Del Frigopie al Colajet: un homenaje a los helados que marcaron el verano de varias generaciones

Las Coleccionistas retratan los clásicos veraniegos que han endulzado el verano de varias generaciones

Frigodedo de mi vida. Esta mano helada con el dedo índice levantado fue toda una influencer en la heladosfera española en los ochenta. Era tridimensional, de un rosa despampanante y con un intenso sabor a fresa que dejó a los polos de limón y de naranja muertos de envidia. El Frigodedo se hizo viral y consiguió millones de seguidores. Hoy sigue en el mercado en segundo plano con otros colores y sabores.Las Coleccionistas

Nacidos en los años ochenta con la revolución industrial de los helados, estos productos clásicos siguen hoy siendo casi los mismos. Desde la nevera, han endulzado el verano de varias generaciones. María Revuelta (León, 40 años) y Núria del Moral (Barcelona, 42 años), el dúo fotográfico detrás de este estudio Las Coleccionistas, fundado en 2009, firma estas postales comestibles a todo color....

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Nacidos en los años ochenta con la revolución industrial de los helados, estos productos clásicos siguen hoy siendo casi los mismos. Desde la nevera, han endulzado el verano de varias generaciones. María Revuelta (León, 40 años) y Núria del Moral (Barcelona, 42 años), el dúo fotográfico detrás de este estudio Las Coleccionistas, fundado en 2009, firma estas postales comestibles a todo color.

Tornado de sabor. En los ochenta se produjo el baby boom de los helados. La industria invirtió en innovación y cada verano nacían nuevos productos. En 1986 Frigo dio a luz al Twister, que ha ido creciendo y cambiando de colores y sabores. El primero era rojo, verde y azul en su interior. Ese color, como en los Sugus, sabía a piña.Las Coleccionistas
A sus pies. El mundo de los helados se divide en dos bandos: los de hielo y los de leche. La estética naif del Frigopie dejó huella en ambos frentes en el verano de 1983. En la actualidad, su aspecto esponjoso, su delicado color rosa y su intenso aroma y sabor a fresa siguen pisando fuerte.Las Coleccionistas
Morder sin miedo. El vampiro de los helados españoles se presenta con un inconfundible traje de alta costura heladera: una refrescante, gruesa y crujiente capa negra de hielo sabor cola; un enigmático cuerpo de sirope de fresa y una insinuante base de cremoso helado de vainilla que invita a los más atrevidos a hincarle el diente. El carismático Drácula lleva en cartel con la misma vestimenta desde 1977.Las Coleccionistas
¡Vaya corte! En las comidas familiares de los setenta triunfaba el corte helado de tres gustos: vainilla, nata y chocolate. La gracia era que para prepararlo había que comprar galletas de oblea y una barra de helado de la que se cortaban porciones tan gruesas como cada uno quería. El sándwich de galleta y nata es su primo hermano, viene ya preparado y listo para tomar.Las Coleccionistas
Querido cucurucho. Ese dulce cono de barquillo con una bola de crema helada al gusto es el helado de siempre, el que Audrey Hepburn degustaba en una escena de Vacaciones en Roma. El que pintamos si tenemos que dibujar un helado y el que, en los ochenta, distintas marcas incluyeron en sus cartas con formato industrial y ahí sigue en plan Cornetto tirándose a la piscina cada verano.Las Coleccionistas
Recuerdo galáctico. Estamos a finales de los setenta. Es verano. Tienes 10 años. Has visto La guerra de las galaxias y las naves espaciales son tu juguete preferido. El premio por tus buenas notas es un helado. Eliges el Colajet, de Nestlé, un cohete de limón y cola con nariz de chocolate con el que juegas a ser Luke Skywalker antes de darle un bocado. Casi 50 años después puedes seguir haciéndolo.Las Coleccionistas
Resistencia cítrica. Soy el limón helado. Estoy en la carta de postres de los restaurantes desde los años setenta. Puede que no te suene si no tienes cierta edad. No soy el más popular pero sigo en el mercado, voy envuelto en papel celofán y por mi piel me reconocerás. Soy natural y cremoso. Un refrescante regalo para el paladar.Las Coleccionistas

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