El polvorín del bloque de viviendas de Castilleja de la Cuesta
La Guardia Civil desarticula uno de los mayores talleres clandestinos de explosivos artesanales que un hombre había almacenado en su domicilio particular en Sevilla
Lo que empezó como un hobby por la pirotécnica acabó tornándose en una “afición enfermiza y muy peligrosa”, hasta el punto de convertir su propia casa, en un bloque de viviendas en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), en un taller clandestino dotado de todo tipo de maquinaria y elementos necesarios para la fabricación de mezclas y artefactos explosivos, incendiarios o pirotécnicos. Hasta tal punto su pasatiempo “era enfermizo”, según indican fuentes de la investigación, que el material que había acumulado entre sustancias precursoras, productos químicos e incendiarios, artefactos, maquinaria, pólvora, mechas o cerillas eléctricas supone una de las mayores incautaciones de este tipo de material explosivo realizado en España, explica la Guardia Civil. Sus agentes han detenido a este individuo al que se le acusa de delitos de fabricación ilegal y depósito de explosivos y de riesgo provocado por explosivos u otros agentes.
Este individuo, que trabaja en la hostelería, comenzó de forma autodidacta con su afición por la pirotecnia en 2017, pero las alarmas saltaron en los últimos meses, cuando la Guardia Civil detectó un aumento de envíos postales procedentes de países del Este de Europa que contenían sustancias precursoras de explosivos. Estas sustancias eran falsamente declaradas como productos para artesanía. La inquietud se desató ante la posibilidad de que pudiera destinar los artefactos fabricados de manera artesanal a grupos radicales o violentos. Unas sospechas que desaparecieron cuando se constató que el detenido los utilizaba para “el consumo propio y la experimentación”, indican las fuentes consultadas.
El hombre había aprendido a manipular y mezclar las sustancias de manera autodidacta a partir de manuales y vídeos que veía en Internet y que también han sido encontrados en su domicilio. Cuando los fabricaba los detonaba en zonas de campo apartadas y grababa las explosiones. “Las imágenes eran para consumo propio y para compartir en los foros restringidos que tienen este tipo de aficionados”, relata una fuente de la investigación.
Estas detonaciones al aire libre para comprobar su pericia no han causado daños materiales, pero lo que realmente preocupaba a los agentes era la potencial peligrosidad para los vecinos derivada de una explosión accidental durante su manipulación o almacenamiento, en una vivienda que compartía con su mujer y su hija y que formaba parte de un bloque de viviendas. “Se trata de un perfil que nos preocupaba por su carencia de conocimientos y de formación para este tipo de actividad”, recalca la fuente consultada.
En la operación se han intervenido casi 50 kilos de distintas sustancias precursoras de explosivos y otros productos químicos, además de otros elementos necesarios para su fabricación, entre los que destacan 22 rollos de mecha y 700 cerillas eléctricas (iniciadores). El detenido elaboraba los artefactos de forma artesanal, combinando sustancias químicas precursoras de explosivos. Con los productos químicos intervenidos se podían elaborar distintos tipos de mezclas explosivas, pirotécnicas o incendiarias, todas ellas muy peligrosas por su poder destructivo, explica el comunicado de la Guardia Civil.
El comercio de sustancias químicas precursoras de explosivos está restringido y regulado desde hace años en la Unión Europea. Para poderlo adquirir de manera legal en España es necesaria una licencia que concede el Ministerio del Interior a través del Centro de Inteligencia de contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). El detenido no contaba con ella ni tampoco estaba habilitado para realizar actividades vinculadas con la pirotecnia.
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