Las vidas que se llevó la dana

Una madre y su hija que iban juntas al trabajo, un matrimonio enamorado desde la adolescencia y unido hasta el fin de sus días, una mujer impedida y otra que estrenaba nuevo hogar, un panadero felizmente jubilado, un guardia de seguridad “con mucho don de gentes”... Estos son los nombres, historias y fotografías de algunas de las más de 200 vidas que se llevó la dana a su paso por Valencia el pasado 29 de octubre. EL PAÍS ha creado este muro de la memoria a modo de homenaje a las víctimas y en el que se irán incluyendo sus identidades conforme sean identificadas.

De izquierda a derecha, empezando por la fila de arriba: Anunciación, Jose Luis Marín,  Juan Vicente Madrid, Luciano Bravo Morales, Manuel Blesa, Miguel Burdeos, Miguel Manuel Bonilla Cantero y  Vicente Tarancón.
De izquierda a derecha, empezando por la fila de arriba: Anunciación, Jose Luis Marín, Juan Vicente Madrid, Luciano Bravo Morales, Manuel Blesa, Miguel Burdeos, Miguel Manuel Bonilla Cantero y Vicente Tarancón.
El País

La catástrofe provocada por la dana se ha llevado por delante la vida 222 personas, y cuatro siguen desaparecidas. La inmensa mayoría en Valencia, pero también en Castilla-La Mancha y Andalucía. Entre las víctimas hay una madre y una hija que iban juntas al trabajo, un matrimonio enamorado desde la adolescencia hasta el fin de sus días, una mujer impedida y otra que estrenaba hogar, un panadero felizmente jubilado, un guardia de seguridad “con mucho don de gentes”, o cuatro empresarios que venían de una comida... Estos son algunos de los nombres, fotografías e historias de quienes perdieron la vida a consecuencia de las riadas más graves de la historia reciente de España. EL PAÍS irá actualizando este muro de la memoria conforme vaya verificando las identidades de las víctimas.

Rafael Brisa Marqués y Azucena Vidal Vallejo

75 y 71 años

Picanya

Rafael, de 75 años, y Azucena, de 71, compartieron su vida desde adolescentes. Ambos nacieron en el municipio de Paterna. Se enamoraron desde muy jovenes y se casaron en julio de 1974. Recién habían cumplido 50 años de casados. Muy pronto tuvieron a sus dos hijas: Azucena Brisa Vidal, de 49 años, y Esmeralda Brisa Vidal, de 47, que les dieron cuatro nietos. "Por el trabajo de mi hermana y el mío, los niños pasaban mucho tiempo con ellos, nos los devolvían bañados y cenados, eran los mejores abuelos del mundo", cuenta su hija mayor. Rafael dedicó la mayor parte de su vida al curtido de pieles, profesión que practicó hasta su jubilación. Su esposa trabajaba como asistenta del hogar. A los dos les encantaba el flamenco. Tanto así, que Rafael participaba como guitarrista en varios coros rocieros, y Azucena estaba siempre a su lado. Actualmente vivían en Picanya, a 50 metros del barranco del Poyo. El día de la emergencia su hija los llamó para que salieran de casa y buscaran un lugar seguro. Azucena no podía caminar debido a una reciente operación en su pierna, y Rafael intentó salir con ella en brazos. "Él consiguió sacarla porque el agua les llegaba al pecho, pero no se podía agarrar a nada", según contó una testigo. "Si se agarraba a algo tenía que soltar a mi madre y la arrastraría la corriente de lodo", dice su hija. "Era un muy buen hombre y decidió mantener cogida a mi madre y dejarse arrastrar por la corriente, en vez de soltarla. Esa es su triste y su bonita historia", relata. Sus cuerpos aparecieron en Paiporta y fueron despedidos juntos.

Juan Mandingorra Poveda

93 años

Paiporta

Juan nació en Paiporta al igual que sus cuatro hijos. Su hija Rosa le recuerda como una "muy buena persona", que vivía solo porque se encontraba bien así. Una mujer cuidaba de él y le ayudaba con las tareas del hogar. Entre semana, iba al bar echar la partida, se tomaba un café y se daba un paseo. Cuando uno de sus amigos fue a dar el pésame a la familia, lamentó no poder volver a jugar con él al dominó. Los fines de semana acudía a la casa de alguno de sus hijos, "pero no había manera de convencerle de que no fuera a casa a dormir solo", explica Rosa. El día del temporal se encontraba viendo la televisión "como siempre, con los pies en alto". La mujer que cuidaba de él le llamó para preguntarle si había entrado agua en su casa y, al bajar los pies del apoyo, se dio cuenta de que su salón se estaba inundando. Uno de sus hijos se dirigió a su casa, pero el nivel de la riada en la calle ya superaba el metro y medio, por lo que no pudo acceder. Los arquitectos le confirmaron a la familia que el agua en su salón superó los dos metros.

Elvira Martínez Alfaro y Elizabeth Gil Martínez

63 y 38 años
Cheste

Elvira y Elisabet, madre e hija, compañeras de trabajo y confidentes. Una vida unidas. Inseparables. La avalancha de lodo las pilló juntas, en el coche. “Elvira llevaba toda la vida de camarera de piso en el Hotel La Carreta, aquel día había hecho ya su turno de mañana pero, como su hija no tenía coche ni carné de conducir la llevó, porque Elisabet trabajaba en el mismo sitio, en el turno de tarde”, cuenta Ernesto Martínez, el hermano mayor de Elvira. Ella era la segunda en una familia de siete hermanos. “Yo le llevaba un año, pero ella aprendió a andar antes que yo”, recuerda con cariño. “ha sido siempre una luchadora”, añade. Luego, años después, en la adolescencia, fue él quien llevó a Elvira a la discoteca, “¡con solo 14 años!”, ríe. Fue en esas salidas en pandilla cuando Elvira conoció a su marido, Ismael, con quien pasó el resto de su vida. Elvira era una mujer “muy familiar, tremendamente trabajadora y muy casera, nada le gustaba más que estar en su casa con su familia”, asegura. Su felicidad eran su hija y sus nietos, “Tenía un gran corazón”, agrega su hermano. Elisabet, que continúa desaparecida, tiene dos hijos: Iván de, 18 años; y Valeria, de cuatro, que ahora viven con sus respectivos padres y que no serán legalmente huérfanos hasta que su madre sea encontrada. “Era muy buena madre y le encantaban los Sims: creaba historias de animación que luego colgaba en Instagram y tenía muchos seguidores”, cuenta. La última vez que sus familiares hablaron con Elvira y Elisabet, ellas pedían auxilio desde su coche, arrastrado por un enorme torrente de lodo. “Nos enviaron un vídeo, gracias al cual, más o menos, pudimos saber por dónde estaban”, recuerda Ernesto. A Elvira la encontraron días después y la enterraron el pasado 12 de noviembre en el cementerio de Cheste, su pueblo natal, en el que hizo toda su vida. Ernesto está convencido de que Elisabet no logró salir del coche y cree que, cuando encuentren el vehículo (un Ford matrícula 9964DHJ), la encontrarán a ella también. 

María Amparo Ibor Baviera

84 años

Paiporta

Conocida por todos como "Amparo, la Barrina". El dia 29 de octubre estaba en su casa. Sufría un grado de alzheimer muy avanzado y tenía movilidad reducida . Hasta las 2 de la mañana estuvo encima de un colchón que flotaba en el agua sujeta por su nuera hasta que pudieron rescatarla sus propios vecinos. La ingresaron en el hospital el día 30 y acabó falleciendo el día 8 de noviembre.

Nuria Martínez Sanchís

55 años

Paiporta

Vecina de Paiporta de toda la vida. Desde muy joven empezó a trabajar en el bar de la familia, el Vora Barranc, el lugar de encuentro del pueblo, en el que los habitantes pasaban la tarde con una caña en la barra. Tenía una hija, Nuria. “Ella era pura emoción y sonrisa”, recuerda su hija. “Le gustaba mucho irse a andar, a pilates, cuidarse, hacer rutas por la montaña”, agrega. Se iba con su hija por las playas de Mallorca o de Gandía. Trabajaba en el hospital La Fe, en la plantilla de lavandería, y sus compañeros fueron como su familia extendida. Amaba a su hija, a su pareja, a su madre, a sus hermanos y a "su familia de La Fe". Un mes antes de la dana, se había ido a vivir con su pareja a su nuevo hogar, un bajo en la primera línea del barranco del Poyo. “Su nueva casa era un sueño hecho realidad para ambos, su mayor proyecto”, cuenta su hija. La riada la cogió viendo una película en su nueva casa, donde la arrastró la tromba de agua.

Francisco Miguel Planells Martínez

73 años

Picanya

Francisco fue un hombre trabajador, muy risueño, cariñoso, un buen amigo, abuelo y una persona muy familiar. Estaba casado con María José Esteve Rocati, con quien tuvo dos hijas: María José y Carolina. Esta última murió repentinamente en 2009, sumiendo a la familia en un duro duelo. Francisco dedicó toda su vida a trabajar como panadero por las noches. A los 60 años se jubiló y se dedicó a disfrutar de la vida con su esposa, hasta que hace dos años tuvo que ser operado de un cáncer y estaba en plena recuperación. “Estaba débil, pero luchaba por tener fuerzas y seguir adelante aunque estuviera hundido por dentro. Justo ahora parecía ir algo mejor”, cuenta su hija. El pasado 29 de octubre la familia se encontraba en su casa en Picayna cuando una ola sorprendió a los vecinos de su calle. La fuerza del agua impidió que pudieran cerrar la puerta de la casa a tiempo. Su esposa e hija subieron a la primera planta, pero él luchó por salvar algunas pertenencias. Fue arrastrado por el torrente de agua. Su esposa e hija no confirmaron su muerte hasta dos semanas después. “En nuestra familia estamos rotos desde hace muchos años, pero seguiremos adelante juntos y más fuertes por ellos dos”, aseguran.

Adela Rodríguez

63 años

Torrent

Adela, soltera y sin hijos, nació en Valencia, pero actualmente vivía en Torrent. María José Rodríguez, su única hermana, la recuerda como una persona muy trabajadora que vivía por y para su familia. De joven estudió un tiempo Psicología, pero muy temprano se dio cuenta que su pasión era la Informática. “Era ‘un dinosaurio’ de los ordenadores”, cuenta su hermana. El día de la tragedia de la dana, Adela salió de su trabajo en Beniparrell a las 18.17 de la tarde, según pudo ver su familia en los videos de seguridad de la empresa. Se dirigía a su casa en Torrent cuando la tromba de agua y lodo la alcanzó. Sus familiares y amigos la buscaron sin parar durante una semana entre barrancos y hospitales, hasta que la Guardia Civil los llamó a confirmarles el hallazgo de su cuerpo.

Francisco Murgui

57 años

Sedaví

Nació en Valencia, aunque parte de su infancia y adolescencia la pasó en un pueblo del interior de Valencia llamado La Font de la Figuera. Entre otros trabajos, el último y el más largo fue el de vigilante de seguridad hasta hace unos 11 años, cuando por motivos de salud le dieron la incapacidad total pasando a ser pensionista. Fue siempre una persona a la que le gustaba mucho la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como La Legión, el Ejército y la Guardia Civil. Era muy hogareño, pero para él lo más importante era su familia, cuenta su hija María Murgui. "Tenía el don de gentes y era una persona con la que se podía contar siempre que la necesitaras", resalta.

Su hija cuenta que la tarde noche del 29 de octubre, una vez supo que sus hijos estaban en casa y su mujer a punto de llegar del trabajo, bajó a salvar lo que tanto le había costado conseguir, primero su coche, el cual lo sacó del barrizal que se suele formar enfrente de su casa, y, por último, bajó al garaje a sacar su moto a un lugar seco, ya que el garaje de su casa se inunda con poca lluvia. Cuando salió del garaje había poca agua en la calle, pero con poquísimo espacio de tiempo el agua subió y lo único que pudo hacer fue cogerse a un árbol que tenía cerca. Contactó con su familia dos veces para decirle donde estaba y que se encontraba bien. La familia cuenta que a lo largo de esa noche, la esposa de Murgui realizó 82 llamadas al 112, de las cuales no tuvo respuesta alguna, al igual que a la Policía Local de Sedaví, Bomberos y Guardia Civil, de los cuales tampoco obtuvo respuesta.

A las 1:50 de la madrugada, la familia pudo salir a buscarlo al ver que había descendido un poco el nivel del agua. "Gracias a la colaboración de dos vecinos que me ayudaron con cuerdas a llegar hasta el sitio en el que él nos había indicado que se encontraba. Al ver que no estaba ni donde nos dijo ni por los alrededores, decidimos volver a casa y esperar a que saliera el sol para poder buscarlo con la luz del día", cuenta su hija. Las autoridades encontraron su cuerpo una semana después.

Cándido Molina

62 años

Cheste

Natural de Azuaga, Badajoz, emigró hace 30 años a Valencia para buscar un futuro mejor. Allí trabajó como camarero durante todos esos años. Se dedicaba a la hostelería y los martes eran sus días libres, que aprovechaba para ir a cuidar su huerto en una parcela en Cheste. El pasado 29 de octubre se dirigía, junto con sus tres perros, hacia la finca a estrenar una máquina para hacer aceite. "Tenía muchísima ilusión, llevaba toda la semana pensando en eso", explica su mujer. También cuenta lo "paciente y bueno" que era con sus clientes, a los que siempre encontraba una mesa, aunque no quedara hueco. "Era una persona increíble. Siempre que llegaba a casa, nuestros pájaros se subían a su cabeza. Hasta ellos estaban enamorados de él". Cándido tuvo que refugiarse en el tejado de una caseta, que cedió por la fuerza del agua.

Felipe García Monteagudo

67 años

Catarroja

Salió a mover su coche cuando la tromba de agua le sorprendió. Su familia lo buscó incasablemente por toda la ciudad hasta que su cuerpo apareció pocos días después de la tragedia. Estaba casado y tenía dos hijos y un nieto de tres años, "al que estaba muy unido", apunta su hija. También vive aún su padre, de 93 años, que se encuentra muy afectado. Felipe es natural de Fuentealbilla, un pueblo de Albacete. Acudía cada vez que podía y es el lugar donde ha sido enterrado. Allí era muy querido. "Le encantaba contar chistes malísimos que se inventaba sobre la marcha y que hacían a todos reír por lo malos que eran", cuenta su hija. 

Axinia Sandu y Florín Costel Besnea

57 años

Alfafar

Llegaron a vivir a Valencia con sus dos hijas, Alice y Petruta, hace 20 años. Florín nació en un municipio del sur de Rumanía, Turnu Magurele y ahí es donde formaron una familia. Axinia era de un pueblo a 60 kilómetros llamado Crangeni. Este matrimonio de 57 años vivía en Alfafar, a orillas de la Albufera, en una caseta hecha de madera y lámina sobre un campo de arroz. Él se dedicaba a vender palés de madera y a cualquier trabajo que saliera en el campo. Ella era ama de casa. Sus hijas hicieron su vida en la periferia de Valencia, Alice era la que vivía más cerca de sus padres y a la primera que llamaron cuando trataron de huir del tsunami que llegaba con fuerza a la Albufera buscando el mar. Petruta se fue a vivir con su marido Cristian a Villajoyosa (Alicante) y es auxiliar en una clínica estética. A Florín y Axinia les encantaba vivir ahí, a un lado del arrozal, les gustaban sus días en el campo y sus noches tranquilas. Cuando llegó la riada no había ni una casa cerca de más de dos metros de altura para subirse. Estaban acostumbrados a que de vez en cuando por estas fechas el agua subiera por la puerta, por eso habían elevado el salón y la cocina con tablones. Pero la noche del 29 de octubre lo más alto que tenían era el techo de una furgoneta. Ahí se ataron como pudieron, Axinia había sido operada unos días antes de un tobillo y Alice no se explica cómo pudo dar ese salto. Desde el techo del furgón llamaron a sus hijas para pedir ayuda. Pero al arrozal no llegó nadie. Sus cadáveres fueron encontrados 10 días después a más de dos kilómetros. A su alrededor quedaron también regados los pedazos de una vida: sofá, zapatos, muebles y un Ford Focus azul. Sus hijas batallan estos días con los trámites burocráticos para enterrar a los dos en su tierra.

Antonio Noblejas

76 años

Chiva

Valenciano de adopción, manzanareño de nacimiento, Antonio Noblejas dedicó gran parte de sus 76 años de vida al mundo de la economía y la empresa. Primero en Madrid, donde estudió Ciencas Económicas en la Universidad Complutense, y luego en Valencia, donde llegó en 1981 y de donde ya no se separó en los 43 años siguientes.

Lo hizo para, apenas superada la treintena, abrir y dirigir la primera oficina de la auditora Arthur Ardensen en Valencia. Esto fue en 1981, y en 1984 ya ascendió a socio para, años después, ser el máximo responsable de la firma en la Comunidad Valenciana y Murcia, puesto que mantuvo después de su fusión con Deloitte.

Noblejas deja una esposa, Eloísa, y dos hijos, Irene y Daniel. “Hombre singular y excepcional”, como le ha definido el alcalde de su localidad natal, Julián Nieva.

Desde 2005, y durante 14 años, Noblejas asumió la dirección general de EDEM, escuela de negocios nacida bajo el paraguas de la Asociación Valenciana de Empresarios, y que hoy forma parte de Marina de Empresas del presidente de Mercadona, Juan Roig, de quien era una persona próxima.

En la actualidad, era consejero de la consultora Forlopd y patrono de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO).

Anunciación Pérez Osma

90 años

Utiel

Se encontraba en su casa cuando irrumpió la tromba de agua. La conocía todo el pueblo, jóvenes y vecinos de toda la vida. Anuncia, como la llamaban, tenía ahora un nuevo mote, Papu, adjudicado por su bisnieto de nueve años y al que hasta hace muy poco llevaba a la guardería. “Era muy querida. Estaba siempre sentada en su patio y todo el mundo la saludaba, iba al súper y todas las dependientas le ayudaban. También era la primera en aparecer en el mercadillo de los miércoles. Ahí estaba a las seis o siete de la mañana”, recuerda Mari Carmen, una de sus dos hijas. Anuncia era una mujer fuerte, independiente, con una vida al servicio de los demás. Llegó a Utiel con ocho años para servir en la casa del médico y solo salió de allí para casarse con su marido Gustavo, del que enviudó hace más de 20 años. Durante estas dos décadas, acudía cada semana al cementerio, adonde llevaba flores a su esposo. En los últimos tiempos empezó a flaquear y ahora las flores para Gustavo, que compraba cada miércoles, se quedaban en casa. “Nunca tenía pereza para nada y siempre pendiente de nosotras. Si viese ahora como ha quedado nuestra casa…”, dice Mari Carmen. El jardín de Anuncia, en la calle Ramón y Cajal que fue arrasada por la corriente, era conocido por sus parras cargadas de uvas y sus plantas. Era el jardín en el que todo el mundo se paraba. Hoy no queda prácticamente nada de ese verde frondoso, ni siquiera han resistido las paredes, aunque en la ventana sus hijas han dejado un hermoso centro de rosas blancas. Para que no le falten flores.

Juan Vicente Madrid

50 años

Cheste

Conducía por la carretera A-3 saliendo desde Torrente hacia Aldaya. Su familia supo por la ubicación de su móvil que la última vez que tuvo conexión fue a las 18:15 en ese trayecto, pero no obtuvieron más datos ni lograron comunicarse en ningún momento con él. En el coche iba Juan Vicente Madrid y otro compañero de trabajo. El sábado 9 de noviembre su familia fue notificada de que el cuerpo había sido encontrado.

Luciano Bravo Morales

58 años

Catarroja

Luciano estaba casado y era padre de dos hijos. A pesar de temerle al agua, cuenta su sobrina Alexia, salió de casa esa tarde para mover el coche cuando le pilló la tromba de lodo. Trabajaba en una fábrica de colchones y era aficionado a las series y a las películas. Tenía una caravana en un camping, alquilada durante todo el año, al lado de la playa, a la que iba cada fin de semana que le fuera posible, junto con su familia. Mayka, otra de sus sobrinas, cuenta que "fue una maravilla de persona" y que siempre trataba de "proteger, ayudar y hacer reír a todos".

José Luis Marín

85 años

Chiva

Era fundador del Complejo Educativo Mas Camarena, que pertenece al Grupo de Colegios Siglo XXI, iniciado en 1962 con la creación del Centro de Estudios Marni, junto a su esposa Mª Teresa Medina. Desde entonces, esta empresa familiar se ha convertido en referente del sector educativo en la Comunidad Valenciana y en España, agrupando dos colegios concertados, tres colegios privados del Bachillerato Internacional y una docena de escuelas infantiles. Esa tarde, había asistido a una comida en Chiva junto a los empresarios Miguel Burdeos, Vicente Tarancón  y Antonio Noblejas. En torno a las 17,30 horas se pierde la pista de los cuatro, que  iban en dos coches. Las últimas noticias de ellos se tienen entre la carretera CV-378 y la CV-383 de Cheste. José Luis, Miguel y Vicente fueron identificados entre las víctimas fatales. Antonio continúa desaparecido.

Vicente Tarancón

72 años

Chiva

Fundó Luanvi a principios de los setenta junto a sus hermanos José Luis y Antonio. La firma textil, con sede en Paterna, es una de las más conocidas de Valencia y del deporte español, ya que ha equipado a los clubes de fútbol de su región natal, como el Valencia CF, Villarreal y Levante, pero también de otros puntos de la geografía española, como el Real Zaragoza, Granada, Tenerife, el Deportivo Alavés o el equipo de fútbol sala Jaén Paraíso. Su marca también se ha extendido a otras disciplinas como el baloncesto, al patrocinar al Valencia Basket, cuya propiedad es del empresario Juan Roig (dueño de Mercadona), así como la Maratón de Valencia y Málaga y la Federación Española de Voleibol. “Con su partida, el deporte valenciano y español pierden a un empresario ejemplar y a un ser humano que dejó una huella imborrable en la industria”, describe Luanvi en un comunicado. “Vicente Tarancón dedicó su vida a la promoción y desarrollo del deporte en Valencia y en España (...) Era un hombre de sólidos principios, generoso y comprometido, cuya ética de trabajo y espíritu de equipo han sido inspiración para generaciones”, añade. Esa tarde, había asistido a una comida en Chiva junto a los empresarios Miguel Burdeos, José Luis Marín y Antonio Noblejas. En torno a las 17,30 horas se pierde la pista de los cuatro, que iban en dos coches. Las últimas noticias de ellos se tienen entre la carretera CV-378 y la CV-383 de Cheste. Miguel, José Luis y Vicente fueron identificados entre las víctimas fatales. Antonio continúa desaparecido.

Miguel Burdeos

74 años

Chiva

Químico y empresario vocacional. Así define su familia a Miguel Burdeos Baño, fundador y presidente de Suavizantes y Plastificantes Bituminosos, SPB, un grupo empresarial que factura casi 230 millones de euros y que es el propietario de Bosque Verde y Deliplus, marcas comercializadas por Mercadona. Una de las figuras empresariales más relevantes de Valencia, nació allí en el año 1950. Esa vocación le llevó a estudiar Ciencias Químicas en la Universidad de Valencia, mientras pasaba los veranos trabajando con su padre, y a fundar SPB en 1979, cuando aún no había cumplido los 30 años.

Antes, en 1975, se casó con Amparo Andreu, con la que tuvo tres hijos, Gracia, Mariam y Miguel. La primera ya tomó el relevo ejecutivo de su padre en 2018, siendo directora general de SPB, y queda como su cara visible. La segunda también está al frente de Cleanity, otra empresa fundada por Burdeos en 2006 dedicada a desarrollar soluciones de higiene para la industria alimentaria. El tercero, Miguel, puso en marcha la empresa Calma París, radicada en la capital francesa, con el apoyo de su padre.

“Su familia siempre fue el pilar fundamental de su vida”, se explica desde la misma. Persona muy querida por su entorno profesional y familiar, que le define como hombre “bueno, honesto, generoso y trabajador”, que deja un “legado imborrable”, tanto en su empresa como en el entorno corporativo de Valencia.

Burdeos era vicepresidente de CEV, la patronal empresarial valenciana; presidente de Quimacova, patronal del sector químico en la Comunidad Valenciana; formaba parte de Feique, la patronal a nivel nacional, o de la CEOE.

También era patrono de la Fundación Premios Rei Jaume I. Desde ella se recuerda cómo Burdeos organizaba visitas de los Premios Nobel que eran reconocidos por la fundación a las instalaciones de SPB para estimular a sus empleados. “Su impronta es un ejemplo y fuente de inspiración de cuantos le conocieron”.

Miguel Manuel Bonilla Cantero

62 años

Catarroja

Dedicó su vida a ser profesor y fallero. Desde muy joven se vinculó al Instituto Ciudad del Aprendiz, en Valencia, como docente de formación profesional y trabajó allí durante casi 40 años, donde también fue jefe de estudios. Su segunda familia, su tribu, fue la de la falla Rambleta, en su pueblo natal. “Se desvivía hasta límites imposibles por toda la gente que le rodeaba”, cuenta su hija Thais. Agrega que quienes le conocieron saben que extendió su familia más allá de los vínculos de sangre. Tenía la casa familiar en Paiporta, donde vivía con su esposa, María Ángeles, y en la que vivieron también su hija Thais y su otro hijo Adrián hasta que se independizaron. Miguel Manuel falleció protegiendo esa casa hasta el último momento. En la tarde del 29 de octubre, cuando empezó a inundarse el pueblo, bajó con su esposa a la primera planta a tratar de trancar la puerta para proteger el sótano y a ir subiendo algunas pertenencias para que no las alcanzara el agua. “Ve subiéndote tú y ahora te alcanzo”, fue lo último que le dijo a ella. Su esposa subió y él ya no alcanzó a hacerlo. Le vino la tromba de agua que se llevó por delante puertas y paredes. Su cuerpo fue hallado un día después.

Enrique Ramos Iranzo

58 años

Utiel

Su madre y su prima le recuerdan como un hombre muy inteligente y con una memoria prodigiosa. “Era de notables y sobresalientes”, recuerda Pilar, de 93 años, una madre que se culpa por no haber logrado salvar a su hijo. La mujer intentó arrastrarlo hasta el piso de arriba, pero Enri, como le llamaba Pilar, llevaba años en silla de ruedas. A Enrique le fue diagnosticado hace años una ataxia, enfermedad degenerativa que le convirtió en dependiente de su madre. Fue un hombre estudioso que quiso saberlo todo acerca de su enfermedad. Los médicos le decían: “Enrique, no leas tanto que para eso estamos nosotros”. Su madre, acogida ahora en el salón de su hermana tras perder su casa, recuerda: “Nunca se quejaba de nada, era el más bueno del mundo”. A Enrique le encantaban los coches.

María Sanz Gómez

83 años

Utiel

Perdió la vida en una habitación anegada de agua y lodo hasta el techo, el salón de su propia casa. Estaba casada con Ángel Miota, un hombre destrozado por no poder salvarla, y tenía dos hijos, Ángel y Fernanda. Los vecinos la llamaban Maruja. Para su hija, que ahora se lamenta por “la guerra” que le dio a su madre durante su juventud, ella era “su chiquitina”. Cuenta Fernanda que a la misa de despedida acudió “medio pueblo”. Su madre “siempre se ha portado muy bien con todo el mundo”, asegura. Maruja conoció a su marido con solo ocho años y, según su hija, se enamoraron enseguida. “Eran vecinos. Han estado toda la vida juntos. Mi padre no era de esos que se van al bar y la dejaba sola”, recuerda. Maruja se dedicó a cuidar de su casa, de sus hijos y de todo aquel que la necesitaba, incluida la familia de su hermano viudo. “Siempre ha estado para la gente”, elogia su hija, que vivía en el piso de arriba del de sus padres. A Maruja le gustaba viajar con su marido y los amigos comunes de Buñol y Valencia, también ir al teatro, aunque cada vez hacía menos cosas porque estaba limitada por su falta de movilidad. 

Manuel Blesa

71 años

Paiporta

Salió a la calle cuando el agua le llegaba por los tobillos para mover su coche. Pocos segundos después, la fuerza de la corriente lo sorprendió y arrastró. “Pudo cogerse a una ventana con verjas, pero no pudo más y se soltó, los vecinos vieron como su cabecita iba desapareciendo calle abajo”, cuenta su cuñada a EL PAÍS. Su cuerpo fue encontrado 10 días después. La familia asegura que Manolo, como lo llamaban sus conocidos, reencontró la felicidad hace 11 años, junto a su pareja Natalia. Lo recordarán como una persona que rebosaba felicidad por doquier, y por sus excelentes paellas y macarrones. “Era una persona muy querida por todo el mundo”, agregan. 

Izan y Rubén Matías Calatayud

Tres y cinco años

Torrent

Eran hermanos, esa tarde estaban con su padre jugando en su casa de la urbanización de la Curra. Al parecer, la riada entró en su casa y se los llevó la corriente en cuestión de segundos sin que nada ni nadie pudiese hacer nada por evitarlo. Su padre fue arrastrado también por el agua, pero pudo agarrarse a un árbol y fue rescatado horas más tarde. El hombre ha pasado días hospitalizado con importantes heridas en las piernas y su madre dijo a los medios de comunicación que su hijo se sentía tan culpable por no haber podido salvar a sus niños que no hablaba.  

Mónica Martínez y Jonathan Muñoz

Letur

Matrimonio de 37 años. Él trabajaba en la fábrica de lácteos El Cantero; ella, en un complejo turístico de Letur. Mónica estaba a punto de salir de casa para ir a buscar a sus hijos al colegio, los pequeños Izan, de 14 años, y Lara, de 9, la reina infantil en las fiestas de este año. El matrimonio se encontraba en un segundo piso cuando la riada golpeó con fuerza su casa pasadas las dos de la tarde y les arrastró río abajo. Los niños viven ahora con su abuela. En el pueblo han visto estos días a Izan apostado delante de la que durante toda su vida fue su casa. 

Dolores Veiret

92 años

Letur

Vivía al lado de Mónica Martínez y Jonathan Muñoz, el joven matrimonio también fallecido en Letur. Los vecinos dicen que estaba muy bien físicamente. En el pueblo la recuerdan por su amabilidad en el ultramarinos que regentó. Dolores deja dos hijas que viven en Murcia.

 

Antonia López

71 años

Letur

Vivía en una casa que hacía esquina en el casco antiguo del pueblo. Antonia estaba en la cocina de casa. Hacía solo unos minutos que había hablado por teléfono con su hermano Evelio e incluso con otro hermano, que fue a verla justo antes de la tromba de agua. Antonia deja tres hijos y dos nietos, y el recuerdo del bar Ángel que regentó en la pedanía de al lado cuando enviudó hace años. Su cuerpo fue localizado cuatro días después a 14 kilómetros del pueblo. 

 

Manuel García y Juan Alejandro

41 y 34 años

Letur

Dos operarios municipales que estaban dentro del coche y que subían por el casco antiguo, a punto de aparcarlo y terminar la jornada. Juan había llegado al pueblo en septiembre. Vivía con su madre. Manuel, al que todos llaman Manolo, vivía en una pedanía cercana. Estaban solteros. La riada les pilló de imprevisto. Delante de ellos iba otro coche municipal con otros dos operarios, que se salvaron. 

 

Aurelio Martín Mateo

67 años

Alfafar

Aurelio disfrutaba de su jubilación al lado de su esposa y sus dos hijos. A pesar de haber sufrido un ictus hace dos años, sus familiares aseguran que afrontaba la vida con una actitud y fortaleza ejemplar. Ya había recuperado prácticamente toda su movilidad, según cuenta su hija Cristina. Le gustaba ir al gimnasio, pasear, charlar con los vecinos y veranear en su pueblo natal en Teruel, Villalba Alta. Dedicó su vida a trabajar y llevar una empresa de muebles familiar llamada Muebles Auxiliares Hnos. Martín. Sus más cercanos lo recordarán como una persona de gran corazón, risueño, respetuoso y por su frase de siempre para referirse a su familia: "Siempre hemos sido una piña". El 29 de octubre Aurelio salió a dar un paseo cerca de su casa en Alfafar, pero el agua le pilló de improviso y le arrastró. Su cuerpo fue localizado 10 días después.

Bassem Zeitoun

72 años

Aldaia

Nacido en Beirut (Líbano), Bassem llegó a España a sus 26 años para estudiar un doctorado en Química. No ejerció y desde entonces se dedicó a trabajar en el mundo del transporte, como camionero. Su hija Maya le describe como una persona reservada, “muy amigo de sus amigos”, risueño, siempre estaba haciendo bromas, “un poco vacilón”. Vivía para su familia y la gente que le rodeaba. “Entregaba todo lo que tuviera; si tenía que dejarte dinero, te lo daba sin importarle si se lo ibas a poder devolver o no”, dice ella. A sus 72 años, seguía conduciendo un camión de carga. En la tarde de la tragedia, trataba de dejar ese camión en la base para regresar a casa. En el camino fue sorprendido por la tromba de agua. Su cuerpo fue hallado días después.

Lourdes María García Martín y Angelina Tarazona García

34 años y 3 meses

Paiporta

Lourdes nació en Venezuela hace 34 años y llevaba cinco en Paiporta. Cuando vieron que las inundaciones se complicaban, salieron en su coche hacia Valencia ella, su marido, Antonio Tarazona, y su bebé de tres meses, Angelina. El agua se lo impidió. Antonio, que consiguió salir por la ventana de su vehículo cuando el agua alcanzaba el metro y medio, intentó resguardar a su hija, pero la fuerza de la riada arrastró el coche. No pudo hacer nada por Lourdes y Angelina, cuyos cuerpos fueron encontrados el miércoles 30 de octubre.

Rubén Lima Rábago

33 años

La Torre

Patrullero de la Policía Local de Valencia. Rubén era hijo de otro policía local jubilado y llevaba en el cuerpo local desde 2019. Servía en el Distrito Marítimo porque es una unidad con mucha actividad relacionada con la seguridad ciudadana y a él le gustaba. “Un día como hoy, Rubén hubiera sido el primero en ofrecerse voluntario para ayudar donde sea. Era muy querido entre todos”, explica un compañero. Su cuerpo apareció el jueves 31 de octubre en un garaje de la pedanía de La Torre, en la ciudad de Valencia.

Eva Canut

54 años

Ribarroja

Eva residía en Valencia, iba saliendo de su trabajo en el polígono de la Reva, en Ribarroja, junto a su amiga, cuando las sorprendió el agua en la carretera. Ambas salieron del coche y lograron subirse encima de un vehículo, según contó la propia Eva por teléfono a su familia. Pero tiempo después, la corriente separó a las dos mujeres. La amiga sobrevivió, pero tras varios días de búsqueda, se ha confirmado el fallecimiento de Eva. “Se nos ha ido la persona más increíble, maravillosa, luchadora y preciosa del mundo”, ha dicho su hija en una publicación en X.

Janine Mercado Rodríguez

32 años

Ribarroja  

Janine, de origen boliviano, estaba embarazada de ocho meses. Trabajaba en el polígono de Ribarroja. En la tarde del martes 29 de octubre regresaba del trabajo a su casa cuando se desató la tromba de agua. Por el último contacto que sus familiares tuvieron con ella, se sabe que se había subido encima de un coche para mantenerse a salvo. Un hombre que estaba con ella sobre ese mismo coche, y que sobrevivió, explicó a los medios que un contenedor chocó contra ellos, por lo que cayeron al agua. Una amiga suya explicó a EL PAÍS que le faltaban dos días para pedir la baja por maternidad.

Milagro Martínez Martínez

63 años

Picanya

Salió a las 18.45 del martes de su trabajo como administrativa en una fábrica de espumas y colchones en Picanya, rumbo a su casa en Silla. La tromba de agua la sorprendió en el camino, subió al capó del coche y fue arrastrada por la corriente. “Era una maravilla de mujer, todos la apreciaban y ella respetaba a todos”, asegura su marido, José Enrique Domingo. El Ayuntamiento de Silla respaldó que era “una persona muy querida” en el pueblo. Era madre de un joven de 22 años.

Iluminada Ramírez Villalba

81 años

Alfafar

Iluminada vivía sola en su casa en los bajos de un edificio en el barrio conocido como Parque Alcosa, en Alfafar. Cuando comenzó todo, Juan Carlos Peñalver, su hijo, llamó a su vez a su hijo, nieto de la mujer, Abraham Peñalver, para que fuera a recoger a su abuela, lo que fue imposible debido a que ya estaban cortadas las carreteras, por lo que tuvo que irse a la casa de su pareja, donde estuvo incomunicado por un día y medio. Su abuela, que era “terca”, no quiso subir al piso de alguno de sus vecinos de toda la vida. Cuando pasaron las inundaciones, una de las hijas de Iluminada fue a la casa de su madre y comprobó que ella no estaba allí, por lo que se alegraron de que finalmente hubiera decidido irse, aunque seguían sin encontrarla. La familia publicó un anuncio de desaparición y, a partir de entonces, cuenta Abraham, la familia comenzó a recibir información falsa de que estaba viva o de que la habían encontrado muerta. Tras varios días de búsqueda por su propia cuenta, un guardia civil, que era familiar, les aseguró que él mismo había recogido el cuerpo de Iluminada, que aparentemente fue arrastrada por el agua fuera de su casa.

Nelson Quijano

59 años

Valencia

Nelson, colombiano, oriundo de Bucaramanga, había viajado en julio a España para reencontrarse con su hijo, Diego, que vive en Valencia y a quien no veía hacía tres años. El plan inicial era pasar unas vacaciones, pero cada vez cogía más fuerza la idea de arraigarse con su esposa (que también había viajado con él) en Valencia, junto a su hijo. Días antes de su muerte, había hablado con su hermano en Colombia y le había dicho que le estaba yendo muy bien, que estaba muy contento. De hecho, el martes de la tragedia estaba trabajando con una furgoneta llevando envíos. De regreso a su casa, se encontró un atasco por las inundaciones. Le dio tiempo a llamar a su hijo y le dijo que tenía mucho miedo. Días después fue encontrado su cuerpo.

Ernesto Fuster Lázaro

70 años

Picanya

Ernesto estaba en su casa en Picanya junto a su esposa cuando comenzó la inundación. Sobre las 19.00, sin dar explicaciones a su mujer, salió de su casa y se subió al coche. No regresó. Una de sus hijas, que también vive en Picanya, volvía del trabajo a esa hora cuando llamó a sus padres para avisarles de que no podía entrar al pueblo porque las vías estaban cortadas debido a las inundaciones, cuenta Sara, su hermana e hija del matrimonio. Por eso, la familia cree que Ernesto quizás salió de casa porque quería encontrar un camino alternativo para que su hija no se quedara varada en medio de la carretera. O que quizás solo quería ver el estado en el que se encontraba el pueblo.

Fernando Páez Robles

62 años

Benetússer

Cuando comenzaron las inundaciones, Fernando bajó a ver a su esposa que estaba trabajando en el Consum de Benetússer, en la misma calle donde vivían ambos. Tras verla, bajó al aparcamiento del supermercado y no supieron más de él. El vehículo fue encontrado, pero él no. La familia no supo nada de su paradero durante días, hasta que un familiar les avisó de que a través del ADN que había aportado la hermana de la víctima cuando puso la denuncia de desaparición, habían identificado el cuerpo. La familia no sabe aún dónde ni cuándo ha sido encontrado.

Don y Terri Turner

78 y 74 años

Pedralba

Don y Terri eran británicos, se mudaron a España hace una década porque “siempre habían querido vivir en una zona soleada”, contó la hija de ambos, Ruth O’Loughlin, a la BBC. Los Turner salieron el martes por la tarde a echar gasolina, justo el día de la inundación. El jueves, unos amigos fueron a su casa para saber de ellos y encontraron a sus mascotas solas y el coche no estaba en el garaje. Fue ahí cuando avisaron a las autoridades, que poco después encontraron ambos cuerpos dentro de su vehículo, en una carretera cercana a Pedralba.

Jorge Díaz Mullor

42 años

Buñol

Iba de regreso a casa en su coche la noche del martes. Jorge estaba casado con Jessica Bermejo desde 2008 y tenía dos hijos gemelos de 14 años. Su familia encontró su cuerpo en un barranco. Era amante del fútbol y del baloncesto, de hecho, era jugador del Club Baloncesto Turís. Tanto el club como la Federación de Baloncesto de la Comunidad Valenciana expresaron sus condolencias por la muerte del deportista. “Maravillosa persona, lo queríamos involucrar en la directiva por sus valores”, ha dicho también el expresidente del club de fútbol del que sus hijos formaban parte.

Andrés Treviño

76 años

Paiporta

Andrés padecía alzhéimer, por lo que vivía en la residencia de Paiporta, donde murieron seis personas mayores. En su juventud fue marinero, principalmente trabajó en un barco de transporte de contenedores. Pero al nacer su hija Raquel, decidió establecerse en tierra firme. Su siguiente trabajo fue como encofrador y, aunque no le dejaba mucho tiempo libre, siempre tenía espacio para su familia, contó su hija Raquel Treviño a los medios.

Isabel Ibáñez

84 años

Catarroja

Isabel falleció ahogada en Catarroja cuando estaba en su casa cenando. Isabel trabajó como modista, incansable, para dar una vida mejor a sus dos hijos. Uno de ellos, Juan José, va cada día a limpiar el cementerio de Catarroja para poder enterrarla allí junto a su padre, Salvador, como ella deseaba. “Mare, vaig lluitar per vosté i per totes les víctimes per la vostra mort. No vaig a parar hasta que tinguem penes de presó. Pelearé per la vostra justícia. Et vuic, mare” ("Madre, luché por ti y por todas las víctimas por vuestra muerte. No voy a parar hasta que tengamos penas de prisión. Pelearé por vuestra justicia. Te quiero, madre"), ha dejado escrito en su estado de WhatsApp.

José Carlos Macario Gil

63 años

Cheste

El cuerpo de José Carlos fue encontrado en un campo de naranjos cerca de la localidad de Cheste. Se encontraba a varios cientos de metros del vehículo que conducía el martes 29 de octubre, cuando regresaba a casa desde el trabajo. Deja atrás seis hijos. Dos de ellos, Cristian y Paco, de 40 y 30 años, habían estado buscándolo durante días por los barrancos y campos en torno a Cheste. "Mi padre nació en Cheste, en su casa, y ya fue un superviviente desde su nacimiento, ya desde pequeño era muy amigo de sus amigos, era muy familiar, cariñoso, sociable y zalamero y bruto como nadie", cuentan sus hijos. "Le encantaban los toros, iba siempre con nuestra tía Fabi", recuerdan. "Era muy trabajador, muy bueno con sus hijos, con los que mantuvo y entre los que propició que hubiera muy buena relación", relatan. "Le encantaba jugar al frontenis e ir de acampada. Fue siempre, siempre un luchador". 

Adolfo Torres Lafuente

51 años

Paiporta

Adolfo había dedicado 34 de sus 51 años a servir en la Guardia Civil, desde que tenía 17. Era natural de Ojos Negros, un municipio de poco más de 300 habitantes en Teruel, pero pasó la mayor parte de su carrera destinado en Valencia. La enorme tromba de agua y lodo le sorprendió en el cuartel de Paiporta, de donde sus propios compañeros no pudieron rescatar su cuerpo hasta dos días más tarde. 

Jorge Garrido Rosas, Raquel Pagán Romero y Neizan Garrido Pagán

45 años, 43 años y 4 años

Aldaia

Jorge y Raquel salieron desde Calicanto hasta Aldaya a recoger a su hijo Neizan, de 4 años, en el colegio. El agua pilló al matrimonio y al niño de vuelta a casa. Tenían una empresa de desatascos, Desatascos Realizat, en la que Raquel se encargaba de la contabilidad y la gestión administrativa.

Susana Vicent Vidal

30 años

Pedralba

Susana, con síndrome de Down, apareció sin vida tras 10 días de búsqueda, cuenta su madre, Susana Vidal. En el momento de la catástrofe, ella y su padre, Jose Javier Vicent Fas, de 56 años, se encontraban en una casa rural en Pedralba, un municipio de unos 3.000 habitantes en la provincia de Valencia. El hombre continúa desaparecido. Su familia intentó buscarlos allí, pero la vivienda estaba totalmente destrozada por dentro y sin rastro de ellos. La madre trabaja en un centro de salud ocupacional y el padre se dedicaba a las tareas de la casa.

Francisco Moreno Garcés

77 años

Picanya

Paco, como era conocido por sus amigos y familiares, vivía en la calle Sant Francesc, en el municipio de Picanya. Estaba soltero y no tenía hijos, según contó su sobrino a EL PAÍS. Era un agricultor jubilado de 77 años de Picanya. Como tanta gente en este municipio, se dedicó profesionalmente al cultivo de la naranja. Como jubilado, tenía una vida muy corriente y rutinaria en la que todas las mañanas frecuentaba el mismo bar para tomarse un café y reunirse con la gente. Paco era muy conocido en Picanya, pues toda su familia era de allí de toda la vida.

CRÉDITOS

Redacción Daniela Gutiérrez, Sebastián Forero Rueda, Natalia Jiménez Segura, Álvaro Ruiz
Diseño: Fernando Hernández
Desarrollo: Carlos Muñoz


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