Consuelo Ordóñez, a Ayuso: “El partido de mi hermano nos ha utilizado. Nos traicionó. Ese es el problema que tengo con el PP”

La hermana de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995, reivindica la independencia del colectivo de víctimas y expresa su “decepción” con Feijóo: “Quiso enfrentarnos a las víctimas del franquismo”

Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, fotografiada el viernes en Valencia.MONICA TORRES

“ETA no solo mataba. Antes te hacía saber que te iba a matar”, afirma Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, líder del PP de Gipuzkoa y teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián asesinado por la banda en 1995. “Fui yo quien escuchó las primeras amenazas, en el contestador del teléfono de casa de mis padres”. En la grabación se oye: “Gregorio, estamos hasta los cojones de ti. Una declaración más tuya y tu familia corre riesgo de morir. Cualquiera de ellos. Fuera de Euskadi ...

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“ETA no solo mataba. Antes te hacía saber que te iba a matar”, afirma Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, líder del PP de Gipuzkoa y teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián asesinado por la banda en 1995. “Fui yo quien escuchó las primeras amenazas, en el contestador del teléfono de casa de mis padres”. En la grabación se oye: “Gregorio, estamos hasta los cojones de ti. Una declaración más tuya y tu familia corre riesgo de morir. Cualquiera de ellos. Fuera de Euskadi ya, cabrón”. “Él había notado que lo vigilaban. Y pese a todo, cada mañana, salía de casa para recibir a una cola de gente en el Ayuntamiento. Eran héroes por eso, porque lo sabían”.

El 23 de enero de 1995, Consuelo Ordóñez estaba preparándose para ir a trabajar cuando la llamó la madre de un compañero de su hermano. “Estaba muy alterada. Me preguntó: ‘¿Sabes dónde está Goyo?’. Le dije que suponía que en el Ayuntamiento y colgó. Llamamos y nos dijeron que había salido. Entonces llamé a mi cuñada y me pidió que fuera a su casa. En la puerta, vi a un policía. Pregunté qué había pasado y me dijo: ‘Imagínate lo peor’. Mi padre se enteró por la radio, mientras paseaba a los perros”. El etarra Javier García Gaztelu, Txapote, había entrado en el restaurante La Cepa y le había disparado un tiro en la nuca. Gregorio Ordóñez tenía 36 años y un hijo de 14 meses con su esposa, Ana Iríbar.

La vida de aquella familia, como la de otras muchas antes y después de aquel 23 de enero, cambió. Consuelo ayudó a fundar en 1998 el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), la asociación que, antes de que empezara la presente campaña electoral, denunció la presencia de 44 condenados por vinculación con ETA en las listas de EH Bildu. En los últimos días, la han acusado de hacer esa denuncia para beneficiar a determinadas formaciones políticas y de tener “problemas con el PP”. Los estatutos de Covite, que nació para “deslegitimar el terrorismo” y “concienciar a la sociedad sobre las reivindicaciones de las víctimas”, aclaran: “Somos absolutamente independientes de cualquier partido. Nuestros objetivos tienen que ver con la dignidad del ser humano y, en ese sentido, están muy por encima de cuestiones partidistas”.

Pregunta. Su hermano fue la primera víctima de la llamada “socialización del sufrimiento de ETA”. A partir de ese momento empezó a aumentar la movilización ciudadana contra la banda. ¿Le ayudó eso a no dejarse consumir por el odio?

Respuesta. En vida de mi hermano, y esa es una espinita que tengo, yo no tenía conciencia de lo que estaba haciendo, de lo que se estaba jugando. No me interesaba la política. No iba a esas concentraciones que habían empezado a finales de los ochenta para condenar a ETA. Eran muy poquitos, empezaron siendo cuatro gatos. Yo comencé a ir después del asesinato de mi hermano. Callábamos unos minutos en protesta por el secuestro o el asesinado del día anterior y luego aplaudíamos. Poco a poco empezó a venir más gente. Mientras, una jauría humana llena de odio nos gritaba: “¡ETA, mátalos!”. Era muy duro. Aparecía una camioneta desde la que repartían piedras para tirárnoslas. En septiembre de 1995, una de esas piedras me dio en la cabeza y me tuvieron que dar puntos. Hasta ese momento no se sabía que yo era la hermana de Gregorio Ordóñez. Iba sola, nadie de mi entorno me había dicho: ‘Te acompaño’. Mis amigos se comportaban como si mi hermano hubiese muerto de cáncer o en un accidente de tráfico. Esas concentraciones fueron claves en mi vida porque transformaron el odio, que es normal sentirlo cuando te han matado a alguien, en una lucha constructiva contra el terror. Aprendí muchísimo de aquella gente que era acosada y perseguida por ETA y que se exponía sin tener víctimas en su familia. Lo peor de este país han sido vascos, pero lo mejor también.

Murieron por esa palabra que a Ayuso tanto le gusta: la libertad. Decir que ETA sigue viva es faltarles al respeto”

P. Begoña Garmendia, la portavoz de HB en el Ayuntamiento de San Sebastián en aquel momento, rechazó públicamente el atentado. Dijo, aclarando que hablaba únicamente por su “conciencia”: “Gregorio Ordóñez era, probablemente, el adversario más contundente de cualquiera que fuera abertzale, pero como adversario político debía ser combatido con armas políticas y en el marco de una confrontación política. Su muerte supone un paso atrás”. ¿Ha cambiado el entorno abertzale en estos años?

R. Sé que mi hermano le estaría muy agradecido porque esas declaraciones de Begoña Garmendia fueron muy valientes. Luego no volví a saber de ella. Mi hermano era una persona apasionada de la política, que consiste en buscar acuerdos. Tenía relación con algún concejal de HB. ¿Qué ha cambiado? Ha cambiado todo, porque ETA ya no mata, pero en la izquierda abertzale no ha cambiado casi nada. Todo lo hacen por tacticismo. La ley de partidos estableció como requisito el rechazo a la violencia, pero no la condena de ETA, y de aquellos barros estos lodos.

P. ¿Cómo recuerda el día que ETA anunció su disolución, en mayo de 2018? ¿Qué sensaciones tiene en ese momento alguien que ha sacrificado tanto por culpa del terrorismo?

R. Las víctimas hemos demostrado en muchas ocasiones que creemos en el Estado de derecho y queríamos que fuera el Estado de derecho el que derrotara a ETA. Zapatero negoció con ETA, pero no engañó a nadie, lo dijo. El PP nos engañó porque pensábamos que iba a parar aquel proceso y no lo hizo. En 2012 el Tribunal Constitucional legaliza Sortu y después es renovado por un pacto entre partidos. Lo que ocurre desde el anuncio del cese de la violencia en 2011 y el anuncio de disolución en 2018 es la legalización de su brazo político. Sentí que me habían quitado la foto de la derrota de ETA porque fue un final negociado, así que la sensación era muy agridulce.

¿Cómo me voy a oponer yo a que las víctimas del franquismo tengan una ley de reconocimiento y reparación como la tenemos nosotros?”

P. ¿Por qué cree que la candidata del PP a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dice hoy que ETA sigue viva y está en el poder?

R. Porque no tiene cultura democrática. ¿Cómo se puede decir que ETA está viva? ¿Es lo mismo ETA matando que ahora? Por supuesto que no. Decir esas barbaridades, que son muy dolorosas para las víctimas, es faltar al respeto a sus propios compañeros asesinados, los que murieron por esa palabra que a ella tanto le gusta: la libertad. Y no es la primera vez que ocurre esto. Cayetana Álvarez de Toledo también dijo que la situación política era peor que cuando ETA mataba. ¡Porque el PP y el PSOE se llevaban mal! Ese día sentí que mi hermano me pedía: “Haz algo, di algo”.

P. Tras las críticas recibidas por víctimas de ETA, entre otras la suya, Ayuso ha sugerido que usted tiene “problemas con el PP”.

R. ¿Qué problemas tengo yo con el PP? Que me engañaron. Que me traicionaron. El partido de mi hermano nos engañó y nos utiliza. Ese es el problema. Nosotros no somos de nadie. Lo hemos probado sobradamente. No hacemos cálculos electorales. Fundamos Covite en 1998, el año en que Aznar autoriza contactos con el “Movimiento vasco de liberación”. Nuestro manifiesto terminaba diciendo: “No queremos ser también víctimas de la paz”. Y hemos acabado así por distintos gobernantes de distintos colores que siguen diciendo que han acabado con ETA con el Estado de derecho cuando fue un final negociado.

Consuelo Ordóñez, el viernes en Valencia. MONICA TORRES

P. El año pasado rechazaron acudir a una reunión convocada por Alberto Núñez Feijóo en pleno debate de la ley de memoria democrática. ¿Por qué?

R. Estábamos en un acto en Valencia y nos llegó un wasap convocándonos prácticamente de un día para otro a una reunión en el Congreso, sin orden del día ni nada. Me extrañó mucho. Luego ya me enteré de que era para utilizar a las víctimas de ETA, para enfrentarnos con las víctimas del franquismo mientras se debatía la ley de memoria democrática. Y entré en cólera. ¿Cómo me voy a oponer yo a que las víctimas del franquismo tengan una ley de reconocimiento y reparación igual que la tenemos nosotros? Usar a unas víctimas contra otras es caer muy bajo. Esa fue mi gran decepción con Feijóo. Cuando llegó [a la presidencia del PP] pensé que iba a cambiar las cosas, que ya no iban a estar todo el día con ETA. Ya no espero nada de él.

P. Se habla mucho de ETA, pero eso no siempre significa hablar de las víctimas.

R. Es que estar con las víctimas es otra cosa. En la ley de 2011, las víctimas que no tenían justicia valían la mitad porque había, como advirtió la oficina del Defensor del Pueblo, y como ya habíamos advertido en 2010, desigualdad indemnizatoria según hubiera condena o no. Y en la ley autonómica de víctimas del terrorismo de Madrid se exigía a las víctimas de un atentado ocurrido en la Comunidad que estuvieran empadronadas en ese momento. A los amenazados, los que se habían ido a vivir a Madrid huyendo del terror sí los recogía, pero a los familiares de los muertos y los heridos no. Con la oposición, el año pasado, conseguimos modificar eso. ¿Quién ha pagado el precio más alto por lo mejor que le ha pasado a este país, que es el fin de ETA? Las víctimas. Decir cosas como las que dice Ayuso o comparar, como hacía [Pablo] Casado, la agenda del independentismo catalán con ETA, esa frivolización del dolor, esa banalización, duele.

P. Ustedes ya habían criticado la presencia de condenados por vinculación con el terrorismo en ayuntamientos. ¿Por qué cree que ahora han causado más revuelo las listas de EH Bildu?

R. Siempre hemos criticado las puertas giratorias de ETA, que estén de representantes en municipios… pero este año decidimos hacer una investigación a fondo de sus listas, cotejamos más de 2.000 nombres y detectamos esos 44, 7 de ellos con condenas por delitos de sangre. No nos imaginábamos que iba a provocar este terremoto. Estamos contentos de la renuncia de esos siete, igual que estamos contentos por la eliminación de los ongi etorri [homenajes a presos], que nos llevó siete años. Quien mejor se ha portado en este asunto ha sido el PNV. Ha sido impecable en su respuesta.

P. Han combatido las listas, los homenajes públicos a etarras, pero no los acercamientos de presos. ¿Por qué?

R. Nunca hemos criticado los acercamientos, ni cuando se hacían en gobiernos del PP, cuando ETA estaba todavía activa, ni ahora. Nunca nos ha importado dónde cumplen las penas los presos, sino que las cumplan con arreglo a la ley, que conozco muy bien. No tenemos derecho a elegir la cárcel de los condenados, los privilegiados que tenemos a asesinos condenados. La dispersión era legal y el acercamiento también lo es. Este Gobierno ahora nos informa cuando se van a producir los acercamientos. El PP quiso imponernos manifestaciones contra esto a las víctimas.

P. Covite decidió incluir también a víctimas de los GAL. ¿Por qué?

R. Porque todas son víctimas del terrorismo. Todas somos iguales, víctimas de graves violaciones de derechos humanos.

P. Varios estudios han revelado el desconocimiento de muchos jóvenes sobre el terrorismo. No saben quién fue su hermano o Miguel Ángel Blanco. ¿Qué ha fallado?

R. Por parte de las instituciones se ha hecho muy poco. En Covite hicimos el mapa del terror, que geolocaliza los asesinatos terroristas cometidos desde 1960, y lo más importante que hago en mi vida son hilos de Twitter explicando quiénes eran las víctimas, para visibilizarlas. La mayoría de los jóvenes no saben nada de ellas, pero en mi generación también ocurre. Ahora se empiezan a hacer cosas, charlas en institutos... Y les ocurre igual a las víctimas del franquismo. Yo tampoco sabía la magnitud de lo que había pasado porque nunca me habían enseñado nada de eso. En este país la memoria se utiliza para enfrentar a una víctimas con otras. Unos se arrogan la defensa de unas víctimas, otros las de otras. Y así nos va.

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