El debate alrededor de los parques eólicos se aviva en Teruel
La Plataforma a favor de los Paisajes simboliza la oposición creciente en diversas zonas de España a la proliferación de estos megaproyectos bajo el lema “Renovables sí, pero no así”.
La proliferación de parques eólicos en la España vaciada no deja de despertar reacciones en contra. Se puede seguir el pulso por el mapa marcando aspas con tinta blanca. En La Rioja, en Galicia o en Cantabria se han creado asociaciones para la defensa de los paisajes. Hasta en Teruel, provincia canónica al hablar de olvido, se formó en 2020 la Plataforma a favor de los Pai...
La proliferación de parques eólicos en la España vaciada no deja de despertar reacciones en contra. Se puede seguir el pulso por el mapa marcando aspas con tinta blanca. En La Rioja, en Galicia o en Cantabria se han creado asociaciones para la defensa de los paisajes. Hasta en Teruel, provincia canónica al hablar de olvido, se formó en 2020 la Plataforma a favor de los Paisajes, que busca preservar la autenticidad de un campo que necesita, más o menos como todo el mundo, la energía renovable, pero quizás no una avalancha de este tipo de megaproyectos.
Bajo el lema “Renovables sí, pero no así”, siguen el impulso de países como Francia. Allí, los aerogeneradores son objeto de acalorados debates políticos que incluso han llegado al Senado. Allí se ha propuesto incluir en la ley del clima un derecho de veto de los municipios para el establecimiento de unos parques que, según sus detractores, no solo afean horizontes que han inspirado obras de arte y despertado admiración, sino que además resultan ineficientes y son una amenaza para la fauna autóctona de aves.
La plataforma turolense considera las renovables la alternativa para llevar a cabo una transición que abandone los combustibles fósiles y para luchar contra la pobreza energética; no obstante, su portavoz, Javier Oquendo, explica: “En lugar de apostar por macroproyectos que estén en manos de las cinco eléctricas oligopólicas, desarrollados por especuladores que los llevan a cabo y los venden con copiosos beneficios a las grandes eléctricas, lo hacemos por el autoconsumo, individual o comunitario, en forma de placas solares sobre una casa particular o en la terraza de una comunidad de vecinos, por ejemplo, y por la generación distribuida, es decir, cooperativas generadoras de energía creadas a partir de placas que forman los llamados huertos solares, que puede ser utilizada para consumo propio o para vender el excedente, algo muy habitual en Navarra”.
Ante la duda de si la presencia de parques eólicos puede influir en la despoblación, Oquendo comenta que las comarcas en las que se han instalado megacentrales no solo han seguido perdiendo habitantes, sino que también han sufrido una pérdida en el valor de sus propiedades, al verse estas cerca de espacios industrializados que antes eran naturales. “Por eso más de una vez nos han dicho: ‘Yo vine a este pueblo hace años, ahora no lo haría”, añade.
Alteración del paisaje, impacto visual, pérdida de identidad… El debate y la controversia se centran en la postura romántica del que quiere su pueblo como es y no como otra manera de entender el mundo lo pretende. En la provincia de Teruel ya hay 18 parques instalados y 120 proyectados. Las desavenencias entre vecinos están a la orden del día, así que quizá convendría con urgencia una regulación para poner de acuerdo (legal) a aquel que sueña con un gigante en su campo y 8.000 euros al año y se frota las manos y a aquel que se las lleva a la cabeza. “Al primero le diría que el dinero pasa y el medio de vida permanece”, sostiene Oquendo, “que vean lo vacíos que están algunos de los pueblos con más molinos a pesar de sus cuentas saneadas”. Entonces, ¿quién gana, quién pierde? “Pierde el medio ambiente, la flora, la fauna, la ganadería, la agricultura, el turismo… Pierde la mayoría y ganan unos pocos”. Entendido. Gracias.