Antonio Alvarado: “La moda pudo conmigo, pero me aportó más de lo que me perjudicó”
Más de 40 años cosiendo las costuras de la alta y baja cultura de este país han hecho de Antonio Alvarado el genuino corredor de fondo de la moda española. El creador alicantino, premio Nacional de Diseño de Moda el año pasado, se reencuentra ahora con su obra, que es como decir su vida, en la retrospectiva que le dedica el Museo del Traje de Madrid.
Hace ahora justo un año, el ministro Miquel Iceta telefoneaba a Antonio Alvarado para comunicarle que el Premio Nacional de Diseño de Moda 2021 era suyo. El galardón, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte “en casos debidamente motivados” como reconocimiento a la trayectoria de las luminarias de la moda española desde 2009, suele anunciarse en noviembre, pero el de este 2022 saltó seis meses antes. ...
Hace ahora justo un año, el ministro Miquel Iceta telefoneaba a Antonio Alvarado para comunicarle que el Premio Nacional de Diseño de Moda 2021 era suyo. El galardón, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte “en casos debidamente motivados” como reconocimiento a la trayectoria de las luminarias de la moda española desde 2009, suele anunciarse en noviembre, pero el de este 2022 saltó seis meses antes. “Me ha durado la corona de miss menos que a Amparo Muñoz”, dice con sorna el agraviado, que, hasta la fecha, iba huérfano de espaldarazos institucionales. “Un poco feo sí se me ha hecho, aunque la verdad es que tampoco entiendo cómo me lo concedieron entonces. Son unos premios a los que nunca les había echado cuentas, creía que tenías que postularte para que te lo dieran. Pero fíjate tú qué problema”, zanja. Hay que repreguntar, claro:
—Pero ¿se siente valorado?
—Respetado sí, valorado no. Que también lo prefiero, ojo, porque el respeto está por encima de todo y no entra en juicios de valor. Quizá es que no he encajado en los cánones establecidos. Lo que no me he sentido nunca es menospreciado. Solo puedo decir que todo lo que he hecho ha sido con la mejor intención y el máximo esfuerzo.
Sostiene Antonio Alvarado (Pinoso, Alicante, 68 años) que jamás ha tenido conciencia de lo bueno o malo que ha sido. Tampoco de si ha contribuido de una manera u otra a la concepción de una españolidad indumentaria específica, a pesar de haber sido el creador que más y mejor hizo por vestir a aquel país recién transicionado que quería ser moderno a toda costa (posmoderno, se decía ya entonces, que los que hoy niegan la mayor no han inventado nada). El comunicado de prensa ministerial que informaba de su premio explicaba que lo merecía por “abrir el camino a generaciones de diseñadores al abordar temáticas sociales que han cobrado una nueva dimensión en la actualidad, tales como la identidad o la sostenibilidad”. A punto de inaugurar la exposición que pone en perspectiva sus 45 años como corredor de fondo en la moda, solo tiene una confesión que hacer: “Nunca he jugado a aparentar lo que no soy, ni tampoco a hacer aquello que no me llenaba. Eso del marketing de marca, eso no he sabido hacerlo. Como cantaba Jeanette, soy rebelde”.
Baja costura, la retrospectiva a recorrer en el Museo del Traje de Madrid desde el 1 de diciembre hasta el 26 de marzo de 2023, recupera el título de aquella colección escenificada en Rock-Ola, catedral de la Movida, en 1983, la segunda de las que presentó casi recién llegado a Madrid (Pitita, se llamó la primera), Fabio McNamara ejerciendo de maestro de ceremonias. Imposible recuperar semejante atmósfera eléctrica, volátil como la gasolina, aunque el diseñador —”El modista más perverso de la inocente moda de España”, según lo describió una vez Almudena Grandes— se ha preocupado de que hasta los maniquíes que lucen las cerca de 600 piezas catalogadas reproduzcan la actitud adecuada. “Mi obra no está vista”, concede. “Por suerte, la mayoría de mis clientes la han conservado con devoción y mimo, lo que significa que el producto era especial”.
Es la primera vez que una muestra de estas características ocupa dos plantas de la institución, un millar de metros cuadrados para condensar una vida de oficio o un oficio de vida. “No sé diferenciar si he sido yo el que ha formado parte de la moda o si la moda ha formado parte de mí”, duda. “Se puede ver en la exposición: hay momentos en que se difuminan mucho mi obra y mi persona, pero es algo que no observo ni como defecto ni como virtud. Debe de ser que soy especialito, que tengo no solo una forma de ser, sino también de trabajar y proponer diferente, de no adulterar mi personalidad o mi imagen. Los títulos de las colecciones y las puestas en escena siempre han tenido que ver con cómo soy, desde aquellos desfiles que eran auténticas fiestas de las que todo el mundo quería participar, incluso sin cobrar, hasta los más sosegados de la última etapa. Los años se notan por igual en las arrugas que en la práctica artística”.
Existe constatación académica de todo ello. “A lo largo de su carrera, no ha hecho más que plasmar su propia experiencia en sus creaciones, sin establecer filtros, sin camuflar sus intenciones. Basta con hacer un repaso a los títulos de sus colecciones para percibir esa identificación entre lo creado y lo vivido. Obra y biografía conforman un todo inseparable que dota al trabajo de Alvarado de una energía única”, reflexiona Juan Gutiérrez, responsable de colecciones contemporáneas del Museo del Traje e ideólogo de una retrospectiva que ha costado seis años y medio sacar adelante. “Me llamó porque estaba preparando la exposición de Tino Casal, al que tanto vestí, y un día me dijo: ‘A ver cuándo te decides y hacemos una tuya’. Yo era un poco reticente, pero cuando vi lo de Tino me gustó y confié”, recuerda el diseñador. “La moda es un reflejo de la sociedad de su tiempo”, señala. “Puedes hacer la lectura de un país a través de ella. El problema es que, para la cultura, la moda es nada, apenas frivolidad, al menos aquí”. Atención a su radiografía del momento: “Esa cacareada necesidad de individualidad actual es falso testimonio. El gusto no es propio, sino el reflejo de un culto a la celebridad que cambia cada 15 días. No hay desarrollo creativo porque la gente tiene miedo a verse en el espejo y aceptarse como es. Antes no existía ese miedo, vestías tu personaje para el día a día, no solo para la foto”.
Por supuesto: a Antonio Alvarado se le han removido las entrañas en el proceso de revisión de su obra/vida. “Los dos primeros años, al empezar a recopilar el material, fueron tremendos, muy duros emocionalmente”, admite. Retirado del negocio hace una década, ahora ya puede decir que le quiten lo diseñado: “Es cierto que la moda pudo conmigo. Me llevaba por unos derroteros y me provocaba unas inseguridades que tuve que frenar. Tenía vinculados mis excesos al ejercicio de la profesión y el entorno de la moda. Pero es parte de un proceso creativo y no me arrepiento, tampoco de las circunstancias que me llevaron al borde del precipicio, al filo de la navaja. Creo que me aportó más de lo que me perjudicó. He querido vivirlo siempre así, viendo el lado bueno, aunque por dentro me estuviera dando de bofetones. Sí, quizá soy optimista por encima de mis posibilidades”.