La mujer que retrató Barcelona
Nacida en Austria, la fotógrafa huyó del nazismo y documentó la arquitectura moderna de Barcelona hasta la Guerra Civil. Luego recaló en Australia, donde fue una pionera.
En 1933 aparecieron por Barcelona dos chicas con sus cámaras Leica dispuestas a explicar por medio de imágenes el proceso de transformación social, cultural y arquitectónico que vivía la ciudad. Se llamaban Dora Maar y Margaret Michaelis. La primera, que sería más adelante compañera y musa de Picasso, llegaba de París tras haber trabajado con Brassaï y se animó a recorrer los márgenes (del Somorrostro al parque Güel...
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En 1933 aparecieron por Barcelona dos chicas con sus cámaras Leica dispuestas a explicar por medio de imágenes el proceso de transformación social, cultural y arquitectónico que vivía la ciudad. Se llamaban Dora Maar y Margaret Michaelis. La primera, que sería más adelante compañera y musa de Picasso, llegaba de París tras haber trabajado con Brassaï y se animó a recorrer los márgenes (del Somorrostro al parque Güell, pasando por diferentes mercados) y a realizar fotomontajes de niños jugando en la calle.
La segunda, austriaca de nacimiento, se había formado en Berlín y estaba de vuelta en Barcelona, pues ya la había visitado en 1932 ejerciendo algo que, como la fotografía, practicó la mayor parte de su vida: la huida continua (esta vez del nazismo por su condición de judía).
Ya para entonces era la fotógrafa de confianza del GATCPAC, Grup d’Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l’Arquitectura Contemporània. Se instaló en el primer edificio que proyectó Sert, en el 36 de la calle de Rosselló. Permaneció en Barcelona hasta 1937, cuando huyó de la Guerra Civil. Esta simpapeles cuya condición de exiliada le impedía firmar sus fotos fue una de las mejores aliadas que encontró la arquitectura moderna que aquellos jóvenes querían implantar en Barcelona, no solo porque se le atribuye el haber captado el proceso constructivo de obras racionalistas determinantes como la Casa Bloc o el Dispensario Antituberculoso, sino porque además se ocupó de fotografiar edificios, muebles y detalles que ilustraron la revista AC Documentos de Actividad Contemporánea, que, dirigida por Sert y Torres i Clavé, se editó entre 1931 y 1937, apostando por contenidos desafiantes a partir de los cuales Barcelona transmitió al mundo un mensaje de modernidad incontestable.
Michaelis marcó un punto de partida en la unión de fotografía y arquitectura, socios perfectos para difundir las ideas de renovación, los nuevos lenguajes, materiales, técnicas y diseños. Michaelis, como muchas otras fotógrafas, fue olvidada en la construcción de la imagen moderna de Barcelona. Y para reivindicarla, a ella y a otras tantas, se ha publicado el libro Barcelona. Fotógrafas (La Fabrica-Ajuntament de Barcelona).
Con cuidados textos de Isabel Segura, se reconstruye la historia de la ciudad a través de la mirada de 21 mujeres que contribuyeron a narrar los diferentes estadios por los que pasó Barcelona entre 1930 y 1990 (bombardeos, oscurantismo, luchas sociales, flujos migratorios…) desde el centro hasta los suburbios. De ahí que en el libro convivan Anna Maria Martínez Sagi, Gerda Taro, Kati Horna, Carme García Padrosa (con su Kodak Baby de 16 pesetas), Joana Biarnés (que se coló en la habitación de los Beatles) o Montserrat Vidal-Barraquer (“que captó con mayor intensidad el vacío”). También figuran Colita, Guillermina Puig, Silvia T. Colmenero o Consuelo Bautista. Mujeres que, con el auge del fotoperiodismo, captaron magníficamente la geografía humana y el desarrollo urbano de la ciudad.
Entre las imágenes de Michaelis destaca una de Sert ante el diorama de la que iba a ser la nueva Barcelona según el fracasado Plan Macià proyectado con Le Corbusier y Pierre Jeanneret. Tras abandonar Barcelona, Michaelis obtuvo en Polonia un pasaporte alemán que le permitió llegar a Australia, donde en 1940 abrió su estudio y se convirtió en una de las pocas mujeres fotógrafas de Sídney. En 1952, los problemas de visión impidieron a su buen ojo seguir con su relato fotográfico. Murió en Melbourne en 1983.