Aquel verano en el pueblo

Muchos pueblos castellanos se vaciaron durante el éxodo rural de los años sesenta. Los hijos y nietos de aquellos que se fueron vuelven en verano y experimentan la libertad que brindan estos espacios campestres. Virginia Villacisla explora este mundo en su proyecto ‘Presencio & The Rural Kids’, que parte de Presencio, la localidad burgalesa de sus estíos

El día de la fiesta, los vecinos de Presencio acuden a la ermita y sacan a la Virgen en romería bailando la jota a su alrededor.Virginia Villacisla

Presencio, un pueblo de Burgos de 200 habitantes donde nació la madre de Virginia Villacisla (Burgos, 28 años) y donde esta autora ha pasado todos los veranos de su vida. “Presencio” es también la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo presenciar. Villacisla explora en su proyecto Presencio & The Rural Kids las circunstancias de los pueblos castellanos que se han vaciado com...

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Presencio, un pueblo de Burgos de 200 habitantes donde nació la madre de Virginia Villacisla (Burgos, 28 años) y donde esta autora ha pasado todos los veranos de su vida. “Presencio” es también la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo presenciar. Villacisla explora en su proyecto Presencio & The Rural Kids las circunstancias de los pueblos castellanos que se han vaciado como consecuencia del éxodo rural. Villacisla retrata los pueblos en abandono en los que creció, que son el producto de las personas que los han habitado.

Una perforación de agua para regadío se transforma en piscina en Mazuelo de Muñó (Burgos). Virginia Villacisla
Una siesta campestre en Presencio.Virginia Villacisla
Unas amigas corretean en los alrededores del mismo pueblo. Virginia Villacisla
Una barra junto a la ermita de Presencio. Virginia Villacisla
Un beso campestre. Virginia Villacisla
El día de la fiesta, los vecinos de Presencio acuden a la ermita y sacan a la Virgen en romería bailando la jota a su alrededor.Virginia Villacisla
Una siesta al sol tras una copiosa comida al aire libre. Virginia Villacisla
Preparativos para una paella en Presencio. Virginia Villacisla
Un joven posa orgulloso con sus gallos.Virginia Villacisla
Una joven baila la jota el día de la romería, en Presencio. Virginia Villacisla
Una cuba de vino se convierte en toro en Quintanaloranco.Virginia Villacisla
Tres jóvenes reponen fuerza con una torta de pan y chorizo antes de seguir la fiesta.Virginia Villacisla
Concurso de disfraces en Presencio. Virginia Villacisla

La fotógrafa establece un diálogo con lugares que están en un tiempo sin tiempo, entre el progreso y el regreso. Las imágenes remiten a los veranos sin ley, amores de verbena, botellones en la tómbola… Es el modo en que los jóvenes, antes de convertirse en adultos con responsabilidades, interactúan con los espacios rurales heredados. Lo salvaje, lo instintivo, el frenesí, la libertad… Pero, sobre todo, significa crecer en comunidad en un lugar parado en el tiempo. Un lugar sin futuro, pero que, extrañamente, ofrece cierta seguridad —porque siempre ha estado y estará allí—. Este proyecto ahonda en la identidad y la memoria asociadas a espacios en transición. Donde la gente ve un montón de nada, Villacisla ve cosas. Quiere mostrarlas.

Una chica toca el tambor en Mazuela. Virginia Villacisla
Un chico, con su guitarra en Presencio. Virginia Villacisla
Baño en el río Arlanzón a su paso por Pampliega (Burgos).Virginia Villacisla

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