Alice Springs, la retratista que convirtió a los famosos en humanos
Una muestra en Berlín celebra la figura de Alice Springs, un talento fotográfico único que vivió casi siempre a la sombra de su eterno marido, Helmut Newton
Eclipsada por la formidable presencia mediática de su marido, Helmut Newton, gran erotómano y controvertido tótem de la fotografía del siglo XX, la figura de June Newton (Alice Springs para la cosa artística) ha permanecido demasiado tiempo en un segundo plano. Con motivo del centenario de su nacimiento, la Fundación Helmut Newton berlinesa hace justicia a su trayectoria con una sustanciosa retrospectiva (hasta el 21 de enero de 2024), que incluye ...
Eclipsada por la formidable presencia mediática de su marido, Helmut Newton, gran erotómano y controvertido tótem de la fotografía del siglo XX, la figura de June Newton (Alice Springs para la cosa artística) ha permanecido demasiado tiempo en un segundo plano. Con motivo del centenario de su nacimiento, la Fundación Helmut Newton berlinesa hace justicia a su trayectoria con una sustanciosa retrospectiva (hasta el 21 de enero de 2024), que incluye cerca de 250 imágenes, muchas inéditas.
June Browne (Melbourne, 1923-Montecarlo, 2021) sintió desde joven la llamada de la interpretación. De hecho, fue en un teatro donde conoció a Helmut Newton, un fotógrafo alemán de familia judía que había tenido que emigrar a Australia cuando comenzó la barbarie nazi. Una tarde de 1946, asistió a una obra en donde ella actuaba y se enamoró al instante. Durante semanas la esperó en la puerta de los camerinos hasta que empezaron a salir juntos. Se casaron en 1948 (ella tomó entonces el apellido de su esposo) y ya no se separaron hasta la muerte de él en 2004.
En 1961, la pareja residía en París, donde la carrera de él despegaba y donde ella empezó por azar su idilio con la lente. “Una mañana de 1970, Helmut no se podía levantar de la cama por una gripe”, recordaba June en Mrs. Newton, su autobiografía de 2004. “Él tenía una sesión en la plaza Vendôme para un anuncio de cigarrillos Gitanes. Yo ya había trabajado como su ayudante, así que le pregunté cómo leer el fotómetro y cómo cargar la cámara, me presenté allí e hice el trabajo. Cuando llegó el cheque del cliente, supe que había entrado en el negocio”. Poco antes de conseguir su primer encargo de la revista Depeche Mode, Browne fue a cenar a casa de la actriz Jean Seberg. El novio de la intérprete estadounidense sacó un plano de Australia y un alfiler y le pidió que lo clavara en el mapa con los ojos cerrados. Cayó en la ciudad de Alice Springs, que desde entonces se convirtió en su alter ego para las futuras sesiones en Vanity Fair, Interview o Vogue, que aparecen documentadas en la actual exposición.
Allí también se subraya su maestría para los retratos psicológicos, como los de Us and Them (1998), un fotolibro compartido con Helmut, que creaba un delicioso juego visual en donde cada uno contraponía sus imágenes de una celebridad en diferentes etapas vitales. El resultado es un desfile de la jet set cultural de las últimas décadas: escritores (William Burroughs, Christopher Isherwood), artistas (Joseph Beuys, David Hockney), intérpretes (Charlotte Rampling, Vittorio Gassman), cineastas (Federico Fellini, Agnès Varda) o diseñadores (Karl Lagerfeld, Vivienne Westwood). Todos inmortalizados en espacios públicos o en sus domicilios y con luz natural. “Estaba interesada en la persona detrás de la máscara, en su alma”, explica Matthias Harder, comisario de la muestra y director de la fundación. “Fue una artista por derecho propio que, especialmente en el género del retrato, estaba como mínimo a la altura de su marido”. Harder, que trabajó con ella desde la apertura de la institución en 2004 (Browne fue la presidenta hasta su fallecimiento), la recuerda como una mujer astuta, divertida y generosa, pero exigente. “Tenía un profundo respeto por casi todo el mundo, pero no le tenía miedo a nadie”.
Además de sus facetas más reconocidas (publicidad, moda o desnudos), en la retrospectiva destaca su serie Melrose Avenue de 1984, que evidencia su ojo para la fotografía de calle, capturando subculturas musicales en esa arteria de Los Ángeles, hogar de punks, skaters, rockers. Como guiño voyeur, se recrea el apartamento de Mónaco donde vivió la pareja y donde ambos administraban sus archivos, ahora en poder de la fundación. “Hemos hecho algunos descubrimientos geniales”, confiesa Harder. “Pero llevará años procesar todo ese material. Porque Alice Springs creó un cuerpo de trabajo autónomo que aún está por descubrir”.