Cómo integrarse de lleno en la postal más icónica del Caribe
En República Dominicana aguardan algunas de las mejores playas del mundo, tesoros submarinos, deporte y mucha aventura. También restaurantes de primer nivel donde recargar energías y hoteles en los que pasar unos días inolvidables. Nautalia Viajes lo tiene todo
El verano está doblando la esquina. Afloran las ganas de vacaciones y de atracones de playa para darse un chapuzón. Con 1.600 kilómetros de costa, sol durante todo el año y un mar de ese color turquesa que parece existir solo en las postales, República Dominicana es el destino perfecto para desconectar de todo por unos días. Las aguas del Caribe y el océano Atlántico bañan esta isla de clima tropical donde, además de arenales paradisiacos, también hay tiempo para la cultura, la aventura y el deporte. Son muchas las sorpresas que aguardan en el viaje.
Santo Domingo es la capital dominicana, y en sus calles del casco antiguo se concentra la mayor parte del patrimonio arquitectónico y artístico del país. En ellas se respira un aire cosmopolita, con multitud de comercios internacionales y restaurantes gourmet donde reponer fuerzas durante el paseo. A apenas 30 kilómetros, la playa de Boca Chica es una parada obligada: su arena blanca, las aguas cristalinas y una gran franja de arrecifes de coral atrapan como un imán al visitante.
Al noroeste del país, Samaná concentra multitud de atractivos naturales que parecen sacados de un cuento. Sucede con el Parque Nacional de Los Haitises, un espacio de 600 km² repletos de cuevas visitables con muestras de arte rupestre. Hasta 110 especies de aves y 700 variedades de plantas habitan en este lugar. Es también aquí donde se ubica el Santuario de Mamíferos, donde las ballenas jorobadas se reúnen en invierno para jugar y cuidar a sus crías. En la zona hay dos pueblos que merecen una escapada. Son Las Galeras, con sus restaurantes y arenales inmejorables para tomar un descanso, y Las Terrenas, cuyo ambiente nocturno tiene fama (con motivo).
Es precisamente en la península de Samaná donde se suceden algunas de las mejores playas del país: Playa Portillo y Playa Bonita, ideales para pasear junto a la orilla en busca de paz y tranquilidad; Playa Cosón, con sus vientos y olas en las que practicar surf y kitesurf; Playa Frontón, a los pies de un imponente acantilado que invita a la escalada y una riqueza submarina para admirar mientras se bucea y, por supuesto, Playa Rincón, considerada una de las mejores del mundo. Envuelta de cocotales y almendros, con sus acantilados ramificados hacia Caño Frío, es el mejor ejemplo de que el paraíso terrenal sí existe.
El paisaje que enamoró a Colón
No lejos de esta zona, algo más al oeste, se alza Puerto Plata. El nombre se lo puso nada menos que Cristóbal Colón, cuando vio el reflejo del sol sobre el mar caribeño. Conocida como la Costa de Ámbar o la Novia del Atlántico, a lo largo de 120 kilómetros de arenales surgen, una tras otra, playas en las que tumbarse plácidamente al sol o divertirse con algún deporte acuático. Playa Sosúa llama la atención por el contraste entre sus aguas azuladas, y los acantilados y almendros que la rodean. En su fondo marino se ocultan maravillas naturales al alcance de quien se anime a sumergirse.
Algo parecido ocurre en Punta Rucia, con unos preciosos arrecifes de coral que se pueden contemplar bajo el mar y, ya en la superficie, un ambiente muy animado de bares y restaurantes. Mientras, en la localidad de Estero Hondo, se ubica otro Santuario de Mamíferos Marinos, donde ver muy de cerca a manatíes herbívoros en peligro de extinción. Para quienes buscan emociones fuertes, dos opciones: Playa Cabarete, conocida como Kite Beach, sede de multitud de competiciones internacionales de kitesurf y windsurf, y Playa Encuentro, perfecta para iniciarse en este deporte en alguna de sus escuelas de surf. La naturaleza también ha dejado su huella en esta zona. Tras un frondoso bosque repleto de senderos se hallan los 27 Charcos de Damajagua. Zambullirse bajo sus piscinas naturales saltando desde las alturas es pura adrenalina. Mientras, la laguna Gri-Gri destaca por sus aguas tranquilas rodeadas de manglares. Un plan infalible es realizar un recorrido en barca y adentrarse en la Cueva de las Golondrinas.
El respeto a la naturaleza desbordante es algo palpable en toda la isla. Por ejemplo, Playa Cabeza de Toro y Playa Bávaro se han ganado la Bandera Azul, y Playa Uvero Alto está protegida por los corales. El mejor remate es acercarse hasta Playa Macao, declarada por la Unesco como una de las más hermosas del Caribe
En el extremo este del país, Punta Cana lo tiene todo: hoteles y resorts para todos los gustos y con todas las comodidades, campos de golf, una oferta amplísima de actividades de aventura que permiten desde nadar junto a delfines a lanzarse por tirolinas interminables y, por supuesto, 64 kilómetros de litoral, con rincones a cada cual más espectacular. La Playa Cabeza de Toro cuenta con una Bandera Azul. De este punto parten numerosos paseos y se celebran multitud de campeonatos de pesca. Otra Bandera Azul ondea en Playa Bávaro, epicentro de numerosos resorts, arenales blancos y arrecifes de coral. Mientras, en Playa Uvero Alto se puede disfrutar en pocos metros de zonas con oleaje y de un mar en calma gracias a la protección que ofrecen los corales. El mejor remate es acercarse hasta Playa Macao, declarada por la Unesco como una de las más hermosas del Caribe. Palabras mayores.
Otro atractivo interesante en Punta Cana es el Parque Ecológico Ojos Indígenas, una reserva nacional de 600 hectáreas con 11 lagunas naturales, en cuyo bosque tropical habitan 500 especies de plantas exóticas. Si las fuerzas acompañan, un buen plan es hacer una excursión a Isla Saona, dentro del Parque Nacional Cotubanamá. Sus playas vírgenes rodeadas de palmeras que se elevan al cielo son un espectáculo visual.
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