de formación y de la fragilidad de los rodolitos.
Estas campañas de concienciación que se llevan a cabo desde las Administraciones públicas y los esfuerzos de la población local y el sector turístico (guías, turoperadores...), resultan imprescindibles para que la playa de las Palomitas siga siendo, por muchos años más, tendencia turística en las redes sociales. Cabe recordar que la Ley de Costas prohíbe, y sanciona, la extracción de las playas tanto de rodolitos como de cualquier otro elemento natural, como arena o piedras. Pero practicar turismo responsable es algo que, en las curiosas Islas Canarias, constituye una seña de identidad.