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Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel

El día de las alitas de pollo, la lasaña, la tarta de queso y del aguacate en lo que queda de julio, ¿en serio?

Crecen en espiral las efemérides internacionales y mundiales dedicadas a productos y recetas. Conmemoraciones que se amontonan sin tino destinadas a vender, llamar la atención hacia alimentos y platos e incentivar su consumo

El día internacional de la croqueta se celebra cada 16 de enero.Cris Cantón (Getty Images)

Termino el mes de julio sumido en la más descacharrante de las angustias gastronómicas. Cada mañana al abrir el ordenador recibo mensajes en cascada que me recuerdan los acontecimientos que debo celebrar si quiero estar a la última. He perdido la cuenta de los días internacionales y mundiales que las agencias de comunicación me llevan anunciando con vehemencia desde que comenzó 2022: el día mundial de la croqueta el 16 de enero; el internacional del chorizo el 23 de enero; el mundial de la tortilla de patatas el 9 de marzo; el internacional de la hamburguesa el 28 de mayo y el internacional del falafel el 18 de junio. Fechas escuetas que entresaco de un listado inabarcable. Son tantas las efemérides artificiales anunciadas que durante los meses pasados me podía haber dedicado a conmemorar productos, recetas o lo que fuera cada día de la semana. Convocatorias que no persiguen otro objetivo que vender, llamar la atención hacia alimentos o platos e incentivar su consumo a gran escala. Con toda sinceridad, me declaro incapaz de seguir su rastro y, menos aún, de encontrar razones para apoyar iniciativas semejantes.

Recopilo fechas desperdigadas de lo que llevamos de julio: el pasado 7 fue el día mundial del cacao y el 18 el día internacional del caviar. Conmemoraciones bien orquestadas o improvisadas, da lo mismo, cuyo número crece en una espiral que se desparrama sin pausa. Hasta tal punto que para este 29 de julio se anuncian dos superpuestas: el día internacional de las alitas de pollo y el mundial de la lasaña. ¿En serio? El mes no ha concluido y nos aguarda más tralla: el 30 se nos viene encima el día internacional de la tarta de queso y el 31 el día internacional del aguacate. Por si no fuera suficiente, el 26 fue el día internacional de los abuelos. Quien disfrute con las celebraciones dispone de fuelle para recrearse con el calendario.

El 31 de julio es el día internacional del aguacate.A.Martin UW photo (Getty Images)

¿Días mundiales o internacionales? ¿Qué diferencia ambas categorías? Y, sobre todo, ¿quién determina una fecha para conmemorar un producto concreto? Me temo que la frivolidad, el oportunismo y los intereses económicos reinan en el sector gastronómico, un escenario descontrolado en el que se marcan días al azar para promocionar ingredientes o recetas de conveniencia. Iniciativas cuyo origen hay que buscarlo en las asociaciones de productores, en los centros comerciales, en las marcas, las empresas de distribución o las agencias de comunicación e imagen. Todo vale con el fin de atrapar algún día libre y sumarlo a la causa. Para muestra el reciente Yellow Day, celebrado el pasado 20 de junio, el día de la felicidad con el que se ha identificado Schweppes en consonancia con el color corporativo de la marca de refresco. La astucia continúa siendo afín a la más sutil mercadotecnia.

Para las agencias de comunicación los días internacionales constituyen una herramienta que les viene al pelo para enumerar las especialidades de sus clientes. De forma cansina elaboran listados de castigo ilustrados con fotografías con los que bombardean a los medios cada semana. Siempre he entendido que los días internacionales y mundiales eran proclamados por la Asamblea General de la ONU, o por algunos organismos afines especializados, incluidos el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Fondo para el Desarrollo Agrícola. Y, por supuesto, por Unicef, la Unesco, la Organización Mundial de la Salud y algunos otros. Días que intentan poner de manifiesto una situación socialmente comprometida que concierne a muchas personas en el planeta. El mundillo gastronómico es diferente. Todo parece valer en un reino de francotiradores. Por discreción me abstengo de citar el nombre de una de las ejecutivas de una conocida agencia de comunicación madrileña que presume de haberse inventado, ella solita, el día mundial de la croqueta.

La tarta de queso del brunch del hotel Heritage en Madrid.

¿Y qué nos aguarda de aquí a final de año? La pesadilla de siempre: el 20 de agosto el día mundial de las patatas fritas; el 20 de septiembre el día mundial de la paella (World Paella Day); el 14 octubre el día internacional del huevo, el 14 noviembre el de la ensaladilla rusa. Me aburro sin encontrar antídoto.

No sé si quedan días por bloquear en el calendario, pero voy a buscarme alguno para celebrar con mis amigos el día del filete empanado y las sopas de ajo, que tanto me gustan. Y, por supuesto, me voy a adherir con fervor el día mundial de la risa, establecido el 1 de mayo, algo que me ayude a sonreír cada vez que desde una agencia me anuncien nuevos días mundiales de cosas que no me interesan.

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